En 1963 un campesino de Ourense decía haber visto aterrizar un OVNI: «Hablé con los tres tripulantes»

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Recreación de un OVNI
Recreación de un OVNI INTERNET

Hace 60 años, en 1963, se conocía el supuesto episodio del platillo volante que se avistaba cerca de la laguna de Antela

25 sep 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

El fenómeno OVNI está más de actualidad que nunca. Tras décadas de misterio, versiones de todo tipo en relación a supuestos avistamientos, visitas de seres de otros planetas y alienígenas a resguardo en almacenes secretos de Estados Unidos, se empieza a dar carta de naturaleza a todo lo relacionado con la ufología y se reconoce el derecho de los ciudadanos a saber lo que ha ocurrido en las últimas décadas.

Tras un arduo, largo —en ocasiones disparatado— y enrevesado debate en una comisión en Estados Unidos se ha reconocido que los ciudadanos tienen derecho a saber y la NASA nombró a un director de investigación sobre ovnis para indagar en los que se considera «uno de los mayores misterios de nuestro planeta». Una circunstancia que desde algunos programas de televisión especializados se ha visto como un importante paso adelante para arrojar luz sobre este fenómeno.

Noticias de actualidad aparte, lo cierto es que todo lo relacionado con los ovnis, platillos volantes y demás ha tenido presencia periódica en la sociedad y hace 60 años era un vecino de la comarca de A Limia el protagonista de un supuesto suceso relacionado con los avistamientos.

 «Vuelven los platillos volantes»

El 19 de septiembre de 1963 La Voz de Galicia publicaba una noticia que daba cuenta de un hecho ocurrido en la provincia de Ourense con titulares de lo más ilustrativo: «Un campesino ourensano asegura que vio aterrizar un extraño artefacto. Añade que habló con los tres tripulantes». El encuentro se habría producido cerca de la laguna de Antela y en la información —a tres columnas e ilustrada con una imagen y un dibujo alusivos a los platillos volantes— se daba cumplida cuenta de cómo se había desarrollado el encuentro. Firmaba el texto Rubén San Julián y el protagonista eludía identificarse. El autor de la crónica resolvía esta circunstancia en las últimas líneas del texto: «¿Su nombre, por favor? De ninguna manera, no quiero ser la rechifla de toda la comarca».

LVG

Acceda aquí a la noticia publicada en 1963

Los hechos habían ocurrido el día 7, cuando el hombre «vio como descendía un extraño artefacto. Era un platillo volante». El informante aseguraba que había hablado con los tres tripulantes y describía la nave con profusión: «Una cosa redonda, parecida a un pan, aunque más aplastada y sin hélices, ni alas, ni nada que sobresaliera. El aparato despedía un brillo especial y un ruido apagado y silbante». Contó a su familia lo ocurrido, no le creyeron, y valoró hacerlo con el cura. Lo descartó para que no le tacharan de loco. Atormentado por el silencio, había decidido hablar para que fuese notificado a quien correspondiese, para descargar su conciencia y para no cometer delito.

El cielo estaba despejado y había una claridad radiante cuando vio una luz a lo lejos. Creyó que había caído una estrella. Cuando «la cosa» se posó despacio en sus inmediaciones se acurrucó junto a un árbol, rezó devotamente y se santiguó. La curiosidad pudo más, y luego se acercó ocultándose tras unos chopos. Bajaron tres hombres «vestidos como aviadores, con trajes relucientes como la plata, sin gafas ni gorros». El limiao se acercó, convencido de que eran tripulantes de un satélite y precisaban ayuda.

El hombre se quedó anonadado, sin saber qué hacer y presa del espanto. «Tenían la piel de las manos y la cara roja, con destellos, como si llevasen una capa de fósforo. El pelo era de color oro. La frente muy ancha, como dos de las mías. Los ojos, tan grandes como los de una ternera, relucían como los de los gatos por la noche». Quiso huir, sintió respeto y temor, lo vieron y no hicieron nada, como si no les importase su presencia. «El que estaba más cerca levantó la mano, como una maza, y le habló en castellano, con acento parecido al catalán: no tenga miedo». Su interlocutor le leía el pensamiento y contestaba a sus preguntas no realizadas: no pertenecían a ninguna nación conocida, procedían de «más allá de donde alcanza su vista, detrás de las estrellas» y el color era «cuestión de luz y de tiempo». Se acercaron a un río cercano, recogieron piedras y tierra y le dijeron que no se acercase a la nave porque corría peligro.

El fenómeno ovni tenía presencia periódica en aquellos años. En 1962 dos ingenieros belgas anunciaban que iban a lanzar un platillo volante, en diciembre de ese mismo año un coruñés decía haber visto uno en el firmamento. Y antes de concluir el año se avistaba un platillo volante en el aeropuerto de Buenos Aires y en Catania.

19-9-1963

Un vecino de la comarca describía un encuentro con un platillo volante y sus tripulantes acontecido una noche junto a la laguna de Antela.