De la sonrisa al llanto en minutos

Xabi Otero ALCORCÓN/LA VOZ.

PONTEVEDRA

Los aficionados granates soñaron con la gesta tras la salida en tromba del Pontevedra, pero el penalti, la expulsión de Vázquez y los dos goles acabaron con sus ilusiones

07 jun 2010 . Actualizado a las 02:16 h.

Que pena que la fase de ascenso solo dure unas semanas y que ayer tocara a su fin para el Pontevedra. El espectáculo del fútbol en categorías deprimidas como la Segunda B sería muy diferente si la competición tuviera la intensidad que han tenido los enfrentamientos frente al Alavés, Oviedo o Alcorcón. Algo que volvió a quedar patente en el estadio de Santo Domingo.

Las emociones que se vivieron desde una hora antes del inicio del partido son impagables. El clásico «¡Pontevedra, Pontevedra!» resonaba con fuerza entre la marea granate instalada en la grada del campo madrileño. Los amarillos respondieron con contundencia: «¡Vamos Alcorcón, vamos campeón!». La rivalidad dialéctica era digna de un encuentro de superior categoría.

La intensidad creció a medida que se acercaba el inicio del choque. «¡Yo soy, de Alcorcón, de Alcorcón, de Alcorcón...!», boceaban los hinchas locales mientras las palmas de los lerezanos echaban humo.

Pero el momento más emotivo llegó en el instante en que los jugadores de ambos equipos saltaron al terreno de juego. Las dos aficiones se fundieron en un grito de guerra y Santo Domingo pareció estremecerse por momentos. «¡Qué si podeis, que vamos a ascender», berrearon al únísono los seguidores amarillos, una canción que, por cierto, ya habían entonado los granates en las gradas del Carlos Tartiere. Y es que ya se sabe que el plagio está al orden del día en los campos de fútbol.

En el otro lado del terreno de juego, la marea granate, se desgañitaba por hacerse oír con canciones típicas gallegas, de esas que se suelen entonar cuando cuerpo y mente están inundados por la euforia.

La salida en tromba del Pontevedra desniveló temporalmente la balaza. La hinchada madrileña, que no había tenido ningún reparo en cantarle a Pablo Alfaro el conocido «¡Musho Betis!» por su pasado sevillista, se quedó muda ante las continuas llegadas de los gallegos hacia la portería de Juanma. Mientras, los aficionados granates botaban y se frotaban los ojos ante lo que estaban viendo. Solo faltaba el gol.

Sin embargo, todo cambió de forma radical en un abrir y cerrar de ojos. El que tardó el colegiado en expulsar a Vázquez tras señalar el punto de penalti. El bando amarillo explotó de júbilo con el tanto de Mora y puso patas para arriba Santo Domingo al filo del descanso con el segundo tanto del futbolista local.

La marea granate encajó los golpes con entereza y siguió animando en la segunda mitad pese a que sus jugadores estaban totalmente desbordados por la situación. Otro año será.