Ana Bravo Blanco, presidenta de la Academia Médico Quirúrgica de Ourense: «Los médicos nos sentimos valorados, cabreados, cansados... un poco de todo»

xosé manoel rodríguez OURENSE / LA VOZ

OURENSE CIUDAD

Santi M. Amil

Incorporar a los jóvenes a las actividades de la entidad, entre los objetivos

27 jun 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Resistencia es la palabra. Y la clave para seguir manteniendo la actividad en una iniciativa que no tiene otro objetivo que el de servir de punto de encuentro y espacio formativo para los profesionales del sector. Para el intercambio de experiencias y el diálogo intergeneracional. Y es que como recuerda Ana Bravo Blanco, presidenta de la Academia Médico Quirúrgica de Ourense, la entidad es la única de estas características que sigue en activo en Galicia, junto a la de Compostela. Aplicando la máxima de Cela -el que resiste gana- en la Academia ya están la nueva presidenta y su equipo ultimando las actividades para el escenario poscoronavirus. El programa de conferencias, las becas, los encuentros abiertos a otros sectores y otras propuestas forman parte de las actividades que se están organizando. Internista, Ana Bravo Blanco sucede en el cargo a María José Modroño.

-¿Cuántas personas están vinculadas a la Academia?

-En la actualidad somos casi trescientos socios. Ya fuimos más, lo que pasa es que nos cuesta mucho motivar e ilusionar a los más jóvenes, a los residentes y a los adjuntos de menor edad.

-¿Por algún motivo concreto?

-Estamos en un momento en el que la sobrecarga de trabajo asistencial que tenemos todos y la pandemia, que aún no termina de pasar, provoca que la gente esté sobrecargada y es muy celosa de su vida personal. Y todo lo que sea dedicar un esfuerzo extra le supone mucho.

-¿Cuáles son los objetivos de la Academia Médico Quirúrgica?

-Las instituciones de este tipo aparecieron en el siglo XIX en España y eran como una vía para la información, relación y de formación para los facultativos. En Galicia ya solo quedan dos, la de Santiago y la de Ourense, que se creó en los años sesenta con el gran esfuerzo de unos pocos que llevaron a cabo un trabajo enorme. En aquel momento el objetivo era la formación, el escenario ha cambiado y ahora intentamos que parte de las actividades sean transversales. Y tratamos de abrirlas, en función de la iniciativa, a colectivos como el farmacéutico, enfermeras y también para la ciudadanía en general. En este último caso ya se eligen escenarios como el Marcos Valcárcel para que hacerlo accesible a todo el mundo.

-¿La apuesta por las redes también va en esa dirección?

-Sí. Ya con el doctor Cubiella como presidente vimos que era una alternativa ideal para lograr una mayor difusión porque constatamos que muchos profesionales veían las charlas en streaming a posteriori, incluso desde sitios como Hispanoamérica. Y con la pandemia la doctora Modroño se volcó para hacerlo vía zoom y Youtube, y la verdad es que tuvimos una asistencia superior a las presenciales. La nueva junta apuesta por hacerlo de las dos maneras: presencial y en red.

-¿Cómo afectó la pandemia a las actividades del colectivo?

-En el primer año de forma sustancial. En este segundo se realizaron todas las charlas previstas, excepto una. Y es nuestra intención recuperarla.

-¿Tienen cerrado el nuevo curso?

-Se mantendrán las conferencias y los encuentros. Algunas ya las tenemos decididas pero se ultimará el programa del próximo curso en septiembre; lo iremos perfilando en las próximas reuniones de la nueva directiva.

-Los sanitarios han sido objeto de homenajes. Al mismo tiempo se vieron actitudes poco edificantes. ¿Cómo se sienten los sanitarios: valorados o burlados?

-Valorados, cabreados, cansados... un poco de todo. Estamos cabreados porque tenemos una sobrecarga asistencial brutal y eso, por supuesto, nos ha pasado factura. La población sí que valoraba más nuestro trabajo en la primera ola; pero conforme ha ido pasando el tiempo no, y muchos de los brotes que hemos tenido dentro del hospital fueron por culpa de los familiares. Eso te enfada mucho, te cabrea.

Una enamorada del mar con un viaje en barco pendiente de recuperar

En su condición de médica internista a Ana Bravo Blanco le tocó de lleno la onda expansiva del coronavirus. Esta madrileña de origen -que se vino a Ourense para ejercer la medicina en la ciudad en la que ya trabajaba su marido- vivió por duplicado la pandemia: «Llamaban los amigos y compañeros de Madrid, cuando allí ya estaban colapsados y nosotros aún no habíamos empezado, y era angustiante. Parecía la crónica de una muerte anticipada, por lo que se nos venía encima. Era aterrador».

-¿Cómo recaló en Ourense?

-Estudié la carrera en la Universidad de Alcalá de Henares y estuve trabajando como médico de Primaria varios años, hasta que conseguí aprobar el MIR en el año 1997. Entonces fue cuando me vine para Ourense. La elección era lógica: mi marido es ingeniero y trabajaba aquí para una empresa constructora y teníamos un niño pequeño, de seis meses. Y aquí seguimos. Podía haber elegido Madrid, Vigo u otros destinos pero elegí Ourense para potenciar mi familia.

-¿Y cómo fue evolucionando el proyecto familiar?

-Tengo tres hijos. El mayor ya es médico, se presentó este año al MIR pero va a renunciar y a prepararlo de nuevo. El segundo está haciendo Farmacia y el pequeño aún está en el colegio.

-¿Cuáles son sus aficiones?

-Me encanta nadar, también pasear y leer. Es en lo que suelo matar el tiempo libre, que en estos momentos no suele ser mucho porque estoy al cargo de dos personas mayores. Entonces, entre mi niño de 15 años, el trabajo, las guardias, el voluntariado telefónico y los abuelos como que no me queda mucho tiempo libre.

-¿Tiene algún autor de cabecera o género literario preferido?

-Me encanta Almudena Grandes; también Pérez Reverte. Leo un poco de todo, procuro no hacer una lectura científica y más de evasión.

-¿Le dejó alguna asignatura pendiente el covid?

-Sí. Un viaje en barco. A mí el mar me encanta, es mi mayor afición. Teníamos planeado uno, que hacemos siempre en familia, y se suspendió.

«Los proyectos de investigación se resienten por la actual sobrecarga de trabajo»

La Academia que preside Ana Bravo Blanco promueve iniciativas y actividades en varios frentes, siempre con el objetivo de acercar propuestas y servir de punto de encuentro y referencia para los profesionales de la sanidad.

-Cuentan con un programa de becas. ¿Cómo funciona?

-La beca la convocamos cada dos años. Un año se crea -y se falla- y al siguiente se paga. En esta edición se ha concedido a un grupo de compañeros de Primaria y es muy interesante el trabajo presentado. Los proyectos son anónimos y una comisión los valora.

-¿Suscita el interés de los médicos?

-Sí. En esta última convocatoria tuvimos propuestas de Primaria, Psiquiatría, Trauma y alguna de digestivo. Si es cierto que en los momentos por los que atravesamos se hace mucho más difícil desarrollar estos proyectos, porque tienes que investigar en tu tiempo privado y con la sobrecarga de trabajo que hay se convierte en una complicación.

-Se augura un futuro con una problemática importante en salud mental. ¿Se tratará en el curso?

-Al tener una actividad transversal, la salud mental está siempre presente. Y más contando con la extraordinaria colaboración del doctor David Simón.

-¿Cómo será la factura de la pandemia en los sanitarios?

-El coste de la pandemia es brutal y demoledor. Yo soy internista, del servicio de Medicina Interna del CHUO, y como tal he estado implicada de lleno en toda la oleada covid. Trabajé dentro del Área Covid en la primera y en la tercera ola -nuestro jefe fue escalando y desescalando al personal- y también con otros grupos de voluntarios fuimos haciendo el seguimiento por teléfono de los pacientes infectados. Sigue activo, todos los días, y estamos todos muy cansados. Fue muy duro, tremendamente duro.