John y Dinh Swanson, un americano y una vietnamita unidos por la flor de la camelia

Elena larriba / maría conde PONTEVEDRA/ LA VOZ

PONTEVEDRA

CAPOTILLO

Se conocieron en Vietnam cuando él viajó como asesor de agricultura

12 mar 2014 . Actualizado a las 14:43 h.

Cien kilómetros separan su ciudad, Gainesville, de la Ponte Vedra Beach de Florida. Para llegar a la Pontevedra española, John y Dinh Swanson han tenido que volar más de seis mil. Para esta pareja, formada por un estadounidense y una vietnamita, que se conocieron en el país asiático cuando él viajó como asesor en agricultura aún en tiempos de guerra, este es su primer congreso de la camelia. Ambos pertenecen a la Sociedad de la Camelia de su ciudad, una urbe de 125.000 habitantes y cuentan que llevan cultivando esta flor desde hace siete años. «En casa tenemos más de 300 variedades», cuenta John. Entre ellas la camelia amarilla que se da en Vietnam, «aunque la tenemos en maceta». «La primera vez que vimos esta flor fue en la feria de Gainesville -señala-. Había muchas y muy bonitas, y pregunté si se darían bien allí. Me dijeron que sí y ahí empezó todo». Para ellos esto es un hobby y en su club hay 60 miembros. Vienen atraídos por los jardines gallegos que ya vieron en Internet.

CUARENTA MIL KILÓMETROS PARA VER LAS CAMELIAS PONTEVEDRESAS. Un auténtico mosaico de culturas cohabita estos días en Pontevedra. A los más de 240 asistentes al Congreso Internacional de la Camelia les une una pasión común, una flor por la que han sido capaces de cruzar océanos.

João Forjaz Sampaio fue en su día jefe de servicios de Agricultura en las islas Azores. Este ingeniero agrónomo de 65 años está más dedicado desde su jubilación a divulgar una flor que ya está siendo explotada también en el archipiélago portugués para desestacionalizar el turismo. «En verano -señala- viene mucha gente, está completo, y se pensó como alternativa para que vinieran también turistas en invierno».

Es presidente de la Asociación de Floricultores de Azores y, más que cultivador, se considera «divulgador», sobre todo de las variedades antiguas de las islas. En total, allí tienen cerca de quinientas variedades de camelias, «en jardines privados, en los públicos y en las calles, como aquí». Y cuenta que incluso se utilizan los árboles de la camelia para la protección de los cítricos, «como cortavientos, los hay por todas partes».

«Estamos haciendo una clasificación para ver exactamente las variedades que tenemos, porque las camelias llegaron sobre 1830 procedentes de Inglaterra, Países Bajos y de Francia». Aunque aclara que es posible que los primeros cultivares llegasen antes de América.

Vive en Água de Pau, en la isla de São Miguel, y en su propia casa tiene un jardín con 120 variedades diferentes de camelias. Con motivo de los congresos, ha visitado muchos países, aunque los jardines gallegos los conocerá por primera vez. Pero cuando se le pregunta por alguna variedad de esta tierra, enseguida menciona la denominada Sangre de Pichón.

De este simposio espera el intercambio de experiencias y una clasificación más rigurosa de las variedades. «Ahora, cualquiera podía bautizar aquí una camelia como Infanta de Pontevedra y otro viverista inglés las compraba y les ponía otro nombre».

«Mi interés por las camelias viene de niña, cuando las cultivaba mi tía». La australiana Janet Whelan y su marido John estuvieron hace dos años en el congreso de Chuxiong (China). Allí escucharon la candidatura pontevedresa para el simposio del 2014, «y nos pareció interesante venir desde Tasmania a conocer este país, esta ciudad, y aprender más de las camelias». Dice que su jardín es humilde, «con 40 cultivares». Y para ella «la jardinería es una afición maravillosa, una forma de relajarme y hacer ejercicio».

El profesor japonés Chuji Hiruki es director para Japón de la Sociedad Internacional de la Camelia y vicepresidente de la asociación del país nipón. Está en el congreso no solo como asistente, sino como ponente, para hablar de las plagas y enfermedades de la camelia. Cuenta que es su segunda visita a Galicia. En la primera, estuvo en Vilagarcía, y quedó impresionado con sus jardines, «mejores que los de Japón», afirma con una sonrisa. «Allí la camelia es arbusto». Viene de la isla de Goto, de donde precisamente es originaria la camelia japónica.

El suegro de Marianne Martínez, Antonio Martínez Pena, fue hace 50 años el primer ganador de la Camelia de Oro en la exposición de la Diputación. Su afición le viene por su familia política, con finca en Vilagarcía, «porque en Alemania, hace 48 años, solo la conocíamos por la ópera de Verdi». Desde que falleció su marido, esta residente en Múnich pasa ahora más tiempo en su país, pero se escapa a Galicia siempre que puede y le sigue atrayendo todo lo relacionado con la camelia. «Siempre me gustaron las flores».