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Con el descenso de la oferta los ourensanos optan más por lo barato que por la calidad para estos días de fiesta
02 mar 2019 . Actualizado a las 20:30 h.Desde que el año pasado el clásico negocio de Celsita bajó la persiana -en la calle Progreso- apenas quedan lugares en los que alquilar disfraces en estas fechas en la capital. Los que alguna vez se dedicaron a ello han tenido que cerrar sus puertas, o están en proceso, por la competencia de los comercios regentados por chinos que ganan adeptos con el tiempo.
Amorín, aparte de vender, alquilaba trajes años atrás -según su propietaria dejó de hacerlo hace unas dos décadas-. Conchita Amorín, su única gerente, afirma que los disfraces dan para vivir, en contra de lo que se pueda pensar, y que ella solo lo deja porque quiere jubilarse. «Si no yo no hubiera estado tantos años con el negocio funcionando», apunta. Aunque también confiesa que la calidad en el trato y en los acabados ya no pesan tanto como antes a la hora de comprar los atuendos del entroido. «Nosotros dejábamos probar el disfraz y aconsejábamos, hacíamos arreglos si era necesario. Pero hay mucha gente que ya no quiere comprar algo de calidad, sobre todo si se trata de niños pequeños», aclara.
De esta misma opinión es Antonia López, modista en las galerías Xesta -calle Santo Domingo-. «Ha cambiado mucho en los últimos años. Yo recuerdo hacer tantos disfraces para niños pequeños que no me entraban en la tienda y tenía que ir colgándolos por el techo. Ahora los que vienen suelen ser adultos que quieren un producto de calidad y que puedan reutilizar, ellos o algún familiar, otros años», explica la costurera entre cliente y cliente. «También vienen muchas personas de zonas cercanas como Xinzo, Verín o Maside porque las modistas y las tiendas de allí no dan a basto estos días con tanta demanda. Así que algunas comparsas se hacen aquí sus disfraces», añade la mujer que lleva 27 años dedicándose a coser.
En su tienda entra María José López a por su traje de Marilyn Monroe, aunque es de la que se disfraza todos los días y de diferentes personajes. «Repetimos de otros años porque tengo tres hijos y somos cinco, pero siempre nos gusta hacer un disfraz grupal», afirma. «En el trabajo este año decidimos ir todos de Star Wars, así que tiro de modista porque no doy a basto», bromea sobre el ajetreo que supone el entroido en su casa.
De Maside llegó hasta O Almacén -una de las pocas tiendas especializadas en disfraces que quedan en Ourense- Felipe Bardelas. «Nós mercamos un barato e logo tuneámolo para a comparsa. Rotamos por varias vilas e facemos a carroza, alugamos o vehículo e alugamos a megafonía e só isto último son 200 euros. Así que temos que aforrar cos disfraces», resume en la cola.
En la misma cola espera Yolanda Iglesias comprando un disfraz para su hija del CEIP O Couto. «Imos os pais e os fillos nunha comparsa así que no cole dixéronnos que aquí había de lagosta. Os papás imos de buzos e é fixémolo nós para aforrar», remata.