Las incoherencias del PSOE que originan las risas de Baltar

José Manuel Rubín SIETE DÍAS, SIETE VOCES

OURENSE

29 nov 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Hai quen di que todo o que nos acontece está sinalado de antemán. Que andamos por camiños mallados. Cada cal vai polo seu, queira que non, coma se o levase un anxo ou unha meiga. Así empieza el último capítulo de Memorias dun neno labrego, el libro que, como ayer escribía en La Voz el Presidente da Real Academia Galega, «está na memoria e no corazón de miles e miles de galegos». El cronista trae a colación el texto para homenajearle en su adiós a Neira Vilas y para intentar entender algo de lo que pasa en la Diputación de Ourense desde que, a saber si una meiga o un ángel, llevan a Baltar (el de ahora) de despropósito en despropósito desde que el despecho de una chica puso en circulación tres grabaciones que exhiben unos diálogos impropios de un representante democrático de un pueblo honesto como el ourensano.

Como el camino parece determinado, a Baltar le da igual que la Diputación se instale en un permanente esperpento, que los medios de comunicación de España den una imagen negativa de la provincia, que los líderes del Estado le censuren en cada incursión en Galicia, que Feijoo se sonroje (aunque muy poco) cuando un periodista le pregunta por el derecho de pernada. Todo da igual. El camino está mallado y es patrimonio exclusivo de Baltar. Él es quien redacta un código ético que después incumple; él es quien pide nuevos integrantes del comité de ética después de que el representante del colegio de Abogados, Miguel Ángel González Trigás; el del Colegio de Secretarios, Jesús Blanco; el de la organización Transparencia Internacional, Enrique José Varela, y el de la Universidad de Vigo, Antonio González Fernández, presentasen la dimisión para evitar censurarle y darle así a Baltar un tiempo extra mientras espera el salvavidas que supongo cree le está confeccionando el fiscal jefe de Ourense.

La actitud de Baltar (y del PP que le respalda) en los últimos dos meses me recordó la afirmación de Thomas Jefferson, el tercer presidente de los Estados Unidos: «La democracia no es más que el gobierno de las masas, donde un 51% de la gente puede lanzar por la borda los derechos del otro 49%». Eso es lo que pasa en Ourense. El PP, que recibió en las pasadas municipales 81.572 votos pisotea en la Diputación los derechos de los 80.541que votaron a otras opciones políticas.

Esta prepotencia del Partido Popular y de su líder lleva al desaliento pero desalienta más ver a una sociedad civil que, en una exhibición de tragaderas prodigiosas, acepta o disculpa a un representante público al que una mujer acusa de pedirle sexo a cambio de promesas laborales. Son las tragaderas de la sociedad y las incoherencias de partidos como el PSOE que censura al personaje en Ourense mientras en la FEMP, que dirigen, le nombran miembro del Consejo Mundial de Gobiernos Locales, lo que le permite a Baltar y los suyos reírse a mandíbula batiente mientras en la Diputación se instala la crispación. Saben, como el neno labrego de Xosé Neira Vilas, que el camino está marcado y no lo cambia esas bagatelas éticas y morales que espantan a cualquier ciudadano de bien pero que divierten a los hombres y mujeres del Partido Popular.