El pasado día 18 tuvo lugar el ingreso de Roberto Verino en la Real Academia Galega de Belas Artes como académico numerario, en la sección de arte e imagen. Roberto Verino, artista, diseñador de moda, empresario y hombre de bien, orgulloso de su cuna y de su gente, recibió ese día el merecido, emotivo, caluroso y entrañable reconocimiento a su larga y exitosa trayectoria personal y profesional. El acto se celebró, por expreso deseo de Verino, en el auditorio de su Verín natal, cedido gentilmente por la corporación municipal que preside mi colega, y a pesar de ello, excelente amigo, Gerardo Seoane. El sabor a fiesta se palpaba en el ambiente y allí, en el vestíbulo de entrada, estaba el nuevo académico recibiendo y saludando uno a uno a todos los asistentes. Después, y con el auditorio a rebosar, comenzó Roberto su discurso de ingreso, que tuvo que interrumpir 4 o 5 veces por la incontenible emoción que le embargaba cada vez que hacía referencia a su familia, a su gente o a su querido Verín; su voz se quebraba y sus lágrimas afloraban a sus ojos, y solo los espontáneos y cariñosos aplausos de los que allí estábamos le devolvieron la calma necesaria para poder continuar; fue un discurso entretenido y muy bien hilvanado, pero sobre todo un canto al mundo de la moda, al arte y, como no, a su familia, a su tierra y a su gente, preñado, además, de agradecimiento y humildad. La contestación corrió a cargo de Xurxo Lobato, enorme fotógrafo, y como Verino, un tipo sencillo, próximo y entrañable y que, precisamente, fue el que propuso, ante sus compañeros de la Academia, el ingreso de su amigo Roberto Verino. Terminado el acto, y allí mismo, disfrutamos de un magnífico ágape regado, como no puede ser de otra manera, por los excelentes y premiados vinos “Terras de Gargalo”. Fue un día para enmarcar y recordar; un día en el que quedó patente que Verín tiene motivos más que suficientes para sentirse orgulloso de contar entre sus hijos con un tal Manuel Roberto Mariño Fernández, alias Roberto Verino. Todo un crac.