Me huelen a chamusquina todas las señales que me llegan desde las oficinas del Pazo dos Deportes Paco Paz. El COB tiene a la vuelta de la esquina el inicio de la pretemporada (está fijado el primer entrenamiento para el 29 de agosto) y lo cierto es que no se mueve nada, al menos de puertas para afuera, en el mercado de fichajes. El equipo viene de un verano convulso. Tras un surrealista proceso que acabó con la salida (o no) del consejo de administración de Pedro Fernández, lo cierto es que el equipo parece haberse quedado desnortado. El embrollo de las acciones tiene pinta de que acabará en el juzgado y lo que más me preocupa es que esas polémicas acaben por pasar una dura factura en la pista. Nunca me llegué a creer esos sueños de Pedro Fernández de que el COB pasaría por la LEB Oro como un rayo camino de la ACB. Pero de ahí a apenas reforzar el equipo con un par de jugadores que no ilusionan a la afición hay un trecho. La competición será dura. Hay equipos de postín, incluido el Estudiantes, y para no volver al infierno de la LEB Plata —una competición menor y que no es viable económicamente para una plaza con el caché de Ourense— hará falta algo más que buenas intenciones.
A la espera de que se cierre la plantilla, el pesimismo cunde en los aficionados que se preguntan si aquellos que tantas trabas pusieron al dueño del Grupo Hereda para que desarrollará su proyecto en Ourense tenían realmente un plan B. En cuanto empiece a rodar la pelota y entren o no los triples, veremos quien tenía razón. Yo, de momento, empiezo a olvidarme de ver a los grandes de la ACB.