Edmond Koyanouba, del Peixegalego, compartió cancha con Pau Gasol en su ciudad natal en el 2012 durante una visita solidaria del catalán
19 nov 2015 . Actualizado a las 14:30 h.Edmond Koyanouba tenía 16 años la primera vez que jugó con Pau Gasol. No fue hace tanto, en el 2012. Pero recuerda casi todo lo que ocurrió en aquel encuentro. Para empezar, porque fue en su ciudad natal, N'Djamena, una urbe de alrededor de un millón de habitantes situada en el suroeste de Chad. De allí procede el joven jugador del Marín Ence Peixegalego. Y del municipio costero acababa de llegar precisamente el pívot tras jugar sus primeros tres meses en la categoría júnior del equipo azul y disputar entre sus filas el Campeonato de España. Le tocó vivir la recta final de la liga, y el club marinense había decidido quedarse con él. Cuando se acabó el verano y comenzó la siguiente temporada, engrosaba ya las filas del primer equipo marinense.
El catalán estaba allí en una visita benéfica como embajador de Unicef, y la organización convocó a los cinco jugadores chadianos que jugaban en alguna liga española para que conocieran a una de las más grande figuras españolas de la NBA. De los cinco, uno sigue jugando en un equipo madrileño, tres regresaron al país africano y Koyanouba acaba de volver al Peixe tras pasar una temporada en el Ferrol y otras dos en Valladolid.
Lo que más le sorprendió fue la capacidad que tiene Gasol para jugar en cualquier posición. De base, de alero, de pívot... de todo», explica Koyanouba desde la sala de espera del centro médico mientras espera a que le confirmen si tiene la nariz rota o no. «Es muy impresonante jugar con él: es muy grande, por envergadura y por lo que hacía», recuerda. Estuvo hablando un buen rato con él, asegura. De su vida y de baloncesto.
Alto, rápido y fuerte
Y el chadiano aprovechó para pedirle algún consejo: «Me dijo que con lo alto, rápido y fuerte que soy debo aprovecharlo, porque tengo mejor físico que algunos de los pívots que jugaban entonces». Le dio ánimos, le hizo crecerse y le preguntó «cómo hice para poder llegar aquí; me hizo muchas preguntas», dice. Y una idea que ha puesto en práctica hasta hoy: que trabaje mucho y que es esfuerce, que lo dé todo para explotar su potencial. Tenía que seguir mejorando y no parar nunca.
Aquella fue también la última vez que lo vio. Aunque «sí que se hablaba de ir a cenar» con Gasol y la comitiva que lo acompañaba, Koyanouba finalmente no pudo a causa de un compromiso familiar. Recuerda que era buena persona. Casi tanto como jugador. Y que daba gusto charlar con él. Todavía conserva la foto que les hicieron aquel verano.