El juicio contra la mujer acusada de descuartizar a un amante que había conocido en un chat de citas comenzará en Ourense el 21 de octubre

Marta Vázquez Fernández
M. Vázquez OURENSE

OURENSE

La acusada del crimen de Cortegada (con un chubasquero amarillo) entrando en su casa durante la reconstrucción del crimen
La acusada del crimen de Cortegada (con un chubasquero amarillo) entrando en su casa durante la reconstrucción del crimen Santi M. Amil

La Fiscalía reclama una condena de 18 años de prisión para la sospechosa, que será juzgada por un jurado popular

21 jun 2024 . Actualizado a las 16:35 h.

La Audiencia Provincial de Ourense ha señalado fecha para el inicio del juicio por el crimen de Cortegada. El próximo 21 de octubre se ha marcado en el calendario del tribunal de la sección segunda como el día de inicio de las sesiones en las que un tribunal popular tendrá que juzgar a la mujer a la que se acusa de haber matado, descuartizado y enterrado a un amante de 56 años al que había conocido semanas atrás en una web de contactos. Tal y como establece la ley del jurado, el magistrado presidente ha emitido ya el auto de hechos justiciables, en el que, además de la fecha del juicio, detalla los hechos que han de ser enjuiciados por los nueve ciudadanos que compondrán el jurado popular, resolviendo sobre los medios de prueba propuestos por las partes.

De esta forma, se han admitido las pruebas propuestas por el Ministerio Fiscal y por la defensa de la acusada. Además, el magistrado indica que el jurado deberá pronunciarse sobre el grado de ejecución y de participación de la sospechosa en el crimen, así como sobre el «título de los delitos que constituyen» y sobre las circunstancias modificativas de la responsabilidad criminal.

En el banquillo de acusados se sentará Cristina R. V. Esta mujer de 29 años se presentó en la mañana del 20 de diciembre del 2021 ante su médico de cabecera y le confesó que meses antes había acabado con la vida de un amante al que había conocido en un chat de citas. El hombre había ido a visitarla a su casa de Cortegada, pero la relación no había funcionado y ella había decidido acabar con su vida tras pedirle que se marchara. Poco después fue detenida y, ante la Guardia Civil, repitió la confesión y señaló algunos de los lugares en los que había enterrado, por partes, los restos de su víctima. Su ingreso en prisión no tardó en decretarse y en esa situación sigue a día de hoy.

La Fiscalía de Ourense atribuye a la sospechosa un delito de asesinato por el que reclama 18 años de cárcel. A la mujer se le aplica una circunstancia atenuante de alteración psíquica tras constatar los forenses que su ansiedad generalizada y su trastorno obsesivo compulsivo limitaron moderadamente su voluntad cuando acabó con la vida de su amante. Eso sí, no aprecian los expertos esa afectación a la hora de la manipulación del cadáver y su empeño por hacerlo desaparecer, concluyendo que «no existe alteración de la inteligencia» y que la presunta asesina «comprende perfectamente» la ilicitud de los hechos de los que se le acusa.

El informe de esta parte relata que el primer contacto entre Cristina R. V. y José María R. Z. lo facilitó la red social de contactos Jaumo. Ambos hicieron un match y empezaron a hablar con frecuencia, tras intercambiarse los números de teléfono. Tan buena parecía ser la relación que ella lo invitó a su casa de Cortegada a pasar unos días. El hombre, viudo y con una minusvalía, contó a su madre y a su hija que iba a conocer a la joven. Nunca más lo vieron con vida.

Y es que a pesar de que telemáticamente la pareja congeniaba, cuando se conocieron el uno al otro el entusiasmo se desinfló. Constata el informe de la acusación pública que se produjeron varias discusiones entre la pareja. Él estaría más enamorado que ella, quien, desencantada y ante el temor a que su amante no tuviera intención de marcharse -había volado con billete solo de ida- decidió acabar con su vida.

Esto ocurrió en la noche del 23 de agosto. La acusada, ejecutando un plan premeditado, le dio a su amante una bebida que contenía zolpidem (un medicamento hipnótico) y un antidepresivo. La cantidad que usó debió ser alta, porque José María se quedó dormido al poco tiempo, hasta el punto de la inconsciencia, señalan desde la Fiscalía. Y así, cuando la víctima no podía presentar resistencia, la acusada utilizó un almohadón para asfixiarlo, presionando fuerte hasta que notó que ya no respiraba.

Hizo unas hogueras

No especifica el informe la hora de la muerte ni tampoco si transcurrió mucho o poco tiempo hasta que la presunta asesina, mostrando mucha sangre fría, empezó a ejecutar su plan para eliminar las huellas de su crimen. Trasladó el cadáver de José María al jardín de su casa y allí «realizó una serie de hogueras». En una de ellas arrojó el cuerpo, rociándolo con gasolina para que actuara como acelerante. Luego descuartizó lo que quedaba y enterró los restos en su jardín. En uno de los laterales de su casa apareció un pie que, se confirmó, era de José María.

Pero durante meses la ausencia de este hombre se consideró una desaparición. Fue su madre la que, tras varios días sin noticias de su hijo acudió a presentar denuncia ante los Mossos d'Esquadra. La progenitora contó los últimos movimientos de su hijo, por lo que enseguida los investigadores catalanes contactaron con la Guardia Civil de Ourense. Los agentes del equipo de policía judicial acudieron a la vivienda de O Rabiño (Cortegada) en la que había estado José María y le preguntaron a Cristina por su paradero. Ella admitió que había estado en su casa, contándoles que tras unos días juntos él había decidido marcharse.

Era una mentira con las patas muy cortas. Los agentes sabían que la última señal del móvil del hombre se había detectado en las inmediaciones de la casa de su amante e hicieron varias búsquedas por los alrededores, algunas con perros. En las semanas previas a la confesión, visitaron con frecuencia la casa de la sospechosa, que al final se derrumbó ante un profesional sanitario.

Durante un tiempo los agentes no descartaron que Cristina hubiera podido tener un cómplice que la ayudara a cometer el crimen o a deshacerse del cadáver. Parecía dar fuerza a esa hipótesis el hecho de que meses después del crimen se encontraran bolsas con más restos de la víctima, pero la hipótesis no llegó nunca a confirmarse. La acusada se sentará sola en el banquillo de acusados.