Viajó desde Ourense hasta Valencia para recoger un Land Rover que había comprado por 600 euros y descubrió que lo habían estafado
OURENSE
El comprador del coche denunció al hombre con el que habló por teléfono y a su cuñado, al que le envió el dinero, pero ninguno de los dos ha sido condenado
10 dic 2024 . Actualizado a las 18:17 h.En enero el año 2020 un particular residente en Ourense vio en una conocida web de compraventa de artículos un anuncio de un coche. Se ofertaba un Land Rover de la serie 1 con un precio que al particular le llamó la atención. El vendedor pedía 600 euros, una cantidad muy por debajo de lo que suelen costar este tipo de coches en el mercado de segunda mano, así que el trato no tardó en llegar.
Acordaron que el comprador enviaría el dinero a una cuenta corriente, pero el vendedor alegó tener problemas en la suya propia y le pidió que transfiriera el dinero a su cuñado. Así lo hizo, enviando posteriormente a esa misma persona otro ingreso de 465 euros, en concepto de transporte de vehículo.
El comprador nunca desconfió de que todo aquello pudiera ser una estafa. Ni siquiera cuando el dueño del todoterreno le dijo que tenía que ir a Valencia a recogerlo, a pesar de que ya había pagado los gastos correspondientes al traslado hasta Galicia. Accedió a cruzar España y viajó hasta la capital mediterránea, pero el coche nunca apareció. Acudió al lugar que le habían indicado previamente, pero el vendedor no se presentó ni tampoco volvió a contestar nunca más a sus llamadas. Entonces se dio cuenta de que todo había sido un engaño y comprendió los motivos por los que el precio de la operación había sido tan bajo.
Únete a nuestro canal de WhatsApp
Pruebas que llegaron tarde
Y decidió denunciar. Nada más regresar se personó en una comisaría de Policía, facilitando los teléfonos desde los que habían contactado con él para la venta, así como el nombre de la persona a la que le hizo la transferencia. Se hicieron indagaciones y se acusó al falso propietario del coche y a su cuñado, pero ambos han quedado absueltos por los fallos en la investigación posterior. Uno de ellos se encuentra en paradero desconocido, y no se ha podido condenar al otro porque las pruebas que se practicaron en su contra llegaron cuando ya se había cerrado el tiempo de instrucción. La togada cree que condenar con esas evidencias sería «un fraude» y advierte también de que no cabe culpar a un acusado por ser el cómplice de un delito cuyo autor no se ha encontrado.