Ni el mundial de Sudáfrica terminó tan tarde. ¿Lo recuerdan? Aquel paradigma de fútbol veraniego en terraza, cerveza o refresco en mano. Alguno intentó incluso exportar la vuvuzela para convertir el ambiente en más ruidoso, pero no había nada como los goles de la Roja para aumentar el aforo.
Coronavirus mediante, aún nos falta por completar la Champions y la Europa League. Con el Atleti ya en cuartos, esta misma semana volverán a ejercer su reinado televisivo el Real Madrid y el Barça, buscando los últimos billetes para entrar en la burbuja de Lisboa. Auguramos, con muchas opciones de acertar, un nuevo repunte en el aforo de los locales hosteleros con mayores comodidades, aún tomando las medidas necesarias para seguir combatiendo al covid-19.
Entre medias, de bar a bar podemos escuchar debates encendidos sobre el futuro del Dépor y de toda la Segunda División, o incluso de esas ligas de dos grupos que ya están propuestas para la categoría de bronce o la Tercera de los cuatro ourensanos. Sí, otra vez nuestro cuarteto. Que si Fran Justo se desplaza a O Carballiño, o algún futbolista habla con los directivos del vecino para saber si su proyecto es más ambicioso en un año tan complicado.
El balompié de por sí es febril, apasionado y, en verano, por mucho que la playa siga triunfando en este mundo de nuevos hábitos, lo es aún más. Si metemos en una coctelera torneos como la Champions, rumores, fichajes, pretemporadas y una nueva campaña a la vuelta de la esquina, nos sale un cóctel de lo más exótico. Eso sí, sin quitarnos la mascarilla y mejor por la tele.