Las medallas de oro de FP de la chica que suspendía, el que la liaba y el que llegó en patera

María Hermida
María Hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

Tchamba, Saúl y Carmen, tres alumnos del CIFP Montecelo de Pontevedra con historias de superación detrás que consiguieron medallas de oro en las olimpiadas de FP que se celebraron en Silleda.
Tchamba, Saúl y Carmen, tres alumnos del CIFP Montecelo de Pontevedra con historias de superación detrás que consiguieron medallas de oro en las olimpiadas de FP que se celebraron en Silleda. Ramón Leiro

Carmen, Saúl y Tchamba, del CIFP Montecelo de Pontevedra, ganaron el oro en las olimpiadas de formación profesional. Lo tres tienen historias de superación descomunales

01 nov 2023 . Actualizado a las 12:13 h.

Tchamba Tunhana, un alumno de 16 años del CIFP Montecelo de Pontevedra, habla todo el rato con una enorme sonrisa en la boca. Pero da igual. Cada palabra que pronuncia suena como una bofetada para quien la escucha. Porque a Tchamba, cuando era un niño de trece años, su madre le dio un abrazo en Mali y le dejó, sin ningún adulto de su familia, metido en una patera que le traería a la tierra prometida, a España. Sobrevivió cuatro días comiendo galletas en una balsa, pensando que en cualquier momento acabaría ahogado y muerto, hasta que el cayuco arribó a la costa de Canarias. Han pasado tres años de eso y Tchamba es uno de los alumnos que ha ganado el oro en las olimpiadas de FP celebradas hace unos días en Silleda. Su historia, al igual que las de los otros dos compañeros del mismo instituto que se alzaron con idéntico galardón, es de las que merecen ser contadas.

Saúl y Tchamba, que son alumnos de un ciclo de Agroxardinería de la FP básica.
Saúl y Tchamba, que son alumnos de un ciclo de Agroxardinería de la FP básica. Ramón Leiro

En realidad, Tchamba competía en estas olimpiadas, conocidas como Galicia Skills, junto con un compañero, Saúl Vázquez, de Pontevedra. Los dos son alumnos de un ciclo de Agroxardinería de la FP Básica, es decir, de esos estudios que van al rescate de los alumnos a los que se les atraganta la ESO. Dice su tutor, Juan Moraña, que una de las claves de que las cosas le fuesen bien es el buen equipo que formaron. La historia de Tchamba es, como se indicaba, durísima. Tras llegar a la costa española, vivió durante un año en un centro de menores en Canarias. No hablaba ni una palabra de castellano. Pero puso todo de su parte para hacerlo: «Veía películas e iba a clases», cuenta en un perfecto español. En plena pandemia lo trasladaron a Galicia, donde pasó a vivir también en un centro, en el Príncipe Felipe de Pontevedra. En Mali había estudiado árabe y francés y ya en España se le hizo muy cuesta arriba la ESO. Así que acabó en la FP básica. Ahí fue donde conoció a Saúl, un rapaz bien franco que indica: «Yo también venía de irme muy mal en la ESO, suspendía todo y la liaba muchísimo. Me echaban de clase siempre». 

Los dos empezaron a mejorar sus notas. Superaron el primer curso y este año son ya de segundo. Hicieron equipo y les propusieron ir a las olimpiadas a ver qué ocurría. Les daban un plano y ellos tenían que organizar un jardín, con su estanque, sus plantaciones y demás. Todo ello les obligó a practicar mucho. Tchamba entendió enseguida que para que le fuese bien con Saúl tenía que lograr que este no se aburriese, «porque él si se aburre es cuando la lía», dice entre risas. Y Saúl también se dio cuenta de que su compañero necesitaba que le contagiase la seguridad que él atesora. De hecho, en cuanto se les pregunta si después de haber triunfado en la fase gallega del concurso van a hacerlo también en la nacional, en Madrid, Saúl habla por los dos y espeta: «¡Hombre, pues claro!». El tutor, Juan Moraña, les mira y remacha: «Aquí o que tratamos é de que estean motivados... e parece que agora mesmo o están».

Este profesor disimula bastante bien la emoción que siente al ver que estos dos chavales, más jóvenes y con menos experiencia que buena parte de sus competidores, lleven colgadas esas preseas de oro. Pero incluso a él, que se pasa toda la entrevista callado, dejando hablar a los alumnos, los ojos se le empañan cuando Tchamba toca el metal y dice: «Mis padres están muy orgullosos de mí en Mali y yo veo la medalla y me olvido de todo lo que pasé. Ahora solo pienso en tener un trabajo de jardinero y poder ayudar a toda mi familia».

Carmen, que es natural de Meaño y estudia en Pontevedra un ciclo formativo de Farmacia.
Carmen, que es natural de Meaño y estudia en Pontevedra un ciclo formativo de Farmacia. Ramón Leiro

Más le cuesta reprimir las lágrimas a Laura López. Ella es la tutora de Carmen Oubiña, alumna del mismo instituto de Pontevedra, pero de un ciclo medio de Farmacia, y también ganadora de una medalla de oro en las Galicia Skills. Porque Carmen, de 22 años, cuenta con tanta sinceridad cómo fue su vida académica y se muestra tan agradecida a su familia, en especial a sus abuelos, y a los profesores de su ciclo de formación profesional que hace saltar las lágrimas a cualquiera. Natural de Meaño, sintió que fracasaba como alumna, y hasta como persona, en la ESO. Suspendía siempre y en tercero ya ni iba a clases: «Os profesores sinxelamente me dicían ‘tes un tres coma sempre'», indica. Dejó la ESO y se metió en una academia de peluquería. No le fue mal. Pero tampoco le encantó.

Se puso a trabajar en un negocio familiar, atendiendo al público. Le gustaba vender. Pero nunca dejó de escuchar a su Pepito grillo particular: «Toda a miña familia me apoiaba, pero sobre todo o meu avó Pepe, que non me deixaba de dicir que volvera estudar». Un día, lo hizo. Cursó la ESO de adultos a la vez que daba el callo y luego empezó el ciclo de farmacia que termina este año. Nunca más bajó del sobresaliente. Llegó a enfadarse tanto consigo misma por tener un nueve y no un diez que hasta los profesores le dijeron que rebajase el nivel de autoexigencia.

Carmen tuvo muy poco tiempo para preparar la olimpiada de FP porque su antigua tutora, Ángeles Jar —a la que está infinitamente agradecida— y la actual, Laura López, estuvieron de baja. Dio igual. Se plantó en Silleda y demostró que es la mejor atendiendo al público o creando un negocio digital en el sector de la dermocosmética. Es medalla de oro. Y está convencida de que su abuelo Pepe, que falleció hace un año, está en algún lado orgulloso de la nieta a la que tanto animó.