Anunciar inversiones se ha convertido en un clásico en Ourense cuando se acercan unas elecciones
24 jun 2016 . Actualizado a las 05:00 h.Antes de que el AVE capitalizase el debate político, los dirigentes ourensanos tenían que explotar algo más su imaginación para lanzar promesas electorales. La visita de la ministra este miércoles a Ourense para anunciar que Fomento recuperará a Norman Foster para diseñar la estación intermodal ha removido la campaña, al igual que citas anteriores estuvieron condicionadas por otras promesas de grandes inversiones en la provincia. Está por ver si la de Ana Pastor se cumple o no -dependerá, sobre todo, del resultado del domingo- pero lo cierto es que otros anuncios del pasado nunca han llegado a concretarse.
El ejemplo más reciente y paradigmático es el de la fábrica de coches eléctricos de una firma británica, Xero, que prometía crear mil empleos. El día 23 de marzo del año 2011, poco antes de las municipales, se anunció el proyecto, que se ubicaría en Melón. Los problemas empezaron a surgir, primero por la ubicación -ese Concello preveía construir un polígono industrial, pero ni siquiera disponía de los terrenos- y después, por la propia compañía, que pedía a los empresarios locales que se implicasen en la iniciativa aportando seis millones de euros. El debate político en torno a Xero estaba servido y -pese al aval del entonces conselleiro de Industria, Javier Guerra, y del expresidente de la Diputación, José Luis Baltar- la oposición en bloque se lanzó a criticar al PP por vender «fume» de nuevo a los ourensanos.
El caso es que, después de descartar a Melón, se anunció al polígono de Vilamarín como nueva ubicación para la fábrica de coches eléctricos. Para entonces las elecciones municipales ya habían pasado, pero se acercaban las generales de ese mismo año 2011, que se celebraron en noviembre. De nuevo, la oposición acusó al PP de querer «resucitar» ese proyecto con intereses electoralistas. Por aquel entonces era senador del BNG Xosé Manuel Pérez Bouza, que pedía a los populares que dejaran de «xogar cos sentimentos dos ourensáns».
El nacionalista, que después pasó por Compromiso por Galicia y que ahora apoya a En Marea, recordaba entonces otros anuncios fallidos. Como ocurrió con Xero, el tiempo ha ido enterrando el recuerdo de otras actuaciones prometidas en las cercanías de una cita con las urnas. En nada quedó, también, el CICAT (Centro Industrial Cárnico de Alta Tecnología) que, a pocos meses de las municipales del 2011, anunció el grupo ICG para Xinzo de Limia. Ese proyecto preveía la creación de 240 empleos. La empresa finalmente descartó la iniciativa alegando falta de entendimiento con el alcalde, Antonio Pérez. Este, sin embargo, acusó de no cumplir sus compromisos a la compañía, que curiosamente fichó para su consejo de administración a su predecesor en la alcaldía, Isaac Vila.
En A Limia saben mucho de promesas de inversiones fallidas ya que, años antes, también se había anunciado la creación de una fábrica de tortillas, una iniciativa que serviría para dar valor añadido a la producción de patata de la zona. En cualquier caso, todas las comarcas tienen una historia similar que contar respecto a promesas que se hacen, normalmente cerca de unas elecciones, pero que nunca llegan a fructificar. Por ejemplo, la ciudad del motor que se preveía en Verín. Como todos los ejemplos anteriores, no se hizo realidad un proyecto que incluso planeaba acoger una fábrica de BMW. Ni eso, ni los coches eléctricos, ni la industria cárnica...
Volviendo a la capital pero más atrás en el tiempo cabe recordar el proyecto Auria Verde. En la campaña de las elecciones municipales el BNG -que cogobernaba en Santiago con el PSOE- prometió 319 públicas y una gran zona verde en los terrenos del campo de fútbol de O Couto.
Tampoco los socialistas de la capital se resistieron a los brindis al sol. En el 2011, tras cuatro años en el gobierno, Francisco Rodríguez prometía la puesta en marcha de un tranvía que atravesaría Ourense: partiría de la estación Empalme y llegaría hasta el entorno del hospital. Según los planes del PSOE, que nunca llegaron a cumplirse, la financiación del proyecto recaería de forma exclusiva en la empresa concesionaria del transporte urbano. Del tranvía nunca más se supo.