La alerta por calor no desanimó a los forofos de la Festa do Pulpo

Fina Ulloa
Fina Ulloa OURENSE

O CARBALLIÑO

Sesenta pulpeiras sudaron la gota gorda para satisfacer al público

11 ago 2024 . Actualizado a las 19:59 h.

Se confirma: nada puede con la moral y la pasión de los devotos del pulpo por acudir a su fiesta de exaltación en O Carballiño. Si  hubo menos gente que en años precedentes en esta 62 edición de la Festa do Pulpo, nadie lo notó. «Nosotros llenamos el autobús, como todos los años», confirmaba Antonio, de la peña de seguidores del Sporting de Gijón El Chorby. «Algunos llevan viniendo desde el año 65», remarcaba el líder de este grupo de asturianos que ha alcanzado tal nivel de control sobre el evento que consiguieron entradas para que los 62 que viajaban pudiesen degustara el menú oficial. Y eso que, como viene siendo ya habitual, los 600 boletos que dan derecho a ocupar mesa en el recinto acotado dentro del parque que acoge la fiesta, se agotaron en pocas horas el mismo día que se pusieron a la venta.

Fuera de esa zona, miles de personas se repartían entre el césped y las mesas distribuidas bajo la sobra de los árboles que cubren buena parte de las 32 hectáreas del parque municipal carballiñés. Una multitud de la que estuvieron pendientes más de doscientos profesionales de los cuerpos de seguridad y emergencias.

Solo en el puesto de Cruz Roja, donde ya se había atendido algunas lipotimias y pequeñas heridas por caídas a media mañana, trabajaban 24.

«Esto es una maravilla. Yo creo que el que sabe lo que hay aquí no se asusta por el calor. Si sabes que hay sombra, preocupa menos», opinaba la viguesa Sonia Costa desde su puesto de pan y rosquillas. «Nosotros vamos a muchas fiestas pero ninguna con tanta gente como esta», añadía. «Es que como aquí, el pulpo no sabe en ningún sitio», se justificaba Juana, una leonesa que desde hace nueve años no se ha perdido una y que este domingo viajó con su hija, sus nietos y dos amigas.

Tampoco los pulpeiros notaban merma en la demanda con respecto a ediciones anteriores. «Penso que andará como o ano pasado, acabaremos cos 600 kilos que trouxemos», calculaba Carlos Álvarez, de la casa Fuchela, una de las 12 que se repartían la tarea de abastecer la demanda dentro del parque. Fuera, colocados en distintos puntos del casco urbano había otros 48 con los calderos a pleno rendimiento.

Dicen que es imposible calcular los kilos de cefalópodo que se consumieron en la jornada porque hay que sumar también el que se sirvió en los restaurantes. Locales en cuyas cocinas se vivió un día de auténtica locura, en algún caso con cola a la puerta ya desde media mañana.

No es de extrañar que el conselleiro de Emprego, Comercio e Emigración, José González, al que este año le tocó hacer e discurso de apertura acompañado del director de Turismo de Galicia, Xosé Merelles, insistiese en recordar que el pulpo es, además de un manjar para el paladar, un importante generador de riqueza y empleo.