En ocasiones da la impresión de que el fútbol ensombrece al resto de disciplinas deportivas, pese a que son muchas las opciones para ejercitar cuerpo y mente.
Aún así, esfuerzos individuales o de reducidos grupos de personas son capaces de romper barreras. Severiano Ballesteros comenzó recogiendo pelotas hasta llevar el golf español a lo más alto del panorama mundial y un niño llamado Fernando Alonso batía a jóvenes mayores a los mandos de un kart, presagiando que la Fórmula 1 llegaría a ser puntera en la televisión española. Hoy en día, en Galicia, el tiro con arco es un deporte que cotiza al alza, gracias a un veinteañero de Ferrolterra, Miguel Alvariño, capaz de convertirse en campeón de la Copa del Mundo y debutar como olímpico en Río.
Eso sí, este arquero de auténtico primer nivel, prefiere, en lo posible, seguir dándole prioridad a su club, el Sílex de As Pontes, por aquello de estar cerca de casa, antes que desplazarse a Madrid en busca de mayores recursos. Y pudimos verlo este fin de semana en Taboadela, porque otros tozudos -los integrantes del Club Lumelar? se han empeñado en que lo de los arcos y las flechas también sea una opción deportiva en Ourense. De intrépidos, han logrado convertirse en peligroso adversario del equipo de Alvariño, disputándole la final del gallego y tampoco le hicieron ascos al maremagnum organizativo. Valentía que cabe agradecer por todo lo que implica acercar al público lo que realmente es el tiro con arco de alta competición. Y por si fuera poco, incluso se brindan a colaborar en una futura una escuela de iniciación. Han dado en la diana.