La última opción para Ricardo Rodríguez y Milinkovic-Savic, dos gallegos del Torino

P. Carballo / M. Sánchez EFE

OURENSE CIUDAD

El capitán Ricardo Rodríguez y el portero Milinkovic Savic festejando, uno al lado del otro, una victoria de su club, el Torino.
El capitán Ricardo Rodríguez y el portero Milinkovic Savic festejando, uno al lado del otro, una victoria de su club, el Torino. Torino F.C.

El lateral helvético, hijo de pontevedrés, y el meta balcánico, nacido en Ourense, se la juegan

05 dic 2022 . Actualizado a las 19:08 h.

Ricardo Rodríguez (Zurich, 1992) ha pasado varios veranos en Crecente, el pueblo en el que nació su padre, José Manuel, y al que le gusta regresar con cierta frecuencia para relajarse. Su madre, la chilena Marcela Araya, falleció víctima de un cáncer en el 2015. Ricardo luce en su brazo derecho un tatuaje en su memoria. Lateral zurdo indiscutible de la selección —un gol suyo de penalti lo convirtió en héroe de su país al clasificar a Suiza para el Mundial de Rusia—, Ricardo compite desde el 2020 en el Torino.

Curiosidades del destino, el meta del equipo italiano es Vanja Milinkovic-Savic (Ourense, 1997), el hijo de Nikola, que fuera futbolista del CD Ourense —entonces en la división de plata del fútbol español— justo en el año en que Vanja nació. Por eso, el meta, que tiene un hermano mayor, Sergej, centrocampista del Lazio y también internacional con Serbia, nació en un hospital ourensano. «No todos pueden decir que tienen a dos hijos en el Mundial», reconocía orgulloso Nikola a La Voz antes de que Serbia debutara.

Un polémico precedente

De los dos, Ricardo es el que lo tiene mejor para seguir con vida en este Mundial. Con 3 puntos, el empate clasifica a los suizos salvo que a Camerún se le ocurriera la sorpresa de ganarle a Brasil. En ese caso, los helvéticos quedarían condenados en el golaveraje y necesitarían la victoria. Serbia se clasifica si gana a los suizos y Camerún no lo hace a Brasil. El triunfo de los africanos les daría todavía la opción de meterse si la victoria de los balcánicos la supera en dos goles.

Suiza y Serbia ya se encontraron hace cuatro años. Y entonces hubo algo más que fútbol. En la victoria por 2-1 de los suizos, lo menos importante fue el resultado. Con el primer gol, Xhaka entrecruzó sus manos y simuló un águila de dos cabezas volando; con el segundo, el del triunfo, Shaqiri hizo lo mismo. ¿Por qué? No era un gesto gracioso, ni una apuesta perdida, ni un recado a algún compañero. Era un mensaje político.

Shaqiri y Xhaka —hoy de nuevo en el once suizo— tienen orígenes albanokosovares. Mientras que Xherdan nació en Gjilan, área de Kosovo antes dominada por Yugoslavia, la familia albanesa de Granit procede de Podujevo, zona también kosovar. En aquel encuentro, disputado en el estadio de Kaliningrado, Shaqiri y Xhaka, quisieron dejar claro que tenían presente el daño que Serbia les había hecho durante la guerra a finales de los 90 y el no reconocimiento de la independencia de Kosovo diez años después.

Lucir aquellas águilas supuso a Shaqiri y Xhaka una sanción por parte de la FIFA. Tuvieron que pagar 10.000 euros cada uno, pero no fueron suspendidos y pudieron seguir jugando el Mundial. Suiza ganó aquel partido. Cuatro años después volverán a encontrarse por una plaza en octavos de final.