Jesús Rocha, emigrante retornado y acordeonista aficionado: «Por máis que te integres, cando emigras es estranxeiro e a terra tira»

O BARCO DE VALDEORRAS
A punto de cumplir 80 años, forma parte de dos grupos de música en Valdeorras
09 abr 2023 . Actualizado a las 05:00 h.En junio cumplirá 80 años, pero ni el aspecto ni la vitalidad hacen fácil adivinarle la edad a Jesús Rocha González. Mantiene una vida social activa y no tiene pensando bajar el ritmo «mentras o corpo aguante». De espíritu inquieto, lo suyo es quedarse en casa lo justito. Cuando no está ensayando en Manzaneda está de cantos de taberna con Abertal o de visita en su As Neves natal, adonde regresa para ver a los amigos y, en temporada, comerse un plato de lamprea.
Nacido en la raia pontevedresa, tenía nueve años cuando se mudó a Vigo. «Os meus pais tiñan negocio e fomos vivir alí», señala. En la ciudad olívica pasó hasta los 18, momento en el que decidió «saír a ver mundo». Una vecina del pueblo tenía a su suegra en París y le habló de las oportunidades que allí había. Y se fue. «Marchei cun pasaporte de estudante e 5.000 pesetas no peto», recuerda. Era octubre, la construcción estaba parada, y las cosas no fueron fáciles. «Estiven un mes dando tombos ata que un rapaz de León que coñecera alí e eu decidimos ir a Suíza», continúa su relato. «Paráronnos no control de fronteira e pedíronnos o contrato de traballo, que era necesario para que che deixaran pasar. Nós non tiñamos e chapurreamos en francés cos gardas como puidemos e ao final deixáronnos pasar», relata. Llegaron a Berna un 16 de noviembre a primera hora de la mañana. «Había unha nevarada impresionante e díxenlle ao amigo: eu marcho a semana que vén», añade. Pero no fue así. «Ao final 17 anos durou a historia», una que incluye también enamorarse. Suso conoció a su mujer, vecina de O Barco de Valdeorras, «nunha viaxe de vacacións». Coincidieron en la estación de Berna y de nuevo en el tren de vuelta. Empezaban entonces una relación que acabó en boda y formando una familia con tres hijos y cinco nietos.
Todavía tenían solo dos cuando, en el año 78, decidieron volver a Galicia. «A miña muller non estaba moi convencida, ela quería quedar, pero eu díxenlle que ou viñamos daquela, que os rapaces aínda eran pequenos, ou quedabamos para sempre. Porque se os fillos fan vida alí xa non volven», cuenta. Para entonces la mayor tenía 12 años y el pequeño (que en Valdeorras se convirtió en el mediano), 8. Rocha no quería quedarse allí. «Por moito que intentes aprender o alemán e por máis que te integres, cando emigras es estranxeiro e a terra tira. Decidimos volver antes de que fora demasiado tarde». Se instalaron en Vigo pero las cosas no fueron fáciles. Estaban valorando volver a emigrar cuando supieron del traspaso de la tintorería Walkyria en O Barco. Decidieron probar. «A miña muller traballaba diso aló en Suíza e eu estaba disposto a aprender, así que collémola», señala. Ya nunca más se fueron. Dedicaron treinta años de su vida al negocio y después se jubilaron. Juntos disfrutaron el retiro hasta el fallecimiento de ella, hace cuatro años.
Todavía trabajando, Rocha decidió recuperar su afición por la música. Ya en Vigo había ido a clases de acordeón cuando apenas tenía once o doce años. «Eran cousas de nenos e deixeino», recuerda. En el 2007 retomó las clases, esta vez en la escuela de música de O Barco. Cuatro años después se fue para A Rúa de Valdeorras, con Abertal. «Daquelas estaba Manuel Olegario e metinme con el nos cantos de taberna», señala. «Quedar quedas mallado de andar todo o día de arriba para abaixo co acordeón. Eu sempre lle digo ás rapazas que tocan comigo que non lle vou aguantar sempre, que poden ser as miñas netas, que xa non teño 30 anos», cuenta entre risas. Y acto seguido añade: «Hai que divertirse mentres o corpo aguante».
«O acordeón é o instrumento máis completo, pode facer a festa só»
«É un dos instrumentos máis completos», contesta Rocha a la pregunta de por qué eligió el acordeón. Y añade: «Tocas coa dereita, acompáñaste coa esquerda. Podes facer unha festa con el só, non precisa máis instrumentos». Presume de su última adquisición, un acordeón con hasta once registros. Le gustan mucho los cantos de taberna. «É para divertirse, son moi alegres, cantas cancións de festa», relata. Para tocar más pausado, tiene el grupo Airiños da Porta Falsa. «Para tocar aí xa tes que ter coñecementos de solfeo», señala. Y entonces le gusta probar con los boleros, las cumbias o los pasodobles, «pezas que requiren máis técnica, paciencia e traballo». De hecho, asegura que aunque se divierte mucho con los cantos de taberna, si tuviera que elegir se quedaría con «tocar tranquilo». Ensaya en Manzaneda y A Rúa, aunque a veces también lo hace en su casa. «Aínda boto algún ratiño tocando, pero non lle dedico o tempo que lle tiña que dedicar; pero hai que repasar de vez en canto porque se botas un ano sen tocar unha peza, despois non sabes volver», reconoce. Se anima más, dice, si tiene compañía.
QUIÉN ES
DNI. Jesús Rocha González, Suso, nació en As Neves (Pontevedra) en 1943.
A qué se dedica. En Berna (Suiza) trabajó en una panadería, un restaurante, una fábrica de embutidos y una empresa de montajes eléctricos. En O Barco regentó una tintorería.
Su rincón. Elige el Malecón de O Barco, a orillas del Sil, un lugar al que le gusta ir a pasear.