Qué buena pinta tenía otra vez la subida hacia A Saleta. Todo apunta a que la tradicional romería de septiembre no será posible, tal como la entendimos hasta ahora, por mor de ese virus que nos puso a todos en jaque, pero los amantes del automovilismo se concentraron en hacer posible esa otra manifestación con ruido de motores.
Algunos prefieren no arriesgar y es una postura entendible. Hablamos de una pandemia mundial, que ha costado vidas y, ante eso, solo podemos ser tan responsables como respetuosos con las normas y con los sentimientos de cada persona. Aún así, resulta evidente que tocará convivir algún tiempo más con el covid-19 y solo lo conseguiremos recuperando nuestro ritmo de vida, aunque sea con nuevos hábitos o simplemente extremando aquellos que eran de por sí más saludables.
La mascarilla y los desinfectantes ya son utensilios diarios, en casa, en el trabajo y también en nuestro tiempo de ocio. En Galicia -y en Ourense sobre todo- el automovilismo es, además de una industria que mueve millones de euros, una afición que va más allá del mero deporte. Por suerte, el rali del nacional de Asfalto -que también pasó por O Carballiño- no dejó ningún sobresalto vírico. Ferrol volvió a ser un ejemplo de rigurosidad en las pautas este fin de semana, en el mismo marco estatal, y A Saleta abrió la competición autonómica de Montaña con el afán de volver a ser un ejemplo cívico. Es lo que se les puede pedir a todos, el máximo esmero en la batalla para frenar los contagios. El momento que vivimos solo podemos superarlo unidos y no viene mal algún que otro motor rugiendo.