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¿Sabría alguno de nuestros lectores quién es Sandra Sánchez si no hubiese participado en las olimpiadas?
16 ago 2021 . Actualizado a las 18:33 h.Terminamos las Olimpiadas de Tokio y aún conservamos el fervor de ver a compatriotas ganando medallas. Esto nos va a durar el tiempo que queda antes de comenzar LaLiga o, como ya ha pasado, hasta que algún futbolista famoso cambie de equipo.
Entre los gobernantes de la Roma antigua se generó la frase «pan y circo» para definir una política en la que se mantiene al pueblo entretenido y, a su vez, fuera del debate político. Pues los deportes olímpicos también tienen su «pan y circo» particular de la política mundial (ya sea política deportiva, económica, geoestratégica...)
Y de ahí salen estas preguntas que todos nos hacemos y que se responden sin exactitud: ¿Quiénes escogen los deportes olímpicos? ¿Por qué se escogen ciertos deportes?, y más significativo: ¿Quiénes excluyen y por qué excluyen ciertos deportes? Es el Comité Olímpico Internacional el que quita y pone a su parecer, independientemente de la implantación, tradición... de cada deporte.
Puede que personalmente vea el concepto «olímpico» irrelevante, debido en gran medida a que el deporte que alimenta mi vida y la de mis alumnos no tiene dicho adjetivo. Sin embargo, esto no desmerece ni un ápice el mérito deportivo de nuestros competidores. Quiero fundamentar este pensamiento con el ejemplo de Sandra Sánchez, medalla de oro en la modalidad de kárate en Tokio 2020. Podría escribir durante horas lo que significa su imagen para las artes marciales en nuestro país, o sobre mi admiración por su trayectoria deportiva, o sobre la grandeza que emana de ella al sacar del ostracismo la figura del entrenador en cada entrevista. Pero quiero utilizar la imagen de esta Jordan o Messi del kárate para reivindicar los deportes «no visibles».
¿Sabría alguno de nuestros lectores quién es Sandra Sánchez si no hubiese participado en las olimpiadas? La inmensa mayoría seguro que no. Sandra Sánchez es practicante de un deporte «no olímpico», el kárate (arte marcial de origen japonés), que gracias a la organización de los juegos en Japón consigue ser incluido en esta ocasión.
Pues es de ley proclamar injusto que, debido a que la política le ha quitado el ansiado adjetivo «olímpico» a su modalidad, ella no pueda revalidar su título en las siguientes olimpiadas. Esta deportista vuelve desde el 9 de agosto a las sombras de los deportes «no olímpicos», de deportes con dificultades de patrocinio, financiación, promoción... por una decisión «geoestratégica mundial» sin sustentación racional, ella y todos los deportistas de las modalidades que dejan de ser olímpicas, pasan a los puestos finales de las ayudas de gobiernos nacionales, autonómicos y locales, donde otros con menos suerte si cabe, estamos desde hace mucho tiempo.
Por todo esto, desde esta columna, hago una justa petición a los políticos que gestionan el deporte en nuestro país: repartan los recursos teniendo en cuenta la realidad nacional y según el buen hacer de cada modalidad, independientemente de los adjetivos «olímpico y no olímpico».