El Camino Portugués de Paula y Traca: 20 kilómetros al día en una Galicia «guay» para los perros

PONTEVEDRA

P. O.

El can tiene una cuenta de Instagram en la que relata cómo ha hecho los 120 kilómetros de Baiona a Santiago

16 jun 2024 . Actualizado a las 19:43 h.

Hace menos de una semana que Paula Ortiz se hizo la clásica foto en la plaza del Obradoiro de Santiago. Estaba acompañada de su perra Traca, un galgo de dos años y medio que pasó su primer año de vida atado a un palo sin poder apenas moverse. Ella lo rescató y quiso darle una nueva oportunidad. Se prometió a sí misma que mientras estuviese con ella le enseñaría todo el mundo que no pudo disfrutar. Con esa idea en su cabeza y con más temores que certezas arrancó el Camino Portugués. «Antes de empezar se me hacía un mundo. A nivel organizativo me parecía complicado en un país como España, pero ahora se lo recomiendo a todos», explica Paula, que durante la experiencia no dejó de mandarle mensajes a su amiga gallega: «Le decía continuamente ‘qué guay es tu casa’. No puedo explicar lo que quisieron a Traca en Galicia».

A través de la cuenta de Instagram de su perra, Traca O. B., ha ido explicando paso a paso como diseñó el viaje, dónde pasó las noches y los lugares en los que los canes son bien recibidos. Seis días en Galicia le han valido para saber que es una opción viable, pese a no haberse encontrado con ningún peregrino acompañado de su mascota en los 120 kilómetros que hizo. «A todos los que tengan dudas, les digo que para adelante. Es un viaje de unión con el animal, pero por supuesto, hay que tomar algunas medidas de seguridad para evitar problemas», reconoce Paula Ortiz.

Esta amante de los animales recomienda que a pesar de hacer la reserva a través de internet, siempre es bueno llamar a los hoteles o albergues para asegurarse de que no va a haber sorpresas. «Muchos dicen que aceptan perros, pero luego es posible que al verlo te digan 'no pensé que fuese tan grande'», reconoce esta joven. Así que ella llamó a cada uno de los alojamientos en los que pernoctó. «En Padrón me costó algo más encontrar oferta porque es un sitio pequeño al que llegan casi todos los caminos», subraya Paula, que cuando se planteó la posibilidad de hacer la ruta jacobea junto a su perra, fueron varias voces las que la echaron para atrás: «Me dijeron que tendría que hacerlo a través de una agencia, pero no hizo falta». 

Paula y Traca hacían una media de 20 kilómetros al día, que la perra «aguantaba mejor que yo», dice con cierto humor. Asegura que hay que tener precaución en temas de seguridad a la hora de meterse en carreteras o vigilar por donde caminan para evitar que el animal pueda sufrir algún daño. «Se tiende a infravalorar la capacidad que tienen los perros, pero aguantan muy bien. Cada noche le hacía los mismos cuidados que a mí. Si yo me echaba crema en los pies, a ella le ponía el protector de las almohadillas al llegar al hotel y al arrancar por las mañanas», reconoce esta apasionada de los animales, que ya ha sido hogar de acogida para once canes en los últimos años. Antes de iniciar la ruta, Paula subió a la cuenta de Instagram de Traca las recomendaciones para llevar en la maleta. Entre los imprescindibles están un arnés cómodos, una correa larga, un spray antipulgas, un chubasquero ligero y muchos premios. «A Traca le motiva mucho la comida y es una forma de animarla o de que vaya reponiendo fuerzas», advierte. 

Espíritu solidario

Además de demostrar que el Camino Portugués sí está adaptado a los animales, Paula Ortiz hizo la ruta con un alma solidaria. Con un código QR que llevaba en le móvil iba contando su proyecto de crowfunding para apoyar a la protectora donde adoptó a Traca. En esta travesía de seis días ha logrado recaudar 310 euros y todavía tiene abierta la campaña.

El único pero que pondría a su experiencia con Traca es que la perra no pudo entrar en la catedral de Santiago. Tuvo que dejársela un ratito a una pareja que conoció en el Camino, que viajaba en caravana con sus animales, para poder entrar. Paula reconoce que quizás pudo haber hecho el Camino sola y con un aire tan aventurero como el que llevan muchos peregrinos, pero recomienda recorrerlo con el perro porque «para mí ha sido una palanca muy importante».