Flor Tomé, enfermera de urgencias de Montecelo que se jubila: «En el hospital siempre decía: "Trata como te gustaría que te trataran a ti"»

Cristina Barral Diéguez
cristina barral PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

La enfermera de urgencias Flor Tomé, este miércoles en Vilagarcía, ciudad donde reside
La enfermera de urgencias Flor Tomé, este miércoles en Vilagarcía, ciudad donde reside MONICA IRAGO

Tras 24 años en este servicio de Pontevedra, la profesional pide a los gestores que, además de mayores espacios y medios, vuelva a ser una unidad en la que todo el mundo quiera trabajar

07 mar 2024 . Actualizado a las 18:06 h.

Para muchos es una institución en el servicio de urgencias del Hospital Montecelo, en Pontevedra. La enfermera Flor Tomé Rodríguez, que se jubiló el pasado 21 de febrero, se ríe cuando se le pregunta si es así o no. Tras pasar por oncología, hematología y medicina interna en Vigo, recaló en urgencias de Montecelo en el 2000 y ya no se movió de este servicio. «No sé si soy una institución o no. Por un lado, eso puede sentar bien, pero también asusta. Tengo un carácter fuerte, eso sí, y digo lo que pienso, por eso es difícil llegar a ciertos sitios. Pero siempre traté de ser justa y de recibir y ayudar a la gente que llegaba al servicio para que perdiera el miedo», dice.

Flor, de 65 años y residente en Vilagarcía, recibirá este viernes una despedida de compañeros y excompañeros del hospital. Es la excusa perfecta para charlar con ella y repasar su trayectoria en un servicio tan exigente. Se hizo enfermera por vocación y, si volviera a nacer, repetiría profesión. Lo tiene claro aunque a sus padres entonces no le hizo mucha gracia y preferían que hubiera estudiado Magisterio o Medicina. Dos de sus tres hijos han seguido su camino y son enfermeros: «Para mí sí fue una alegría».

A la hora de trabajar en urgencias, expone que hay que pasar por muchos servicios para tener conocimientos. Una vez allí, hay que enfrentarse a una profesión dura. «Tienes muchas vidas en tus manos, parece que el médico es el salvador, pero la enfermería juega un papel determinante. Vives muchas miserias aunque no quieras, pero es muy vocacional. A veces me decían, ¿pero cómo sabes que tiene eso? Me lo dice la cara del paciente, al igual que sé que el que tiene mucho dolor no es capaz ni de gritar». Solo así, relata, se aguanta una profesión que considera que no está lo suficientemente valorada por muchos usuarios y políticos. «Yo trabajé a turnos desde los 21 a los 65 años, haciendo noches y festivos hasta el final. Renunciar a las noches implicaba que mi sueldo bajara un montón», señala. Flor no tiene pelos en la lengua y no niega que también hay profesionales sanitarios a los que le falta humanidad. Su máxima es: «Trata como te gustaría que te trataran a ti. Es cierto que a veces hay problemas y que no se puede atender como nos gustaría, pero se debe dar una explicación en condiciones».

La enfermera ha pasado por muchas etapas, con distintos coordinadores de servicio y gerentes. En general, considera que las condiciones en urgencias han empeorado. «Creo que la carga de trabajo ha cambiado a peor, no hablo de atender a dos personas más por enfermera, hablo de seis. Hace años en un turno había un momento para reírse o para sentarse un segundo. Ahora no, trabajar en esas condiciones que se dan en épocas del año como el invierno o el verano puede llevar a cometer errores y a que alguna gente no quiera trabajar en urgencias», reflexiona. El pasado diciembre no se callaron y denunciaron que estaban trabajando con una presión asistencial «inasumible». En otros aspectos sí se mejoró, algo a lo que contribuyen las nuevas generaciones. Y tira de anécdota real: cuando se unificaron los dos hospitales, a algún médico casi había que ponerle la bata y el café.

Nuevo hospital

Flor no estrenará el Gran Montecelo, el nuevo hospital. «Siendo sincera no me da pena porque creo que me voy en el mejor momento mío, personal y profesional». Le han llegado muchos mensajes de cariño, que agradece, y lo único que pide a los gestores del nuevo hospital es que urgencias, además de más espacios y medios, vuelva a ser un servicio en el que todo el mundo quiera trabajar. «Es la puerta de entrada del hospital, hay que ser ágiles y buenos. No mal encarados y siempre respetando a todo el mundo, personal y usuarios». Ahora quiere vivir, viajar e improvisar sin despertador.