De sentido y sensibilidad

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miguel villar

Alfonso Rodríguez presenta una nueva exposición de fotografía en el café Ollo Ledo bajo el título «Aisthetikós»

03 feb 2020 . Actualizado a las 18:16 h.

«Podemos perdonar fácilmente a un niño que teme a la oscuridad, pero la real tragedia de la vida es cuando los adultos le temen a la luz», Platón.

Configurándose como uno de los referentes culturales de la ciudad, el café Ollo Ledo presenta una nueva exposición de fotografía en su espacio, dirigido por el artista Xosé Vilamoure y su compañera, la pintora Marita Carmona. Obras de ella y la soberbia escultura de Vilamoure dialogan con la fotografía de Alfonso Rodríguez que a través de 35 imágenes da forma y voz a una sensibilidad alimentada de estímulos culturales y plásticos en Aisthetikós.

Siempre resulta sorprendente y sobrecogedora la obra de Vilamoure, creador tan inclasificable como carismático y lo es tanto en pintura como en la escultura que en el espacio Ollo Ledo se eleva como friso sobre las escaleras que conducen al megarón en el que se cuelgan las exposiciones temporales, conjunto que comisariado por Ángel Cerviño en Alterarte formaba parte de la exposición Animais en perigo de extinción en forma de una serie magnífica de cabezas, testuces y formas animales que en su pequeño tamaño trasladan la esencia, la vitalidad y expresión de cada especie en un formato que subraya la maestría y sensibilidad del artista.

Si de sensibilidades hablamos, centrémonos en la exposición que hoy nos ocupa, la fotografía conceptual de Alfonso Rodríguez. A través de Aisthetikós, vocablo que en griego significa percepción o sensibilidad a través de los sentidos y origen de la palabra estética, acuñada en el siglo XVIII como concepto de belleza; Rodríguez reflexiona sobre las conexiones que entre sensibilidad y percepción se generan ante la excitación que produce el estímulo óptico y su respuesta como una sacudida plástica.

Para Kant en Crítica del juicio la estética es: «la rama de la filosofía que investiga el origen del sentimiento puro y su manifestación como arte». Aristóteles desarrolla la idea de catarsis desde el punto de vista material, desplazando el idealismo platónico. El dualismo entre orden y caos, belleza y muerte se resume en la guerra de contrarios, la antítesis entre Eros y Thanatos que para Freud eran las dos fuerzas a las que el hombre se exponía. Creación y sensibilidad, deseo y muerte, autodestrucción e incluso repulsión. Exactamente los mismos términos que maneja Alfonso Rodríguez a partir de las microvisiones con las que construye un universo dialéctico a través de las imágenes fragmentadas que presenta como parte de un todo en el que los elementos como engranaje de un mecano se fusionan dentro de un magma pictórico.

El fotógrafo diletante en su deambular sosegado capta los vestigios del arte urbano, abandonados como santuarios contemporáneos del frenesí de la sociedad de consumo en el palpito del instante del no lugar. Los grafitis, muescas del paisaje urbanizado con su multicolor osamenta, estructuran como base de las composiciones efímeras que Alfonso visualiza y revitaliza a través de su cámara como un collage del paisaje que construye en torno a la luz y las sombras que generan los elementos vegetales como actores en una paraidolia emocional que en los patrones de la imaginación reconstruye la memoria.

El uso inteligente de la luz y su anacronía de sombras duras dota a la imagen fotográfica de una escala de grises y pictoricismo inaudito subrayado por las diferentes texturas del muro en sus laceraciones, grietas y rasguños que sugieren trazos informalistas, confusión de líneas expresionistas y abstractas como en un cuadro de Pollock que se equilibra con los cálidos y fugaces campos de color del art grafiti. De este equilibrio sinestésico de extrarradio a la repulsa. De la estética a la ética que pone en entredicho nuestra evolución ante el maltrato al que sometemos a los animales.

A través de una fotografía del matadero municipal, el fotógrafo Alfonso Rodríguez reivindica la falta de empatía por el sacrificio, el sufrimiento y la mala muerte de los animales que utilizamos para el consumo. La imagen reproduce una pintada que denuncia esta situación de maltrato animal: «Carne e asesinato. Liberación animal!!». Cuya venta destina íntegramente al nuevo emplazamiento del Santuario Vacaloura. Un final del trayecto que deriva en el fin del camino. La pulsión del Eros impulsa a conservar la vida antítesis del Thanatos que busca la nada de la no existencia. Matadero y laberinto de pasiones que es la vida. «Esfuérzate por no ser un éxito sino más bien para ser de valor», Albert Einstein.