«Recuerdo trabajar de día y de noche y enlazar semana con semana»

La Voz OURENSE / LA VOZ

O CARBALLIÑO

miguel villar

Cuando Carmen Ferradás se jubiló, su hija, María del Carmen Rodríguez, tomó las riendas de Floristería Carmiña de O Carballiño, un establecimiento que abrió sus puertas en el año 1979

21 feb 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

La historia de Carmen Ferradás Cerdeira, de O Carballiño, es la de muchas mujeres que tuvieron que emigrar a Alemania dejando a sus hijos en Ourense y que decidieron regresar para no perderse toda su infancia. Explica que a los 15 años aprendió a coser. Se fue a Vigo a cursar corte y confección y más tarde a Lalín, a formarse en bordado. En esa época ya había conocido a su marido, Antonio Darío Rodríguez. Se casaron cuando tenía 20 años. Ella trabajaba, pero él decidió emigrar a Alemania para buscar un futuro. Un año después Carmen lo acompañó, dejando a su hija María del Carmen, recién nacida, al cuidado de los abuelos. Enseguida encontraron trabajo, pero la distancia pesó demasiado. «Dejar a mi hija fue horroroso. Hablaba todos los días con ella y no paraba de llorar», recuerda Carmen. Así, tras ocho años en el extranjero, decidieron hacer las maletas y regresar.

Ya en O Carballiño siguió trabajando como modista, pero Antonio no conseguía un empleo. «Pensaba que eso no podía seguir así siempre, ya que él tenía que ir todos los días a O Irixo a trabajar la tierra de sus padres», recuerda. Y así, con los ahorros que hicieron en Alemania, pudieron montar un negocio en la calle Brasil de O Carballiño. El mismo lugar donde ahora sigue trabajando su hija. Primero fue bazar. Y más tarde se centraron en la venta de flores. De eso hace 42 años. «Recuerdo que era un 28 de diciembre. Abrí la puerta del comercio, salí a la calle, miré a los lados —antes no había casi ni calle— y pensé ¿cómo nos irá?», recuerda.

Carmen no se imaginaba ese día que Floristería Carmiña seguiría abierta 42 años después. En aquel momento, dice, eran los únicos que preparaban coronas de flores y repartían por los pueblos de la comarca. Explica, concretamente, que hubo años en los que no dejaban de trabajar, sobre todo en la zona de Avión, donde se conocían todas las capillas e iglesias. Carmen preparaba las flores y Antonio las distribuía. «Recuerdo trabajar de día y de noche y enlazar semana con semana. Ahora a las nueve de la noche cierran los tanatorios y ya está. Antes se velaba en casa y te podían llamar a las diez de la noche para que llevaras flores. Y así lo hacíamos, yo preparaba las coronas y mi marido cogía el coche y las entregaba», relata.

María del Carmen Rodríguez, su hija, recuerda perfectamente aquella época. Ella comenzó a trabajar con sus padres cuando tenía 18 años. Dejó los estudios y se unió a la floristería. «Simplemente, como no era buena estudiante, pensé seguir en el negocio familiar. Tiene sus ventajas y desventajas. Es complicado porque a veces teníamos ideas diferentes, pero lo llevamos muy bien», explica. «De aquellas mi padre era la cara visible, conocido por todos los pueblos. A mi madre por el nombre, Carmiña», añade.

Recuerda, como su madre, las intensas horas de trabajo. Y aunque en la actualidad hay días en los que se acumulan los encargos, no tiene nada que ver. «Todo cambió muchísimo. Ahora hay mucha más gente dedicada a esto. Antes eran los únicos de la comarca. En la actualidad hay empresas que se centran solo en las flores para las bodas. Nosotros hacemos algunas, pero ahora sobre todo trabajamos con las funerarias. Somos bastantes floristas y creo que hay trabajo para todos, con épocas de más y de menos», afirma la hija. Y aunque el negocio ya no es el mismo, tiene tres empleadas. «No se trabaja tanto como antes. Y es verdad que ahora la economía de la gente no es la misma. Pero todavía se siguen comprando flores. Esta misma mañana empezamos a trabajar a las seis de la mañana, ya que nos llamaron de una funeraria, y a las nueve ya estaba todo allí», relata. Cuando se le pregunta a Carmen por la importancia de que su hija siguiera con el negocio, ni se lo piensa: «Es estupendo».

Quiénes son

  • La madre. Carmen Ferradás Cerdeira nació en O Carballiño el 5 de mayo de 1945. Es modista de profesión y abrió la floristería en 1979.
  • La hija. María del Carmen Rodríguez Ferradás nació en O Carballiño el 20 de julio de 1966. Con 18 años comenzó a trabajar con sus padres. Ahora, tras la jubilación de su madre, regenta el negocio familiar.

De ir a buscar las flores al tren a pedirlas y tenerlas en una hora

Es el mismo negocio, pero no se trabaja igual. La madre recuerda cuando había que levantarse a las seis de la mañana para ir a la estación de tren a recoger las flores. «Venían de Madrid o Barcelona. Si no llegabas a tiempo, las guardaban de nuevo y tenías que esperar a las once de la mañana e ir a recogerlas en Lalín. Ahora hay invernaderos por todas partes. Las pides y en una hora las tienes», relata Carmen Ferradás. Pero no solo eso ha cambiado: «Cuando empecé no tenía ni idea del mundo de la floristería, aunque había visto alguna en Alemania. En Ourense no había ningún sitio para aprender. En O Carballiño eramos los únicos y solo había dos floristerías en Ourense capital. Te tenías que ir a Madrid o Barcelona. Así que no me quedó mas remedio que ir aprendiendo yo sola. Aunque que el hecho de ser costurera o modista me pudo ayudar en algo». Su hija aprendió con ella, pudo formase y, actualmente, seguir las tendencias a través de Internet y de las redes sociales. Lo que no han cambiado son las flores. Ambas afirman que las prefieren blancas y que las más demandadas siguen siendo los claveles, aunque en este sector también hay modas.