Aïda Colmenero Dïaz: «Conjurar es una manera de rezar, es una manera de protegernos, es una manera de invocar, es una manera de recordar...»

PONTEVEDRA

La artista lleva su «Conxurando o invisible» al Museo Nacional del Traje en el marco del festival Ellas Crean del Ministerio de Igualdad
28 mar 2025 . Actualizado a las 10:37 h.Creadora, actriz, coreógrafa, bailarina, cineasta, comisaria de artes escénicas... Todo ello se conjuga en la figura de Aïda Colmenero Dïaz, quien, aunque nacida en Madrid, mantiene muy marcadas sus raíces gallegas, algo que impregna totalmente su espectáculo Conxurando o invisible, con el que este sábado, en funciones de 12 y 14 horas, aterriza en el Museo Nacional del Traje en el marco del festival Ellas Crean, que impulsa el Instituto de las Mujeres, adscrito al Ministerio de Igualdad.
—«Conxurando o invisible» es su forma de regresar a Galicia.
—A mi Galicia de siempre. Exactamente.
—¿Cómo fue la creación de esta pieza?
—He estado muchos años fuera, fuera de España, haciendo trabajos más relacionados con otras temáticas, pero siempre fuera. De repente, sentí la necesidad de por qué no devolver algo a Galicia. También me mudé a Galicia. Coincidió el volver a vivir en Galicia y la necesidad de empezar ahondar en esta tierra. Al final, yo nací en Madrid, pero todos los veranos, todas las Navidades veníamos a Galicia. Me dije, pues me vuelvo a Galicia a vivir ahí y a trabajar, a investigar sobre lo que más me latía y sobre lo que más me interesa. En el fondo también como que he construido mi Galicia desde fuera y, bueno, la mayoría de gallegos, que son los grandes viajadores de España, han construido siempre para mí la idea de Galicia siempre desde fuera. Mis abuelos han estado viviendo en Alemania toda su vida, mis tías, mis otros abuelos, mis bisabuelos en Brasil, en Nueva York... Es esta idea de cómo construir tu pequeña Galicia estés donde estés. Aunque yo nací en Madrid, siempre me he sentido de Galicia. Entonces, un poco va por ahí.
—¿Y por qué este título?
—La imagen que siempre recuerdo... Una de las cosas que siempre recuerdo de mi madre era que hacíamos la queimada en casa. Yo no lo entendía, pero lo vivía con tanta emoción y con tanta pasión cada vez que la hacía que para mí era un momento supermágico. Sin ella explicarnos nada, ella leía al conxuro. Nunca mi madre nos ha explicado nada en el fondo y el conjurar para mí era muy importante, que también está relacionado con este conjurar muchas cosas. Conjurar es una manera de rezar, es una manera de protegernos, es una manera de invocar, es una manera de recordar, es una manera de muchas cosas. Lo he vivido como algo muy importante y algo no turístico, y que se está perdiendo en muchas familias por lo que estoy viendo. Es por ello que una de las cosas que tenía que estar presente de algunas manera el aguardiente, la queimada de alguna manera. Sale en la mi pieza mi tía Teresa, porque mi madre falleció. La grabé recitando el conxuro da queimada.
—¿Y «o invisible»?
—Esto está muy relacionado con lo que suelo trabajar artísticamente, que es con lo invisible. Me parecía una desfachatez intentar ahora, de repente, bailar unas muñeiras cuando no me he entrenado en esto. No quiero robar nada y hacerlo mal, por así decirlo. Lo que más me interesa es la fuerza que hay detrás de una muñeira, la fuerza que hay detrás de un pandeiro, la energía que desprende todo, La energía que desprende la cultura, el alalalá, el aturuxo. Me interesa todo eso, pero, sobre todo, la energía y lo que hay más allá, el sentimiento, que no es visible. No me interesaba repetir la muñeira tal cual, pero, al mismo tiempo, quería respetarla e investigar la muñeira. El traje, por ejemplo, está hecho por D'Aquela. La falda es tradicional, pero luego llevo unas botas de cuero. Intento hacerlo más moderno. El sombrero que llevo es de un gaitero, que normalmente no lo llevan las mujeres, pero me pongo un sombrero de gaitera porque me siento gaitera.
—Echando la vista al pasado, ¿ya entiende la pasión con la que su madre vivía el conxuro?
—Sí. No lo entendía racionalmente, pero me daba igual. Lo entiendo y lo vivo. Al regresar a Galicia, al estar aquí es como si todo tiene sentido para mí. Galicia es única. No hay una tierra como Galicia en España. Me encanta cuando los gallegos dicen que somos de raza, que somos un país. Entiendo el lenguaje que desde fuera no entendía cuando me preguntaba «¿cómo pueden hablar de país?». Entiendo el sentimiento que se vive aquí, lo entiendo cada vez más, lo vivo cada vez más. Madrid siempre nos dio muchas posibilidades de estudio, de formación, de muchas cosas, pero en el fondo siempre queríamos escapar a Galicia. Bailar es celebrar todas esas cosas que estaban como por piezas y, de repente, todo el puzle se hizo uno.
—¿Cómo se presenta el espectáculo de este sábado?
—Para mí es muy importante volver a Madrid con algo que he estado trabajando en Galicia. Es el viaje al revés. Me siento muy cómoda en este festival porque aúna varias artes. Siempre digo que no me siento solo bailarina o coreógrafa porque soy actriz también, pero hago fotografía, cortometrajes... Trabajo de una manera multidisciplinar. Este festival también me gusta por eso, porque es muy multidisciplinar.
—¿Y la veremos por Galicia?
—Espero. Esta pieza la estrené en el festival Escena Patrimonio, que fue una experiencia para mí. No puedo explicarlo con palabras, pero fue enorme, fue en el Museo do Pobo Galego de Santiago. Y fue muy especial. Es verdad que fue justo saliendo del covid-19 y entonces era todo muy raro. Solo podían pasar diez o quince personas, todas con mascarilla, pero yo estaba ahí, en este espacio tan importante para mí, en esa ciudad tan importante para mí, con esta temática ancestral, de memoria. Se me pone la pie de gallina porque es una de las actuaciones más importantes de mi vida. Luego también lo pude bailar en la Ribeira Sacra, en Santo Estevo. No sé cuando se me verá en Galicia, pero aquí estoy aquí estoy disponible para bailarlo más veces y con muchas ganas.