18 meses encarcelada injustamente por un crimen: «Lo que he vivido no se lo deseo ni a los que me metieron en aquel sitio»

Marta Vázquez Fernández
Marta Vázquez OURENSE

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Levantamiento del cadáver de Leticia Sanabria, el 10 de septiembre
Levantamiento del cadáver de Leticia Sanabria, el 10 de septiembre Lolita Vázquez

Tras haberse archivado la investigación contra ella por falta de pruebas, asegura que aún tiene miedo a que la reconozcan por la calle

12 abr 2024 . Actualizado a las 16:21 h.

«Aún no puedo decir que estoy bien. Todavía soy reacia a salir a calle». Así se encuentra la mujer que durante dieciocho meses estuvo encarcelada por un crimen con el que nada tuvo que ver. Dos meses después de que el juzgado de instrucción 1 de O Barco archivase la causa abierta contra ella por el homicidio de una joven de 29 años, cuenta a La Voz cómo ha vivido todo este tiempo. No quiere decir su nombre completo ni tampoco mostrar su rostro. Ahora solo piensa en mirar hacia delante y, poco a poco, olvidar la pesadilla que comenzó para ella el 11 de septiembre del 2021, cuando Leticia Sanabria fue encontrada muerta en su piso de O Barco. Esta mujer supo de lo ocurrido por otra amiga, la compañera de piso de la víctima que ahora es la única sospechosa del crimen, y acudió a la vivienda de la joven, desde donde llamó al 112. 

«Cuando me enteré de que estaba siendo investigada no me molestó, entendí que ellos estaban haciendo su trabajo, confiaba en que así era», cuenta sobre los días posteriores al suceso. Los agentes de la Guardia Civil le preguntaron por lo que había hecho la noche del crimen y las horas posteriores y ella contó que había estado en su casa, pero un análisis preliminar de las antenas de telefonía de la localidad detectaron que su móvil había cambiado de ubicación. Eso fue determinante en su encarcelamiento, que se materializó el 18 de noviembre del 2021.

Ella y la compañera de piso de Leticia habían sido arrestadas días antes, ante la sospecha de que las dos habían tenido relación con el crimen. Se llegó a pensar que la llamada a emergencias de esta mujer y sus intentos por reanimar a la víctima, que según los forenses murió asfixiada, habían sido una ficción orquestada para ocultar el crimen. 

«El error que cometieron terminó llevándome a prisión y eso no se olvida», asegura la perjudicada, que no sabe si «dolida» es la palabra que mejor define cómo se encuentra en estos momentos. «Sentí que se me iba el alma del cuerpo. Yo que siempre traté de ser una persona justa y legal, me vi obligada a ir a prisión por una acusación tan grave como esta», asegura. Recuerda que pensó en sus seres queridos: «Imaginé lo que les provocaría la noticia, el dolor que pasarían porque siempre confiaron en mi inocencia».

Leticia Sanabria, la joven asesinada en O Barco
Leticia Sanabria, la joven asesinada en O Barco

Pasar dieciocho meses privada de libertad ha sido durísimo, asegura. «Nadie puede imaginar lo que se siente. Para no volverme loca, a ratos llegaba a pensar que era una estrategia de las autoridades y que en cualquier momento me sacarían de allí, pero el tiempo pasaba y nada se aclaraba», asegura sobre una etapa de su vida que le ha traído muchas complicaciones. «No solo tengo problemas psicológicos, también económicos puesto que he dejado de cumplir con obligaciones que tenía», cuenta. Lamenta que ahora su nombre esté «sucio» y deja clara una cosa: «Lo que he vivido no lo deseo ni a los que me metieron en aquel sitio».

Quedó en libertad provisional el 26 de mayo del 2023, y el pasado mes de febrero la jueza que lleva ahora el caso, decretó el sobreseimiento provisional de la investigación contra ella, al no hallarse indicios de su participación en el crimen. Ahora todo ha quedado aclarado, pero aún no está tranquila. «Me parece que fue ayer que escuchaba los insultos de la gente, pienso que me miran o me señalan. No se cuando podré decir que me he recuperado», asegura.

Un ingente trabajo de su abogado, Ricardo Orbán, ha sido clave para que por fin quedara libre de sospecha. Se analizaron los datos de una aplicación de su teléfono móvil y los resultados obtenidos demostraron lo que ella había dicho desde el principio, que no salió de su casa la noche del crimen y que acudió a la vivienda de Leticia cuando la otra sospechosa la llamó. Se constató incluso el momento en el que subió las escaleras. «Aunque otras policías europeas sí usan los datos de la aplicación Mi salud, esta ha sido la primera vez que se utiliza en una investigación española», cuenta el letrado, que asegura que la herramienta ha sido especialmente relevante porque en este caso el crimen se cometió en una vivienda de un edificio sin ascensor, quedando registrado el momento exacto en que comienza y finaliza la subida de peldaños e incluso su número y la planta alcanzada. 

En este caso se detectó, asegura Orbán, que el informe de la aplicación israelí Cellebrite, que usan las fuerzas de seguridad del estado para descargar y desencriptar los datos almacenados en los teléfonos móviles era incompleto. «Solo mostraba la distancia recorrida registrada por intervalos de una hora, pero nosotros pudimos acceder a los datos en tiempo real mediante lenguaje SQL», explica, destacando que esto les permitió probar «exactamente» las rutinas de la investigada durante la noche del crimen, la madrugada y la mañana siguiente.