Recuperar la normalidad es uno de los eslóganes que más ha calado del nuevo alcalde de Ourense, Jesús Vázquez. Ya formaba parte de su mantra electoral y lo mantuvo desde que se hizo con el gobierno en minoría en la ciudad. Hasta ahora ha logrado devolver el sentido común perdido a los plenos municipales, que se habían convertido en una broma pesada y motivo de sonrojo para los vecinos de la ciudad. Cuando parecía olvidada esa crispación, vuelven a sonar tambores de guerra en el Concello de Ourense. El pleno del próximo viernes promete poner a prueba la cintura del regidor que se enfrenta a una moción conjunta -es curioso que la primera vez que DO, PSOE y Ourense en Común unen sus esfuerzos sea para pedir la dimisión del presidente de otra institución- en la que se le pone precio a la cabeza de José Manuel Baltar. El éxito de la propuesta está asegurado por pura aritmética, sin embargo el calado político va más allá. Queda por ver cómo afronta Jesús Vázquez una papeleta que le viene heredada de su jefe provincial que, nuevamente y al igual que sucedió con la crisis generada por la dimisión de Francisco González, se convierte en un dardo envenenado más que en el aliado que debería ser. Confiemos en que el sentido común mostrado durante estos meses que van de mandato puedan más que las vísceras y la proximidad de una cita electoral, que caldea el ambiente ya de por sí elevado ante el tristemente célebre caso Baltar. Unos y otros -gobierno y oposición municipal- tienen muy fácil aprender de los errores cometidos en la sesión del pasado viernes en la Diputación de Ourense, donde se vivió uno de esos espectáculos que hasta ahora parecían coto privado de la casa consistorial. Bien haría Jesús Vázquez en no pretender cerrar las puertas de la casa de todos a los ciudadanos, por mucho que estos vayan a protestar, como hizo José Manuel Baltar el pasado viernes. También deberían de reflexionar los partidos que se encuentran en la oposición, y que legítimamente piden responsabilidades políticas ante la denuncia de una mujer que acusa a Baltar de ofrecerle un puesto de trabajo a cambio de mantener relaciones sexuales, si todo vale y si el recurso cada vez más habitual de abandonar el salón de plenos es el más adecuado para defender los intereses de los ciudadanos que, al igual que sucedía en el Concello de Ourense en los tiempos del huevazo a Jácome o la presencia de la policía para desalojar a concejales, asisten abochornados a un espectáculo bochornoso que en nada ayudará a la provincia de Ourense a salir del furgón de cola a donde nos han llevado estos y otros dirigentes provinciales y autonómicos.