Iván pone a raya su colitis ulcerosa desde la bicicleta: «Me convertí en mejor deportista y mejor persona»

Nieves D. Amil
nieves d. amil PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

ADRIÁN BAÚLDE

El campeón de la Copa Galicia de «pumptrack» tiene brotes que le impiden hacer vida normal. El deporte le enseñó el valor del esfuerzo para ser un ganador

08 feb 2025 . Actualizado a las 11:41 h.

Iván García padece colitis ulcerosa. Es un enfermo crónico. A sus 21 años, hace un lustro que convive con los cólicos que le provoca la dolencia. Sabe que sufrirá los brotes, que le dolerán y lo dejarán casi sin poder hacer nada y teniendo que ir al baño cada día más veces de las que se pueden contar con los dedos de una mano. Pero esto no es solo su carta de presentación. Eso lo asumió y como cualquier chaval se plantó enfrente de la enfermedad con una bicicleta para decirle, saldré de esto sobre ruedas. Este fin de semana estará en la primera prueba de la Copa de España. Antes de viajar a Alicante, donde se celebra, hace un alto en su preparación para contar quién es y cómo ha llegado hasta aquí. Iván quiere dar ejemplo. Él lo es. Acaba de proclamarse campeón de la Copa Galicia de pumptrack, una modalidad de ciclismo con origen en la BTT que se disputa en una especie de circuito con subidas y bajadas en el que los corredores deben moverse con la inercia de las primeras pedaladas.

Cuando todavía era un crío y su familia estaba haciendo su casa, aprovechó los restos de tierra que quedaban para poner unos saltos. La bicicleta ya era la vía de escape a su día a día. «Poco a poco lo fui mejorando con rampas, mi padre me ayudaba a hacerlo y comencé a competir en descenso», recuerda Iván. Su vida era como la de cualquier adolescente hasta que en el 2020 tuvo su primer brote de colitis. Los dolores y las pérdidas de sangre cuando iba al baño le pusieron sobre la mesa pronósticos que prefiere no recordar demasiado. «Estaba pálido y súper flaco», reconoce sobre esos primeros síntomas. Llegó a pesar 58 kilos. Ahora, que sigue estando delgado, está en 73. «Al principio no lo asimilaba, mi padre, con el que tengo una relación maravillosa, se agobió mucho y cayó en una depresión», explica Iván.

ADRIÁN BAÚLDE

Pasó bastante tiempo hasta que dieron con el diagnóstico. Padecía una colitis ulcerosa y los brotes empezaron a ser tan constantes como incapacitantes. «Me dieron mucha cortisona y luego casi un año después, comencé con un tratamiento de pinchazos», apunta. Le quedaban dos opciones. O su vida se paralizaba por la enfermedad o aprendía a sortearla a base de deporte. Escogió la segunda opción. «Ese primer verano lo pasé en el monte, me compré una bici de enduro y a entrenar. En casa iba siete vez al día al baño y en el monte no me pasaba», añade. Cuando comenzó con la enfermedad estaba en primero de Bachiller. Fue un curso casi perdido y repitió pensado que estaría mejor. Ya había asimilado el diagnóstico «cuando me golpeó aún más fuerte». «Iba una semana a clase y faltaba dos. No fui capaz», recuerda. Durante esos años se sentía mal cada vez que competía. «Me veía ridículo porque no era capaz ni de acabar las carreras», explica. Si dio un tiempo y tras un año de descanso en casa, se apuntó en un ciclo de madera. Unos problemas familiares lo volvieron a poner a prueba y otra vez salió a flote. «Gracias a todo esto, soy capaz de esforzarme, me convertí en mejor persona y en mejor deportista», recalca este joven corredor del Club Ciclista Val de Ulló de Vilaboa.

El título autonómico es el punto de partida a una trayectoria que arranca en Galicia, pero quiere tocar techo nacional y por qué no, internacional. Competir le da la energía que necesita y el pumptrack no solo es su deporte, es también su profesión. Trabaja para Bicitectura, una empresa que construye este tipo de pistas con remontes. «Poco a poco empecé a encontrarme mejor, cada vez que iba a una obra, me sentía bien. Llevo casi un año sin brotes fuertes», comenta Iván. Sabe que le pueden aparecer en cualquier momento, el estrés es uno de sus principales enemigos. Ahora ha aprendido a tener a raya su colitis ulcerosa para poder disfrutar sobre la bici. Aunque si hay algo de lo que no puede prescindir es de los críos a los que entrena en una modalidad que cada vez gana más adeptos. Hace un tiempo que trabaja con la base del club, esa veintena de chavales son la mejor medicina para el ánimo de Iván. Son capaces de ponerlo contento cuando las semanas vienen muy mal dadas. «Me hacen volver a casa feliz», concluye un corredor al que ya no hay nada que le ponga freno.