Sentencias judiciales, subvenciones y amistades peligrosas

José Manuel Rubín SIETE DÍAS, SIETE VOCES

OURENSE

15 mar 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Alédame facer oposición aos sesenta anos», decía Ramón Otero Pedrayo, según se recoge en el excelente libro de Patricia Arias y Afonso Vázquez-Monxardín sobre el patriarca de las letras gallegas, en una carta dirigida a Fernández del Riego para anunciarle su intención de aspirar a la cátedra de Geografía de la Universidad de Santiago. Recordé la ilusión de Otero Pedrayo al leer en La Voz de Galicia que la Audiencia de Ourense ha confirmado los nueve años de inhabilitación para José Luis Baltar por haber colocado a dedo a 104 amigos en la Diputación de Ourense. ¡Cómo cambian los tiempos! De la alegría de un erudito sexagenario por concurrir a unas oposiciones a la tristeza de ver como se obtienen puestos de trabajo públicos merced al poder personal de un gobernante. La sentencia judicial pone coto a un sistema que vulneraba sistemáticamente los preceptos de igualdad, mérito y capacidad consagrados por la Constitución. Con la decisión de la Audiencia, sobre la que no cabe recurso, se cierra una etapa de dos décadas en una provincia en la que el favor había sustituido al derecho. Aunque bien es verdad que todavía quedan rescoldos importantes de ese estilo. La Voz informó que la Diputación concedió en cuatro meses 489 subvenciones públicas, a una media de cuatro al día, lo que significa una cada seis horas. Como subvención es sinónimo de subsidio queda claro que se mantiene el sistema clientelar de los mejores tiempos y no se impulsa la cultura del esfuerzo. La Diputación de Ourense da dádivas para que los receptores pasivos las agradezcan en las elecciones con el voto activo en favor del Partido Popular. No tiene intención el sucesor del expresidente inhabilitado de hacer realidad el proverbio chino que sentencia: «Regala un pescado a un hombre y le darás alimento para un día; enséñale a pescar y lo alimentarás el resto de su vida». Baltar (también el de ahora) prefiere el regalo previo a unas elecciones que la enseñanza del método para salir adelante al margen de limosnas de dinero público teñidas de interés político.

Amistad. «No tengo enemistad, ni ningún tipo de animosidad contra ninguno de los componentes del actual gobierno municipal, manteniendo relación de amistad con alguno de sus miembros, incluido el actual alcalde». El párrafo lo rubricó el presidente de la Audiencia de Ourense, Antonio Piña, para librarse, como así sucedió y así lo contó La Voz, de la incoación de un expediente del Poder Judicial tras la queja de la exedila de Urbanismo Áurea Soto por sentirse indefensa ante afirmaciones del hoy presidente y antes titular del juzgado de Instrucción número 2. Llama la atención que, más allá de la necesaria cortesía institucional, el titular de la Audiencia ourensana se jacte, y por escrito, de la amistad («afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato», según la RAE con un alcalde inmerso en problemas judiciales y políticos que le llevaron a ser reprobado oficialmente por el pueblo de Ourense. La discreción es, muchas veces, y también en el mundo de los afectos, la mejor aliada.

Carta abierta a Carmen Pardo

¡Qué sorpresas nos da la vida, querida diputada del Partido Popular en el Parlamento de Galicia! Desde tu irrupción en las autonómicas del año 2009, me pareciste un verso suelto en el proceloso mundo de la política. No seguías los típicos clichés que tanto dañaron a la muy honrosa ocupación. Fuiste eficaz como secretaria xeral de Turismo y mostraste fobia a las luchas y descalificaciones tan habituales en ese mundo. Ahora supimos por La Voz que seis años de convivencia con la casta te han contagiado. Has exigido la devolución de la parte proporcional (¡una miseria comparada con los 60.000 euros anuales de tu sueldo bruto!), de la extra de Navidad del 2012, que te habían quitado, como a todo trabajador público, como medida ejemplarizante ante las restrictivas que tu partido les impuso a los españoles. Has adquirido notoriedad y adjetivos («bochorno» y «rubor») por tu interpretación del clásico «¿qué hay de lo mío?» Mientras los vecinos a los que representas (¿o ya no lo haces desde que vives en Nigrán?) las pasan canutas en una provincia como Ourense con 28.230 parados y más de 109.000 pensionistas a los que les congelaron sus percepciones, tú reclamas una cantidad que te habían restado para echar una mano al país. Después de tu reivindicación de los eurillos solidarios del 2012, se generalizará su devolución a todos los parlamentarios. La cara la diste tú, para que te la partamos, y la pasta se la llevan todos. En esto sigues siendo una pardilla similar a aquella Carmen Pardo que tanto admiré cuando traía un aire vigorizante a la política.