Acusa a su exnovio de pegarle en el domicilio común y él dice que se lo inventó porque bebía mucho
VILAR DE SANTOS

El inculpado negó todas las afirmaciones de la denunciante y ella relató que él la tiró y la inmovilizó en la cama: «Fueron unas horas angustiosísimas»
14 may 2025 . Actualizado a las 05:00 h.La convivencia de una pareja, que llevaba siete meses unida y cinco en el mismo domicilio de Vilar de Santos, se rompió de forma abrupta la madrugada del 18 al 19 de julio de 2023. La mujer lo denunció a él el 31 por violencia doméstica y lo sucedido aquella noche de de verano llegó a juicio en el Juzgado de lo Penal 2 de Ourense este martes.
El acusado, J. Q. P., es una persona sorda y su declaración y el resto de la larga vista oral, más de dos horas, le fue traducido gestualmente por una intérprete de lengua de signos. A través de ella, el inculpado negó categóricamente todas las acusaciones de la denunciante. Dijo que no la cogió por las piernas ni la tiró en la cama apretándole el cuello, como ella aseguró. La versión del hombre es que discutieron porque ella quiso curiosear en su móvil y acabó tirando el terminal.
«Yo no la toqué. Ella me arañó en el pecho y me golpeó la pierna. Se puso a gritar y yo le decía, tranquila. Me asusté y me fui a casa de mis padres», explicó él. Atribuyó esta actitud de la mujer a que ella bebía mucho y tomaba pastillas. «Se cayó, o no sé cómo pudo haberse hecho eso», respondió cuando le enseñaron fotos de los moratones de la joven.
Un asunto muy discutido durante el largo juicio fue el de los wasaps que se intercambiaron en días posteriores. El acusado se defendió, asegurando que los mensajes se los mandó ella y que él la bloqueó. Sospecha que le quería tender «una trampa». Otro tema que salió a la palestra fue lo ocurrido el 31 de julio en un bar del pueblo. Fue el día que ella presentó la denuncia y su demora en llevar el caso a las autoridades fue uno de los puntos que cuestionó la defensa. El acusado afirmó que él no intervino en la agresión de su padrastro a la denunciante. Dijo ella llegó bebida, con intención de molestarle y que él se marchó del establecimiento con su primo. También lo interrogaron sobre un episodio anterior de presunta violencia, por el que la acusación particular plantea el caso como de maltrato habitual, mientras que la Fiscalía de Ourense centra el delito en lo sucedido en el domicilio. La situación ocurrió en un vehículo. Él conducía en la autovía y expuso que la reprendió porque ella pretendía ir bebiendo cervezas en el coche, algo que él consideraba imprudente. Discutieron, pero niega haberle pegado y señaló que en todo caso fue ella quien lo golpeó.
Totalmente diferente fue la versión de la denunciante. La noche de la presunta agresión, según contó, él llegó a casa enfadado, tiró su móvil, la cogió por las piernas y la echó encima de la cama, se puso encima, inmovilizándola, y le rompió el vestido; ella, desnuda, se zafó y fue hasta la cocina, donde cogió un cuchillo con la intención de disuadirlo de que se acercara. Él se lo quitó y lo dejó en el fregadero. «Se alteraba y me pedía perdón. Fueron unas horas angustiosísimas», relató. Fue una discusión a gritos, señaló, a pesar de que el hombre es sordo. «Estaba fuera de sí, su mirada era de violencia extrema», continuó.
Reconoció que, después de este problema, estuvo una larga temporada sin salir de casa en la que se dio a la bebida, pero afirma que antes solo consumía lo normal cuando salían en pareja. A pesar de que varias personas le habían dicho antes que lo denunciase, no se decidió hasta que vio que su novio no hacía nada por defenderla cuando el padrastro de él la golpeó delante de gente en el bar y la arrastró por el suelo. El comentario de alguno de los sanitarios que la atendieron en la ambulancia tras ese suceso también la hizo reaccionar, apuntó.
Añadió que aquellos golpes no fueron los primeros y señaló que en el coche él le había dado dos bofetones. «No denuncié por estúpida y porque lo seguía justificando», dijo, pasando a detallar el contenido de algunos wasaps entre ambos. No todos se conservan en la causa, pero ella asegura que él le pedía perdón y tener hijos en común. La defensa cuestionó por qué se acercó a él en el bar después del grave incidente en la casa y si temía por su vida, y ella contestó que le quería pedir un táper.
En la sala comparecieron varios testigos, como la hermana de la víctima, que señaló que acudió a su casa al día siguiente después de que ella la llamara y le vio los golpes. La aconsejó que denunciara y cree que no lo hizo porque seguía enamorada y pensaba que él cambiaría. También hablaron compañeras de trabajo de ella, una dijo que quedó con ella dos días después de lo ocurrido en la casa y le vio moratones en el tobillo, brazos y cuello. Afirma que la denunciante comenzó a beber más, hasta el punto de que se le notaba en su comportamiento en el trabajo, pero señala que fue después del incidente de violencia. Afirmó que el acusado le escribió y ella le recriminó su conducta.
Un momento confuso fue la intervención de una trabajadora social, que tuvo relación con ambos el día después de lo ocurrido. A la denunciante la conocía previamente de otra intervención y al acusado lo vio con su madre, cuando llegaron a su despacho para pedirle que le dijese a la víctima que se desempadronase del domicilio. La trabajadora social consideró lo ocurrido como una pelea en la que ambos se habían agredido mutuamente. A él le vio algo debajo del ojo y a ella en una pierna. Pese a que es una trabajadora formada para reconocer la violencia machista, según dijeron los juristas en el juicio, no detectó en ese momento fuese un caso de ese tipo.
La jefa de la víctima vio las lesiones de la mujer, por golpes en el cuello y el brazo, después de que ella le calificara lo ocurrido entre ambos como una pelea. No apreció que abusase del alcohol. La madre, un vecino y un amigo del acusado contaron que él tenía arañazos y esa noche llamó a sus padres que lo fuesen a buscar; que ella bebía de forma abusiva ya antes de conocerlo a él y que en el bar, el día 31, tras gritarle a su exnovio que le devolviese un táper y ser agredida por el padrastro de este, se acabó un cubata mientras esperaba la ambulancia.
Las partes mantuvieron sus conclusiones El fiscal puntualizó que le llamaba la atención que a la trabajadora social no le llamasen la atención las lesiones, pero cree la versión de la denunciante y pide para el acusado un año de prisión por un delito de maltrato. La acusación particular lo eleva a un año y nueve meses por maltrato habitual, contando lo ocurrido anteriormente en el coche mientras que la defensa alegó que en la denuncia pudo haber algo espúreo, puesto que ella esperó hasta el 31, tras el enfrentamiento con la pareja de la madre del acusado. El abogado afirmó que los contactos por Whatsapp los inició siempre ella de forma insistente y él en ninguno reconoce haberle pegado. Cuestionó la coherencia y la persistencia de la versión de la denunciante, porque hasta el día del juicio nunca contó el detalle del cuchillo ni que temiese por su vida y ve contradictorio que si tenía tanto temor se acercase a él solo por pedirle un táper. Sobre los hematomas de la mujer, señala que algunos testigos solo los vieron dos días después. «Como mucho, aquí hay una agresión mutua», afirmó.