«Lalao decía que correr aquel rali ya era el premio para un piloto»

Luis Manuel Rodríguez González
luis m. rodríguez OURENSE / LA VOZ

OURENSE

MIGUEL VILLAR

Luis y Santi Reverter recuerdan la huella de su padre en el mundillo automovilístico

23 abr 2024 . Actualizado a las 02:27 h.

Competitivo, intrépido y ourensano. Son tres de los muchos adjetivos que definen la trayectoria deportiva y vital de Estanislao Reverter Sequeiros. Aunque Lalao falleció un ya lejano 3 de febrero de 1991, su recuerdo lo mantienen vivo el expediente de honor aprobado por el Concello de Ourense en el 2016, con gran respaldo popular, su innegable carisma y hazañas como las que protagonizó en doce ediciones de una carrera tan épica como el Rali de Montecarlo.

La edición ourensana de La Voz se hizo eco en 1972 de una de las aventuras más significativas de Reverter, en el inconfundible territorio de la clásica monegasca. El periodista José María Vigo habló con el piloto ourensano para plasmar sus impresiones en el diario y, años después, Luis -actual presidente de la fundación que lleva el nombre de su progenitor-, también rememoró detalles de aquella odisea.

«Participaba cinco años después de su anterior actuación en Montecarlo, con Ventura como copiloto y sobre el 124 Sport 1600. Dispusieron de seis días de entrenamiento, para volver a Ourense a las tres de la madrugada del 5 de enero, después de recorrer 8.500 kilómetros en seis días. Yo tenía once años y, cuando salí al balcón de casa y vi el coche aparcado en la calle, me alegré mucho porque había llegado a tiempo para pasar con nosotros esa noche», recuerda un Luis Reverter que recopiló con mimo aquellos viajes de su padre e incluso sus comentarios: «Él explicaba que eran pocos días para hacer un entrenamiento decente, que le hubiera gustado disponer de otros diez o doce. Y eso que su idea era clasificarse entre los sesenta primeros».

También apunta el tercero de la saga -entre Estanislao, Rosa, Óscar y Santiago-, que los aficionados ourensanos disfrutaban de poder ver tan de cerca uno de los bólidos del ya mítico Montecarlo: «Al finalizar las películas que se proyectaban en el Cine Avenida -nosotros vivíamos en frente-, el público rodeaba el coche delante de casa, para ver de cerca las huellas del largo trayecto y de los entrenamientos o la competición. Aquel 124 Sport no parecía el más adecuado, pero Lalao siempre se sacaba alguna modificación de la manga, para dejar su sello».

Muy cerca de Luis, su hermano Santi insistía en un detalle que poco podían sospechar los aficionados que idolatraban a su padre por aquellas peripecias en los aledaños del principado: «Si iba a Francia, siempre traía quesos que olían muy mal y mantecadas de Astorga. Con algunas denominaciones de origen, se quedaba el olor en casa varios días, porque alguno era muy fuerte y los traía en cajas». Y es que en el hogar de los Reverter se apuntaban a ese dicho de las 368 clases de quesos que había registradas por entonces en el país vecino: Uno para cada día del año y otros tres para repartir.

Volviendo a la descripción guardada por Luis, con respecto a lo sucedido en 1972, hace hincapié en el apoyo de patrocinadores ourensanos a la participación de Estanislao en la dura prueba, recordando que «Seat Madrid no ayudó nada, pero sí el concesionario de don Ramón Pérez Rumbao, facilitando algunas piezas de origen». También añadió la intervención determinante de un equipo en el cual «la asistencia estaría compuesta por Chicho Seara, en el Dodge Dart y acompañado por Kauwe, recibiendo además el respaldo de los periodistas desplazados a seguir la prueba». Sin duda, unas condiciones muy distintas a las que pueden observarse en las competiciones automovilísticas de carácter internacional.

En las mismas páginas de La Voz podíamos leer, antes de la salida desde nueve ciudades Europeas, como se presentaba al piloto ourensano como una de las mejores bazas nacionales: «Esta edición es todo un récord, nada menos que veinte equipos españoles. Algunos con coches muy competitivos, como Porsche o Alpine. El más destacado es Estanislao Reverter, que saldrá desde Lisboa». Y todo, en medio de una inscripción que ascendió a los 299 vehículos, de los cuales, el gallego fue el único hispano que no penalizó en los 3.500 kilómetros de la etapa de concentración.

Luis se queda con una frase, en particular, porque «Lalao decía que correr aquel rali ya era el premio para un piloto», tras lo cual se centra en lo sucedido en la etapa común de 1.600 kilómetros y ocho tramos especiales: «Pasó las primeras pruebas entre los cincuenta primeros. Explicó entonces que el coche iba muy bien, ellos en forma y con la moral muy alta. Pero al llegar a Le Burzet un participante enterado de que en la cima había una tormenta de nieve impresionante se les coló en el control ante la mirada pasiva de los comisarios». Las palabras del propio piloto fueron claras en su día: «Poco después de salir nosotros, nos lo encontramos delante, despacio. Intentamos varias veces adelantarle, pero cuando lo conseguimos ya habíamos perdido tiempo. Al rato otro participante bloqueaba la carretera, con más pérdida. Otro más, que se había quedado sin gasolina, uno que estaba parado, lo empujamos por detrás, arrancó y aún así no se apartaba; en total adelantamos a cinco coches».

Lalao también fue rotundo, al explicar las razones de su abandono: «Al llegar cerca de la cima, el tiempo era infernal y nuestros neumáticos habían perdido los pocos clavos que tenían, pues eran de 120 y había quien había calzado más de 600. Total que penalizamos 33 minutos, siendo el máximo permitido 30. Tuvimos que abandonar y ha sido una verdadera lástima y una de las mayores decepciones de mi carrera».

Es, en todo caso, parte del inmenso legado de un Reverter cuyos hijos integran el patronato de la fundación dedicada a inmortalizar aquellas gestas, a las que habría que unir su papel determinante en la fundación de la Escudería Ourense o su actividad como diputado, representando a su provincia en el Congreso. Santi lo indica con la esperanza de que el museo ubicado en Santa Cruz se vea envuelto en un entorno lo más adecuado posible: «Tenemos un contenido muy interesante y falta añadir un restaurado Alpinche, ojalá seamos capaces de hacerlo atractivo».