La pobreza se cronifica entre la clase trabajadora de Ourense

Fina Ulloa
Fina Ulloa OURENSE / LA VOZ

OURENSE

Cáritas tiene organizado su ropero de manera similar a una tienda, con los artículos clasificados por tipo y tallas
Cáritas tiene organizado su ropero de manera similar a una tienda, con los artículos clasificados por tipo y tallas Santi M. Amil

Cáritas aumentó las partidas para ayudar a gastos básicos como los de la vivienda

27 may 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

En el 2021 en la provincia de Ourense aumentaron las desigualdades sociales, los problemas de acceso y mantenimiento en la vivienda y la cronificación de la pobreza. Así se desprende del informe presentado por María Tabarés, la directora de Cáritas, sobre las actuaciones llevadas a cabo por la entidad en el segundo año de la pandemia. Una de las principales conclusiones que se extraen de la memoria es que la crisis económica derivada del covid, con pérdida de puestos de trabajo y de tejido productivo en todos los sectores, acabó de derribar hacia el precipicio de la pobreza a quienes ya vivían con lo justo y empeoró considerablemente las necesidades de los que ya estaban en ese segmento social. El 7,24 % de los que recibieron ayuda de la entidad llevan más de tres años vinculados a ella pero para 705 personas esta fue la primera vez que se veían tan necesitadas como para tocar esa puerta. «La situación ha empeorado. Hemos necesitado emplear más recursos para sostener a quienes llegaron a nosotros», resumió Tabarés.

El dato que más gráficamente refleja ese empeoramiento está en las cuentas de la entidad. Si en el 2020 fue necesaria una inversión de 2.032.107 euros para cubrir todas las necesidades planteadas por quienes buscaron apoyo en Cáritas, el 2021 se cerró con un coste de 2.269.515 euros. Y esos 230.000 euros más no se explican por un incremento exponencial de las personas asistidas. De hecho en el pasado ejercicio fueron 9.139 frente a los 10.342 registradas en el primer año de la pandemia. El servicio por el que pasaron más personas fue el de acogida integral y empleo (1.121), seguido del ropero, que atendió a 1.087 y el comedor social, del que se sirvieron 857 personas.

Entre otros aspectos, el resumen refleja que hay más personas que conviven bajo el mismo techo sin vínculo de parentesco entre sí para no verse en la calle. El 20 % de los atendidos el año pasado estaba en viviendas compartidas, infraviviendas o directamente sin alojamiento alguno. Cáritas acogió en sus recursos residenciales temporales a 89 personas sin hogar. La radiografía de la situación empeora si se tiene en cuenta que otro 56 % de los auxiliados destina el 65 % de sus ingresos a pagar el alquiler y gastos de suministros.

Aunque la mayor parte de los beneficiarios de Cáritas siguen siendo españoles, el pasado año aumentaron los inmigrantes extracomunitarios, especialmente los procedentes de Venezuela y Colombia. «La lentitud de las administraciones públicas a la hora de realizar los trámites de regularización dificulta aún más su situación», criticó María Tabarés. Sin esa regularización no pueden inscribirse en el servicio público de empleo para buscar trabajo, pero tampoco recibir ayudas económicas. «En este país abrir una simple cuenta bancaria para poder recibir una prestación pública es misión imposible para estos inmigrantes», ejemplificó.

Otro dato preocupante es el de los trabajadores pobres. Un 10,68 % de los atendidos tenían empleo pero sus sueldos fueron insuficientes para cubrir sus necesidades básicas.

También fue necesario incrementar la partida destinada al gasto farmacéutico. Solo en el ámbito de la salud Cáritas generó el pasado año 1.849 actuaciones, entre ellas acompañamientos a citas médicas. Igualmente subieron las becas de formación profesional repartidas. Cáritas trabajó en la capacitación de 589 personas en su plan laboral y consiguió 62 inserciones en el mercado.

La labor que desarrolla la entidad no sería posible sin el apoyo de los 407 voluntarios distribuidos todo el territorio provincial y a los que el obispo, Leonardo Lemos, enviaba un mensaje de especial gratitud, igual que a los 62 trabajadores de Cáritas y a los 143 socios y 343 donantes que ayudan a su financiación.

La entidad cerró el pasado ejercicio con un remanente de 89.111 euros que sirvió para afrontar los primeros meses del 2022, mientras no se regularizó la deuda de las administraciones para las que prestan servicios. A finales de año superaba el medio millón de euros. A día de hoy todas han saldado lo pendiente, salvo el Concello de Ourense, que debe 279.204 euros

«A muller é a que tira primeiro da familia e o home é o primeiro en tirar a toalla»

El perfil de quienes acudieron a Cáritas el pasado año buscando ayuda sigue siendo femenino (el 59 %). Mujer, española, con cargas familiares y que reside en una vivienda alquilada que se come el 60 % de sus ingresos, son las características más comunes de quienes inician la búsqueda tocando a la puerta de la entidad con el objetivo de intentar cubrir las necesidades más básicas para salir adelante. Dentro de ese gran grupo de madres, los datos del muestreo de Cáritas reflejan que la mayor parte tienen pareja, pero un 13,69 % afrontan la carga de sacar adelante a los menores a su cargo solas. En este aspecto, el resumen de actuaciones del pasado año de la entidad refleja otro problema colateral que preocupa a la directora de Cáritas: «El 38 % de las personas atendidas tenían hijos menores, lo que pone de manifiesto las dificultades que tienen muchas de nuestras familias y la exposición a la pobreza de los niños».

Pero que la cara de quienes más se acercan a la entidad sea femenina no implica que en todos los servicios de Cáritas, ellas sean mayoritarias. De hecho, en el comedor social, por ejemplo, se atiende a más varones, igual que son mayoría entre los que suelen encontrarse viviendo en la calle y presentan una situación de mayor deterioro social.

«A realidade é que a maioría da xente que acude ao servizo de atención primaria son mulleres porque son as que primeiro tiran da familia; mentres que os que deixan de tirar en primeiro lugar solemos ser os homes. O home é o primeiro en tirar a toalla», resumía el delegado diocesano de Cáritas, Ángel Feijoo, para explicar esa diferencia de género en los servicios.