Un incendio intencionado y con dos focos calcinó 850 hectáreas en Carballeda de Valdeorras

María Cobas Vázquez
María Cobas O BARCO

CARBALLEDA DE VALDEORRAS

Imagen del fuego de Casaio el domingo por la mañana.
Imagen del fuego de Casaio el domingo por la mañana. TARA BLANCO

Los servicios de extinción dieron el fuego por estabilizado a las nueve de la noche

07 sep 2025 . Actualizado a las 22:32 h.

Sábado. Calor, mucho calor y la previsión de que de noche haría mucho viento. Esas condiciones fueron aprovechadas por un incendiario para provocar un incendio forestal en Casaio (en Carballeda de Valdeorras), la misma parroquia en la que un fuego procedente de Zamora arrasó más de 4.000 hectáreas en agosto. «Quen lle prendeu sabía da perigosidade do día, un día de moito calor, coñecía o lugar e a dirección do vento», decía la alcaldesa, María del Carmen González. Los datos recogidos por los técnicos apuntan a la intencionalidad del fuego. «Foi provocado», añadía.

El sábado al final del día las estimaciones provisionales de la Consellería do Medio Rural eran de 150 hectáreas ardidas. Pero llegó la noche y también el viento. Las fuertes rachas registradas durante la madrugada dificultaron las tareas de extinción. «Ás tres da mañá foi un momento moi duro. Había uns refachos de vento que os técnicos calculan que eran duns 75 quilómetros por hora. E aínda que os servizos de extinción traballaron moito e moi ben, había momentos nos que non se podía porque tragaba o vento todo», contaba González. Por la mañana habían ardido 500 hectáreas, a mediodía iban unas 700 y a última hora de la tarde del domingo, el balance de terreno quemado era de 850 hectáreas, según la Consellería do Medio Rural.

«A noite estivo fastidiada», resumía Francisco Fernández, presidente de la comunidad de montes de Casaio mientras ayudaba a los equipos de extinción a moverse por el monte. Nadie como los locales para indicar dónde están las pistas o los mejores accesos a cada punto. Había dos grandes focos activos, uno que iba monte arriba hacia la zona del refugio de Fonte da Cova y otro que bajaba la ladera en dirección al río. En el primero se hizo un contrafuegos para evitar que avanzase en dirección a León (en Fonte da Cova está el límite entre Galicia y la comunidad castellanoleonesa). «Hai que evitar que entre nos pinos porque senón non hai que o pare», explicaba Fernández. Y, tal y como sucedió hace apenas dos semanas, había temor por el Teixadal. Las llamas se aproximaron a uno de los bosques de tejos más importante de Europa, con más de 400 ejemplares. «Outra vez intentando salvalo», apuntaba Fernández.

En el otro flanco, el fuego avanzó hacia el río Casaio. Estaba en línea recta a apenas un kilómetro de distancia del pueblo del mismo nombre. «O único bo é que o aire vai á contra do lume, así que xoga ao noso favor. A ver se o damos cerrado», señalaba el presidente de la comunidad de montes. El cauce era estrecho y se temía que si las llamas lo cruzaban fuese mucho más difícil parar su avance. Pero se consiguió frenar antes.

A última hora de la tarde, Fernández respiraba tranquilo. «Agora xa está case parado. Sigue ardendo algo, pero a cousa está ben», decía. Preveía poder pasar la noche en casa. A las diez de la noche llegaba la mejor de las noticias: los servicios de extinción daban el fuego por estabilizado. Aún había trabajo, pero no peligro.

El presidente de la comunidad de montes vecinales: «O que nos queda é a ruína»

En las labores de extinción trabajan equipos profesionales, pero también los vecinos. Desde que se detectó la presencia del incendio, que se inició en la zona donde se hizo un contrafuego hace apenas dos semanas, no han parado. Tratando de frenar el incendio y también de minimizar sus posibles consecuencias. «Onte á noite foron mover o gando, porque estaban en perigo as vacas e os cabalos», explicaba Tara Blanco, vecina de Casaio. Contaba a media mañana que la imagen era desoladora: «O que quedaba sen arder estase queimando agora».

«O que nos queda é a ruína», lamentaba Francisco Fernández, presidente de la comunidad de montes vecinales. Cita entonces los barracones de las minas, «que ninguén nos axuda a mirar por elas e agora acabaron por arder».

Más de la mitad de la superficie

Está preocupado por el futuro del ganado y del propio pueblo. «Se agora non deixan pastorear en tres anos non sei que va ser dos que teñen vacas», decía. Carballeda no es un concello con una gran cabaña ganadera, pero «200 vacas hainas». Tampoco tenía claro el futuro del propio monte comunal. «Todo o que ardeu é noso», decía. Se refiere a las más de 4.000 hectáreas quemadas en el mes de agosto, a las que todavía faltan por sumar las del incendio todavía activo. Son casi la mitad de las entre diez y once mil que están en mano común. Cuatro mil las tienen arrendadas a diferentes canteras de pizarra, que es el principal motor económico de la comarca de Valdeorras.