La niña María llora de verdad a Ravachol

María Hermida
maría hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

Ramón Leiro

La pequeña lleva toda la vida en la comitiva fúnebre del loro. Este año dejó atónito al respetable con su llanto

12 mar 2019 . Actualizado a las 10:35 h.

Los padres, normalmente, desean que sus hijos no lloren. Es más, si se le pregunta a muchos progenitores, dirán que una de las cosas más difíciles de sobrellevar de los niños pequeños son esos berrinches llenos de llantos y a veces también de pataletas que se sabe cuando empiezan pero no cuando terminan. La pontevedresa Amelia Filgueira también quiere, durante 364 días al año, que su pequeña, llamada María Sabogal, de cinco años, no rompa en llanto. Sin embargo, hay una jornada que sí la anima a llorar desconsoladamente; el del velorio y quema del famoso loro Ravachol pontevedrés. Tanto la debieron animar que este año dejó atónito al respetable. Lloró primero de mentirijillas, demostrando que tiene madera de actriz. Gritó luego desesperada, hasta quedarse sin voz. Y, antes de que el loro del carnaval pontevedrés ardiese en llamas, se deshizo en lágrimas de verdad. Su mamá tuvo entonces que consolarla y explicarle que no había para tanto, que Ravachol es inmortal.

Amelia Filgueira se ríe cuando se le pregunta por el llanto de su hija. Luego, explica que la tradición de llorar a Ravachol le viene de cuna. «Pertenecemos a los Amigos de Ravachol y siempre vamos en la comitiva fúnebre. La verdad es que ella lo mamó desde que nació. La llevamos todos los años y siempre disfrutó de la fiesta. Lo de este año fue mucho, se metió en el papel desde el minuto cero», cuenta Amelia.

La mamá explica que al principio lloraba de forma exagerada, gritando. Pero, o porque es buena actriz o porque empezó a sentir la pérdida del animal, enseguida logró que le cayesen las lágrimas y todo. Al público no le pasó desapercibida semejante cosa. Es más, hubo quien pensó que le había pasado algo durante el recorrido y que sus lágrimas se debían a cualquier otra cosa que no fuese el loro. Pero María lloraba de verdad por el ave.

En los instantes previos a la quema, la madre se dio cuenta de que la niña lloraba de forma totalmente sentida. Así que habló con ella: «Le pregunté que le pasaba y me dijo que le daba mucha pena, que no lo podían quemar, que no quería verlo desaparecer. Le expliqué que no pasaba nada, que el año que viene volverá en el carnaval. Y poco a poco se fue consolando», indicaba.

El caso es que fueron muchas las personas que se quedaron con la imagen de la niña plañidera y se lo comentaron a la familia. Y Amelia está pensando ya en proponerle algo a María: «Después de ver lo bien que se le dio llorar, le propondremos si quiere anotarse a teatro», indica. w

«Le propondremos si quiere ir a teatro», señala Amelia Filgueira, mamá de la niña