Excepcional atleta, uno de los deportistas gallegos más laureados, es el responsable de poner en el mapa del triatlón mundial a la ciudad de Pontevedra
29 sep 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Para un deportista de élite no es sencillo tomar la decisión de cómo y cuándo retirarse. Este mismo año asistimos a cómo lo han razonado y materializado desde Toni Kros, impresionante medio centro de la selección alemana y del Real Madrid hasta Yuri de Souza, inolvidable delantero del Pontevedra CF y de la Ponferradina. No todos los deportistas de renombre manejan del mismo modo los tiempos para adoptar esta crucial y dolorosa decisión. En el tenis tenemos ejemplos muy dispares. Hay quienes optan por irse con cierta precocidad, como acaba de hacer Garbiñe Muguruza (30 años) frente a Feliciano López (42) quien ha dilatado el anuncio hasta el pasado mes de junio. Y luego nos queda Rafa Nadal cuya inevitable retirada de las pistas parece inminente pero aún sigue sin fecha.
Javi Gómez Noya no le ha dado muchas vueltas. Lo tenía muy claro. Probablemente entre su círculo más próximo se sabía que mascaba la decisión, pero a la opinión pública nos ha sorprendido. Pero leyendo su comunicado en redes sociales, analizando sus argumentos, resulta absolutamente entendible que Javi resuelva dejar el deporte profesional a los 41 años, quemado de tantos años de sacrificio, entrenamientos y lesiones. Su impresionante palmarés habla por él y le reivindica ante cualquier análisis. Cinco títulos de campeón del mundo, cuatro de campeón de Europa y una plata olímpica en los Juegos de Londres 2012 son los principales logros de un deportista único que, junto al palista de Aldán David Cal, han sido los dos gallegos más laureados de la historia.
Sin embargo, los reconocimientos en España y en Galicia tardaron en llegarle. Pese a que llevaba años instalado en la cima del triatlón mundial junto a los hermanos Brownlee, no fue hasta 2016 cuando recibió el Premio Princesa de Asturias. Un galardón que en España supone el espaldarazo definitivo a la carrera de los mejores. Significa entrar en una categoría especial en la que militan Pau y Marc Gasol; Fernando Alonso; Carlos Sáinz (padre); Carolina Marín, José María Olazábal, Manel Estiarte o Miguel Induráin. Todo un hito para un chaval de lo más normal, sencillo, buen hijo, mejor esposo y padre, que ha desarrollado una carrera deportiva espectacular desde la más absoluta discreción.
Precisamente el fallo ponderaba de Javi «los valores de esfuerzo y perseverancia en la adversidad, demostrando una enorme fortaleza y un encomiable espíritu de superación». Quienes lo decidieron, los miembros del jurado, en su mayoría deportistas saben bien de qué va eso.
En la carrera de Javi Gómez Noya resalto dos méritos singulares: esa permanente capacidad de superación y, en segundo lugar, la reivindicación de un deporte tan duro como espectacular. No se puede olvidar que Javi tiene diagnosticada una valvulopatía bicúspide desde adolescente que propició que los médicos del Consejo Superior de Deportes le negasen la licencia e impidiesen su ingreso en el Centro de Alto Rendimiento de Barcelona. Sin embargo, Javi porfió, convencido de que su cuerpo y su mente podían asumir la enorme carga de esfuerzo que supone el triatlón. El resto lo hizo el apoyo de su familia, su equipo técnico y, sobre todo, el informe concluyente de Nicolás Bayón, cardiólogo del Hospital Montecelo, quien rebatió a sus colegas del CSD y garantizó que el corazón de Javi resistiría. Y así ha sido durante los 21 años de carrera deportiva que ahora toca a su fin
Precursor e icono
Si bien fue su predecesor Iván Raña quien comenzó a desbrozar el camino, realmente resultó ser Gómez Noya quien popularizó el triatlón en España, en Galicia y, particularmente en Pontevedra, ciudad en la que reside y entrena gran parte del año.
Los éxitos deportivos de Javi son los que empujan a los canales televisivos a ofrecer retransmisiones de pruebas del Mundial y de la Copa de Europa de Triatlón. Es Javi el reclamo que alienta el seguimiento informativo a un deporte que antes permanecía olvidado. Es Javi quien atrae el interés de las Administraciones y de los anunciantes. En suma, es Gómez Noya quien mueve hilos en la ITU y en la Federación Española de Triatlón para que se le diese a Pontevedra una oportunidad en el 2008 de organizar la Copa de Europa. Y pese a la lluvia que cayó aquel día de abril, el evento transcurrió de modo fenomenal, el público se volcó tanto a pie de río con la natación, como en las calles que acogieron los tramos de bicicleta y la carrera pedestre. Los pontevedreses descubrieron el triatlón ese día y vibraron con la victoria de Javi Gómez Noya. Y desde entonces, el triatlón se enamoró de Pontevedra, ciudad a la que ha vuelto con competiciones del más alto como el Campeonato del Mundo Multisport (2019), con victoria de Javi y con Pablo Dapena, segundo en la prueba de triatlón. Por cierto, Mundial Multideporte que volverá en el 2025 con seis modalidades y la previsión de miles de deportistas. Para entonces Javi será un espectador. No uno más, sino muy especial, pues parece seguro que con su experiencia y palmarés de él saldrá un excelente técnico. Aguardo que le lleguen más homenajes. Tanto a nivel municipal —ya está tardando darle el título de Hijo Adoptivo de la Ciudad— como deportivos. Con su carrera y ejemplo, merece estar en el Comité Olímpico Internacional.
A su padre, Javier Gómez Sequeiro, crucial apoyo desde la infancia, cuando llevó al pequeño Javi a entrenar tantas veces y tantas horas como fueron necesarias para crear al campeonísimo actual.
A los Bomberos de Ferrol, que señalaron a un niño de balbucientes dotes deportivas que había una modalidad deportiva basada en natación, ciclismo y carrera a pie que podía convenir a las dotes que ya aventuraba aquel crío.
Al cardiólogo pontevedrés Nicolás Bayón, quien rebatió a los médicos del Consejo Superior de Deportes que pretendieron apartar a Javi de la alta competición aduciendo que una valvulopatía bicúspide lo impedía. Menos mal que el especialista del hospital Montecelo de Pontevedra señaló que esa cardiopatía era perfectamente compatible con el deporte de élite. Un diagnóstico feliz que en 2003 fue reconfirmado por el especialista inglés William McKennan, cuyo informe acalló, definitivamente a los galenos del CSD.
También otra porción le corresponde a Iván Raña, el precursor del triatlón en Galicia, quien acogió en sus entrenamientos a un chavalito de 15 años que era una esponja que aprendía minuto a minuto al lado de quien se proclamó campeón del mundo en el 2002.
Del mismo modo, otra parte del premio se debe a los hermanos Brownlee, sus grandes adversarios, quienes han obligado a Javier Gómez Noya a exprimirse para sacar su mejor versión y lograr imponerse.