
No os voy a engañar, he comenzado a escribir cuando quedan 8.27 minutos para terminar el partido que el COB ha perpetrado en Morón porque de poco importa perder de 20, 30 o 35. ¿Quién era el colista? Difícil de decir si se mira al marcador, demasiado fácil de señalar cuando se valora en función de la intensidad y las ganas de jugar al baloncesto de cada contendiente. Porque no nos olvidemos, con este juego Morón no debe ser último y los ourensanos, a priori, quieren (o querían) jugar el play off de ascenso a la ACB.
Decía Hamlet que «algo huele a podrido en Dinamarca». Pues bien, en Ourense ahora mismo el olor no es mucho mejor, algo no va bien, aunque muchos intenten ocultarlo. Preocupa, y mucho, la imagen de un equipo que se descompone con la misma facilidad que las pérdidas de balón y el desacierto desde cualquier parte de la cancha forjan una tétrica estadística. Es realmente compleja la situación que afronta el equipo que dirige en la distancia Moncho López. Más complicada de digerir lo es para una afición que seguramente se echó las manos a la cabeza mientras intentaban tragarse el despropósito cobista. «Si te dan ganas de apagar la tele, malo», me recuerda un amigo. En el partido ante los andaluces, pasó antes de llegar al descanso. Una cosa es perder, otra no aparecer en el partido.