Compost: hará falta más pedagogía

PONTEVEDRA

RAMON LEIRO

El frenazo a la expansión de composteros en Monteporreiro no significa que el plan vaya a paralizarse sino que el gobierno municipal deberá de hacer un mejor esfuerzo informativo

19 nov 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Me ha sorprendido la decisión del gobierno municipal de Pontevedra paralizando la instalación de los nuevos composteros en Monteporreiro a raíz de las protestas que escenificaron diversos grupos de vecinos. Primero en el último pleno municipal y después in situ presionando hasta conseguir que se parasen las obras en diferentes puntos del barrio.

Interpreto que la medida del gabinete nacionalista es sólo una parada cautelar para apaciguar ánimos y coger impulso para reanudar el plan de expansión del compostaje. Porque se trata de uno de los proyectos estrella de este mandato al que no va a renunciar el BNG. No es su estilo. Máxime cuando ahora cuenta con la alianza económica y técnica de la Diputación que alienta el Plan Revitaliza a cuya sombra Pontevedra y otros concellos de la provincia han decidido abrazar el compostaje como solución para el reciclaje de los residuos orgánicos y para el deseable abaratamiento de la factura de la basura.

No es la primera tempestad

La reciente historia política en nuestro ayuntamiento enseña que desde la llegada de Miguel Anxo Fernández Lores a la alcaldía, los sucesivos gabinetes del BNG han resistido y capeado diversos temporales. Desde las protestas que arreciaron con la peatonalización del centro histórico, las primeras medidas de reordenación del tráfico y reforma urbana hasta por el cambio de nombre de diversas calles. Lores y su equipo tuvieron que manejarse en aguas turbulentas que lograron superar con los resultados (electorales) que han acreditado hasta cinco veces.

El Bloque Nacionalista Galego fue el partido más votado en las últimas elecciones municipales tanto en Monteporreiro como en gran parte del polígono de Campolongo. No creo que el BNG esté dispuesto a quemar sus naves electorales en ambos barrios si tuviera la más mínima duda sobre la efectividad y salubridad de los colectores de residuos orgánicos y su tratamiento con estructurante para su biodegradación.

Faltó información y persuasión

Lo que sí ha cometido el gobierno nacionalista ha sido un error de cálculo en cuestión de tiempos. Ya se acumulan dos años desde que firmó el contrato de alquiler de la finca de A Canicouba donde se proyecta la planta de compostaje. Es una señal inequívoca de que el plan se desarrolla con retrasos que obligan a reajustar los plazos.

Y se debe sacar otra conclusión de lo ocurrido en Monteporreiro: será necesario que el Concello haga un mayor esfuerzo informativo para vencer los miedos que el compostaje genera entre quienes ignoran sus ventajas. Claramente la administración municipal dio por sentado que la ausencia de protestas que hubo desde que a finales de agosto de 2016 empezaron a funcionar los primeros composteros, implicaba la ausencia de reticencias. Es obvio que la colaboración vecinal que ha presidido la instalación y funcionamiento de los composteros situados desde hace más de un año en la plaza de Europa y en las calles Italia y Alemania no presupone que los vecinos y residentes en las demás calles y plazas del barrio vayan a recibir con los brazos abiertos la instalación de las «islas» de composteros y colectores que se pretendían en una treintena de localizaciones más de la urbanización.

Es evidente que no bastaba con que el gobierno municipal contase con la colaboración de la asociación de vecinos O Mirador que apoya manifiestamente. Hubo un fallo de cálculo que ahora sólo se podrá corregir con paciencia e información. Incluso permite sacar una provechosa moraleja: los errores cometidos deben prevenirse y evitarse cuando el plan de compostaje llegue a Campolongo que será el «barrio probeta» para experimentar lo que podría suceder en el resto del centro urbano.

Poniendo «ojitos» a Marea»

Después de varias semanas en las que se comprobó como el gobierno del BNG ponía «ojitos» a Marea para sumar su apoyo, la presentación del borrador del Presupuesto Municipal para 2018, ha despejado cualquier duda. Cualquier otra alternativa creíble de posible acuerdo que pasaba por el PSOE, ni siquiera se exploró.

La reserva de un millón de euros en la partida de inversiones para atender las peticiones que los dos concejales de Marea Pontevedra ya han realizado al gobierno de Fernández Lores, constituye toda una declaración de intenciones por parte del BNG. Han terminado de tender un puente para que Luis Rei y Carmen Moreira sumen sus votos a los 12 que dispone el Bloque para aprobar con mayoría absoluta los presupuestos municipales de 2018.

A diferencia de lo ocurrido el año pasado (bastó con las abstenciones de ambos para aprobar el orzamento), el BNG quiere sumar los votos de los dos ediles de Marea para obtener y rentabilizar un apoyo indiscutible. Ese millón de euros para financiar, entre otras, un plan de empleo local así como la instauración de una renta social para personas en riesgo de exclusión que ya demandaban hace un año Rei y Moreira, acerca muchísimo posturas entre ambas formaciones.

Independientemente de que -como reiteradamente dice el PP local- haya instrucciones desde Santiago para que los dos concejales de Marea apoyen en Pontevedra a cambio de obtener idéntico respaldo de ediles del BNG para ayudar al alcalde Noriega a sacar adelante los presupuestos de la capital gallega.