«Un laboratorio de arte contemporáneo»

La Voz

PONTEVEDRA

07 oct 2007 . Actualizado a las 02:00 h.

Carlota Álvarez Basso, la primera gerente que tuvo el Pazo da Cultura -todo un lujo que se dejó escapar-, y en cuya gestión se denominó así al edificio, entró pisando fuerte en 1999, en un momento en que el centro cultural funcionaba prácticamente en precario. Su propósito, que la ciudad entrase a partir del año siguiente en los circuitos internacionales del arte, convirtiendo el Pazo en «un centro cultural vivo que sirva como laboratorio del arte contemporáneo».

Y para ello nada mejor que comenzar siendo la única sede gallega de una exposición a nivel europeo programada por el Ministerio de Fomento sobre Alejandro de la Sota, pontevedrés y padre de la arquitectura moderna. Sin embargo, la cita no se llegó a celebrar en el 2000 y en el 2001 no fue Fomento, sino el Colegio de Arquitectos el que le dedicó la muestra al ilustre técnico en las remozadas instalaciones del Café Moderno, precisamente el lugar donde vivió De la Sota sus primeros años.

Pero Pontevedra sí estuvo en esos circuitos internacionales con otras dos exposiciones de renombre, siempre en la etapa de Basso. Fue con motivo de la exhibición de la colección de fotografía contemporánea Lambert y con la del polémico fotógrafo Joel Peter Witkin, uno de los más controvertidos a nivel mundial por su afición a retratar a protagonistas de autopsias o mutilados, la primera en el 99 y la segunda en el año 2000.

Otras magníficas exposiciones que se vieron en la sala del Pazo fueron, por ejemplo, la del fotógrafo gallego Virxilio Viéitez o la del afamado diseñador de joyas Chus Burés, al margen de las Bienales de la Diputación que se vienen celebrando en el recinto desde la dedicada a los países nórdicos en el 2002. Pero este último filón también tiene fecha de despedida: el momento en que el Museo inaugure su moderna sala de exposiciones en la nueva gran manzana cultural, algo que se presume para la próxima Bienal del 2008.

La danza y el teatro fueron otras de las apuestas de Álvarez Basso. Aunque tampoco sobre la escena el edificio se libró de la polémica cuando la compañía de la veterana Nuria Espert, y el fallecido Adolfo Marsillach decidió suspender la representación de ¿Quién teme a Virginia Wolf? al considerar que las condiciones del escenario del auditorio no eran las adecuadas, también hace siete años.

Pero si hay que destacar otro momento dulce del auditorio sin duda ese fue la ceremonia de entrega de los Premios Nacionales de Literatura de 1999. Era la primera vez que la cita salía de Madrid y sobre el escenario del salón de actos Pontevedra pudo ver a grandes de las letras, como Pere Gimferrer, José Antonio Muñoz López o Jon Juaristi. Los únicos que no pudieron acudir fueron Elvira Lindo y Bryce Echenique. El entonces ministro de Cultura, Mariano Rajoy, jugó en casa.