Después de trabajar reinsertando presos en Inglaterra, se reinventa como ceramista de piezas imperfectas

VIANA DO BOLO

Cristina Fernández regresó a Viana do Bolo en el 2017
26 jun 2025 . Actualizado a las 05:00 h.La vida, como el torno que ahora utiliza a diario Cristina Fernández para dar forma a sus piezas de cerámica, da muchas vueltas. Y así lo demuestra su propia historia. Licenciada en Filología Inglesa, Fernández emigró a Inglaterra, donde pasó casi veinte años, la mayoría de ellos trabajando como directora de inserción social en prisiones. «Ayudaba a la gente con adicciones a reinsertarse, hacíamos programas de trabajo para facilitarles la reinserción social y laboral cuando quedaban en libertad», relata. Era un puesto a través de una organización no gubernamental: «Sería lo que aquí equivale a una trabajadora social, aunque en Inglaterra no buscan tanto el título como la experiencia o las habilidades para desenvolver una tarea».
En el 2017 regresó definitivamente a Viana do Bolo junto a su marido. Comenzó a dar clases de inglés, pero acabó por dejarlo. Reconoce que no le gusta demasiado el método académico español en lo referente al aprendizaje de idiomas, porque se basa casi exclusivamente en la gramática. Se tomó unos años sabáticos, como ella misma los define, que aprovechó para explorar el mundo de la cerámica y la pintura. Hace unos cuatro, junto a una amiga se apuntó a clases de alfarería. Cada semana iban a Ourense para aprender. Una vez dominada la técnica, decidió regalar algunas de sus piezas a sus amigos, quienes, encantados con sus creaciones, comenzaron a encargarle más. Coincidió que su amiga se mudó, así que lo de ir en coche sola hasta la ciudad se le hizo cuesta arriba y dejó las clases. Y eso la llevó a decidirse a crear su propio taller, que abrió en enero. «Me compré un horno y creé mi marca, Atelis Ceramics», cuenta. Explica que son obras imperfectas. «Yo no soy Sargadelos, mis creaciones no son perfectas, al contrario. Me gusta porque se ve que están hechas a mano», añade.
Trabaja con arcilla blanca, un barro muy versátil que le permite dar forma a piezas de vajilla o a figuras decorativas. Ella se encarga de todo el proceso creativo, que dice que es muy complejo porque empieza dando forma a la creación, que después cuece en horno antes de decorarla y darle esmalte para, finalmente, lijarla. «De momento es solo una afición, pero me encanta», asegura.