Noe y Adrián, que se hizo famoso en «Bailando con las estrellas», se casaron en A Lanzada comiendo huevos y con baile de película

María Hermida
María Hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

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Hicieron la boda frente al mar y a su imagen y semejanza, con los invitados danzando para luchar por un suculento premio: un gran jamón

24 sep 2024 . Actualizado a las 20:41 h.

Fueron felices y comieron perdices... Error. No vale el dicho con el bailarín de Pontevedra Adrián Esperón, que tiene una enorme trayectoria profesional detrás pero que saltó a la fama cuando participó en el concurso televisivo Bailando con las estrellas, y su pareja, la también pontevedresa y también bailarina Noe Abal. Porque ellos fueron, son y esperemos que sigan siendo felices. Pero de comer perdices en su boda nada de nada. Ellos comieron huevos fritos... A saber: se casaron este último sábado frente al mar de A Lanzada, con el Atlántico rompiendo y poniéndole banda sonora al enlace y, efectivamente, en la boda se sirvió el incombustible menú de huevos y patatas. Pero no vayamos tan rápido porque su historia y la de su enlace, hecho a su imagen y semejanza y por tanto con mucha carga de música y baile, hay que contarla desde el principio. 

¿Cómo se conocieron Adrián y Noe, que son los fundadores de una escuela llamada Pontebaile en Pontevedra? La pregunta casi ofende. Por supuesto, coincidieron danzando. Él fue su profesor de baile. Y fue a partir de ese momento cuando, hace ya siete años, saltó la chispa del amor. Se enamoraron, se hicieron novios y descubrieron que además del baile tenían en común millones de cosas más, como su gusto por coger su furgoneta e irse a parajes donde sentir la brisa del mar, como A Lanzada. Tanto les gusta ese rincón de las Rías Baixas que decidieron que ahí querían hacer su boda, en la famosa Arrocería A Lanzada, ya que Noe es una gran entusiasta de este plato.

Justo este año, que preparaban su boda, su vida se llenó de casualidades y acontecimientos. Adrián se emociona al recordar que justo el día que le dijo a su hermano que se iba a casar en el 2024 este le dio exactamente la misma noticia: «Me dijo que él también tenía pensado pedirle matrimonio a su novia y casarse este año... así que al final coincidimos, ellos se casaron un mes antes». Además, con los preparativos ya encima, a Adrián le surgió también la oportunidad de convertirse en maestro de danza en el programa televisivo Bailando con las estrellas. Y allá se fue a Madrid mientras Noe seguía adelante con la escuela de baile en Pontevedra. Ya de regreso a Galicia, ambos volvieron a preparar la boda. 

El gran día llegó este sábado. Frente al mar, el padre de Adrián, Juan José Esperón, más que conocido en Pontevedra por ser de esos vecinos que se apuntan a un bombardeo y que no deja de trabajar por causas sociales, hizo de maestro de ceremonias. Les dedicó numerosas palabras llenas de amor. Pero aún así se dejó en el tintero muchas otras que tras la boda le enviaba por correo a su hijo para que sepa lo mucho que le quiere tanto a él como a Noe. Tras la ceremonia, arroz y sorpresa para algunos invitados en forma de huevos fritos y patatas. Los novios explicaron que Noe le había hecho una promesa a su familia de que si un día se casaba comería ese menú y, dado que ellos le decían que no se lo creían, salió esa vianda para que la chica demostrase que no hablaba por hablar. 

Tratándose de dos bailarines con numerosos premios, la danza tenía que estar sí o sí presente. Y lo estuvo. Los novios se marcaron un baile de película al son de un romántico bolero. Y además pusieron a bailar a los invitados, una tribu de 110 personas. Les instaron a participar en un concurso de danza con un suculento primer premio: un jamón de tamaño considerable. Aunque en la boda había numerosos bailarines amigos de los novios, el jamón se fue a casa de Carla y Nacho, primos de Adrián, que demostraron que lo de moverse con ritmo va en los genes de esta familia. 

Adrián y Noe, aunque emocionados y asombrados con lo rápido que se pasó su gran día, están ya dando el callo en Pontevedra. Dicen ellos que la luna de miel tendrá que esperar porque es septiembre y toca ponerse las pilas con su escuela de baile. Eso sí, señalan que no perdonan el viaje y que lo harán el verano que viene. El destino, como en la vida, está por definir.