Rakayo, la marca surfera de las Rías Baixas que echa el freno: «Necesitamos recuperar la esencia, no somos capaces de seguir el ritmo»

PONTEVEDRA

Nico López, de 24 años, y su socio, Tomás Omil, reconocen que la demanda de sus prendas les sobrepasó tras cinco años de trabajo
11 mar 2025 . Actualizado a las 18:51 h.Rakayo es el sueño de Tomás Omil y Nico López, unos chavales de 24 años, que hace tan solo cinco comenzaron a convertir su pasión por el surf en creatividad. Diseñaban sudaderas y camisetas que se las sacaban de las manos con el mar y las olas como protagonistas. Lo hacían desde Portonovo para todo el país. Sus primeros pasos fueron en la pandemia y llegaron a abrir una tienda física en Portonovo durante los meses de verano. La marca iba como un tiro. Con unas campañas de márketing que revolucionaban las redes, estos jóvenes crecieron tanto que ahora han echado el freno. Dejarán de producir y de diseñar después de que lo que nació como una afición para retratar esa Galicia bonita que sabe a mar cogiese una proyección imparable. Rakayo se esfuma con la misma repercusión con la que nació. Necesitan parar. «Llevamos un tiempo arrastrando ciertos errores, tenemos que dejar de producir y ver la empresa desde fuera para poder valorar sin con el tiempo volveremos o no y de qué forma lo haríamos», señala Nico López, sorprendido del revuelo que ha generado su cierre en las redes .
La empresa que formó con 19 años nació como un hobby para diseñar prendas que le inspiraba el mar necesita tiempo para saber si este final es el definitivo. Hacía colaboraciones con artistas locales y convertía en ropa las ideas que rondaban su cabeza. Una de las que más éxito tuvieron fue las que estamparon una ilustración de las artistas son.uxia (Uxía Gonzalo y Uxía Caneda). Iban acompañadas de la frase «cando as olas rompan e o mar se senta en calma», una declaración de intenciones que hoy cobra fuerza. Nació con una filosofía que llamaba a disfrutar a cámara lenta de la vida, pero Rakayo fue cogiendo fuerza y transformándose en una pequeña empresa. Los diseños que antes fabricaban cuando mandaba la inspiración pasaron a hacerse con un ritmo comercial que les hizo perder la ilusión.
«Nuestra esencia era no tener prisa y sacar prendas cuando nos viniese la inspiración, pero al tener que hacerlo como una empresa, no queremos seguir ese ritmo», explica Nico. Sabe que la rentabilidad y los números mandan, pero ellos se resisten a que Rakayo se convierta en una marca más de surf que se aleje de sus principios. Reconoce que al coger una estructura más fuerte y tener que fabricar por campañas, buscar proveedores y contactos los acabó superando. «Nos faltaba visión y formación para seguir así. Íbamos por inercia, sin pararnos casi a pensar», apunta. En cierto modo se vieron superados, así que antes de perder la esencia de sus comienzos, Nico y Tomás han frenado en seco. Ahora liquidan sus prendas al 50 % para dejar Rakayo bien cerrado.
¿Qué pasará ahora? Ni siquiera ellos lo tienen claro. Los emprendedores que hicieron «desaparecer» la Madama de Sanxenxo necesitan tiempo. «Ahora necesitamos saber hacia donde queremos ir para volver a buscar la inspiración», subraya. Quizás en el futuro vuelvan a poner en marcha la marca, pero en estos cinco años de experiencia le han valido para saber que si renacen lo harán de otra forma. Su canal principal no serán solo las redes sociales. Su cuenta de Instagram supera los 14.000 seguidores y eso les obligaba a estar pendientes de sus clientes casi las 24 horas del día.
Reconocen las ventajas de esta exposición virtual y el impulso que le dio en sus comienzos, pero en una hipotética vuelta querrían enfocarlo de otra forma para que no sea el centro de Rakayo y sí el complemento a una tienda física «en la que los clientes pudiesen tocar las prendas».