Di Renzo salvaguarda el empate de un Ourense CF que sobrevive en O Couto (1-1)

Las igualadas comienzan a saber a poco a los clubes que pelean por la permanencia en la Primera Federación. Aún así, el Ourense CF saboreó el dulce del gol postrero de Gonzalo Di Renzo, para coronar en tablas (1-1) un duelo de urgencias frente al Barcelona Atlétic. Sigue sin salir del furgón de cola y persiste en su empeño.

Entraron al choque ambos equipos con mayor vocación de resguardarse que de hacerle daño a su adversario. En el filial podía verse calidad en los toques y también el desconcierto de más de un futbolista fuera de posición. La dupla gallega de Rubén López y Raúl Dacosta en el costado izquierdo era de lo más vertical de un partido sin áreas en su primer cuarto de hora. Tardó solo un poco más el ourensano en culminar una de sus proyecciones con un centro que despejó como pudo Marqueta.

Rebasados los 30 minutos, los de casa ataron mejor a Dacosta y lograban recuperar más arriba, provocando las primeras llegadas. Ander Astralaga —en dinámica de primera plantilla— se adelantó a Carbonell en una acción seguida de una gran alianza azulona. Alberto Gil filtró hacia Jairo Noriega, quien remató con malicia y obligó al meta vasco a sacar una mano con guante de oro. La jugada continuó y Xesc Fullana remató alto desde el balcón del área.

A los jóvenes visitantes les temblaban las piernas y no eran capaces de superar la presión del once alineado por Pablo López. Jairo ya había metido la directa y se fue en una galopada vertical, pero no acertó en la decisión y su pase atrás fue interceptado. El coruñés tuvo una más antes del intermedio. Josema Raigal se la dio en profundidad y Astralaga sacó el uno a uno, cuyo rechace envió Carbonell a las nubes.

En el paso por vestuarios, Eduard Sánchez incluyó a un lateral diestro específico, Landry Farré, en el lugar de un Sergi Domínguez reconvertido. La puesta en acción de su equipo fue más energética y Dacosta volvió a ensayar el disparo, al rechace de un balón que Moi le rebañó a Cedric. El mismo Raúl recibió tras una media vuelta del juvenil Guille Fernández y forzó un córner, anunciando que los barcelonistas sabían percutir en el área.

Los ourensanos también sacaron las uñas y una internada profunda de Hugo Sanz terminó con la entrega a la boca de gol, donde Carbonell no llegó por milímetros, zarandeado por su par. La respuesta en el ida y vuelta la invirtieron Dacosta y Guille. Esta vez el ourensano sirvió a su compañero, que pecó de egoísta al buscar el ángulo corto, a las manos de Marqueta sin ver el desmarque de Cedric.

La disputa penduleaba a un lado y a otro, cuando Jairo mandó al área chica un pase envenenado que repelió Álvaro Cortés. El mencionado Landry también olió diana al pisar línea de tres cuartos, pero su centro chut se fue lamiendo el palo contrario, sin encontrar rematador. López Vidal reajustó su formación con Jerin y Ángel Sánchez, que en una baldosa se deshizo de su marcador y cedió a Jairo. Alto. En esa montaña rusa apareció Guille Fernández (16 años, ADN culé). Encontró cuero en la frontal, se lo acomodó en la derecha y dibujó una parábola imposible para Marqueta. Golazo, de los que tumban a cualquiera, pero otra vez más, el Ourense CF levantó la cabeza.

La lesión de Cortés desorganizó de nuevo la zaga visitante y en el partido roto ingresó Gonzalo Di Renzo, a la postre fundamental. Con los catalanes durmiendo el juego, el anfitrión insistía en llevar balones arriba. Moi y Carbonell la forzaron en un saque de esquina, hasta que fue Jairo el que conectó con el ariete argentino. Se giró y la enchufó, con Landry desviando a la desesperada. A la jaula y reparto de puntos. Una batalla ardua.

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