Javier Macipe, director de «La estrella azul»: «Si algo tiene el folklore es la atemporalidad, no pasa de moda»
PONTEVEDRA
El realizador acude a los Premios Feroz con cuatro nominaciones
05 ene 2025 . Actualizado a las 21:46 h.Se podría decir que con La estrella azul, el zaragozano Javier Macipe ha irrumpido en el mundo del largometraje como un elefante en un cacharrería. Su opera prima no solo triunfó en las pasadas ediciones de los festivales de San Sebastián, Nantes o Montevideo, por poner tres ejemplos al azar, sino que ha sumado ocho nominaciones de cara a los Goya, mientras que a los Feroz, que se entregarán el 25 de enero en una gala en el Pazo da Cultura de Pontevedra, aglutina cuatro candidaturas a mejor película dramática, actor protagonista (Pepe Lorente), cartel (Laura Pere) y guion, del propio Macipe.
—Comentaba que tardó diez años en rodar «La estrella azul». Echando la vista atrás, ¿qué siente?
—Mucha satisfacción porque se ha cumplido la mejor de las expectativas que podíamos tener. Solamente terminar la película era el premio porque nos pasó de todo. Lo primero, costó mucho levantarla, encontrar productor, una película que se rueda entre dos continentes, algo que ya era difícil para ser una ópera prima se sumó que al tercer día rodaje llegó la pandemia. Después de haberla terminado, que ya fue el premio, que esté yendo tan bien es una maravilla.
—¿Qué es lo más complicado: llegar a una buena historia o tener financiación para rodarla?
—Digamos que hay siempre dos retos. Uno más relacionado con lo puramente artístico o más espiritual, digamos, que eso en sí mismo es un proceso complicado porque estoy aprendiendo. Es mi primera película. Escribir el guion fue un proceso difícil, enfrentarme a todas las decisiones artísticas ha sido difícil. Pero luego el cine tiene una faceta enorme relacionada con conseguir los medios, que en otras artes no tienen. El pintor no tiene tanta dificultad para conseguir pintura y pinceles. Eso también ha sido un proceso de muchísimo esfuerzo para conseguir productores, para conseguir dinero, para que la pandemia no nos destruyera la película y todo un aprendizaje enorme que nos sirve de músculo para futuras películas.
—Y todo partiendo de una historia real, un cine que tiene el hándicap que no siempre gusta a sus protagonistas.
—Lo de la historia real hay veces que puede ayudar y hay veces que puede dificultar. Cuando Bayona hace la película sobre lo del avión, eso ayuda porque todo el mundo automáticamente tiene interés, es una historia muy potente, muy universal. En nuestro caso, había que luchar contra el prejuicio de que es la película sobre un roquero de Aragón y que nadie pensara que eso era una película solo para los fans, que no son muchos los de este roquero. Durante todo el tiempo tuve que intentar transmitir a toda la gente que se tenía que sumar al barco que era una película universal, que Mauricio podría haber existido o no, que da igual que fuera de Aragón o que podía haber sido un andaluz, bueno, con sus matices. Al final, creo que lo hemos conseguido, la película ganó premios en todo el mundo, ha funcionado muy bien en taquilla en toda España, está nominada a los premios nacionales... hemos conseguido eso que es vencer a ese estereotipo.
—¿Como vivió el ser una de las películas españolas preseleccionadas para los Oscar?
—Fue una alegría muy grande. Sobre todo, ayudó a que muchos meses después de que hubiera pasado por los cines, la película tuviera un empujón muy fuerte que ha hecho que se vea en plataformas. En Filmin ha sido la séptima película más vista del año de todo el mundo, que es muy complicado, y todo eso ha sido gracias a este tipo de cosas.
—Y sin perder de vista de que estamos hablando de un roquero que murió hace treinta años.
—En este sentido, una cosa que ha sido muy emocionante es que nosotros pensábamos que esta película, sobre todo, iba dirigida a gente de más de 40 años, que es la que pudo haber vivido, más o menos, la época que se representa la película. Sin embargo, lo primero que pasó es que en el Festival de San Sebastián ganó el Premio de la Juventud que lo dan 150 jóvenes, son muchos. De repente, vimos que la película, a pesar de que cuenta algo que ha quedado atrás el tiempo, es muy actual, gusta mucho a los jóvenes y eso hace pensar que es una película bastante atemporal. Eso es un objetivo que nos marcamos muy explícitamente, intentamos pensar que la película no pasará de moda, que pudiera ir igual al joven que al anciano, y que no fuera una película dirigida a un target concreto.
—Tal vez porque la buena no entiende de edades o generaciones.
—Claro. Es una película que habla de ir hacia el folklore y el folklore, si algo tiene, es la atemporalidad, es la música que no pasa de moda. Aún así hay mucha gente que piensa que el folklore está pasado de moda, mucha gente tiene ese prejuicio y piensa que los jóvenes solo escuchan reguetón y, sin embargo, hemos demostrado que los jóvenes tienen la capacidad de entender lo que es eterno.
—Es algo que se observa perfectamente en una escena si cambiamos reguetón por bacalao.
—Claro, en la película queríamos mostrar que toda época tiene una música que la crea la industria, que la crea artificialmente y que, a base de doparla, de meterle dinero y de hacerla sonar en todas las radios, consiguen que durante un tiempo sea eso... Pues como ocurre con la comida basura que se pone de moda en ciertas épocas. Pero, al final, esa música se la lleva el viento. Ahora la gente no escucha bacalao, escucha una especie de sucedáneo porque sigue habiendo mucho de electrónico. Lo que dentro de quinientos años se seguirá escuchando, seguro, es la música que se hace con esos instrumento analógicos y que tiene que ver con los ritmos eternos del folklore.
—Y seguramente algunas de las canciones de Más Birras.
—Seguramente.
—Me llama la atención que, siendo una película sobre música a caballo de España y Argentina, no salga ni un solo tango.
—El tango tiene algo de elitista y esta es una película que habla de la música que pertenece más al pueblo. El tango es una música difícil de tocar y difícil de bailar. En Argentina están concentrados en Buenos Aires los sitios donde gusta el tango y, ni siquiera en Buenos Aires pertenece a las clases populares. Sin embargo, el folklore que se muestra en la película es lo que se escucha en todo el resto del país, pero que no ha trascendido. Los argentinos han sido muy buenos exportando el tango, pero nosotros queríamos mostrar que hay una corriente subterránea en los lugares donde está la música que le gusta el pueblo.