La Vuelta no para en Pontevedra, pero la ciudad le da la espalda y grita a los corredores «Israel asasina»

María Hermida / Marcos Gago / Álex Davila PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

Cientos de personas se manifestaron pacíficamente, también el alcalde Lores, que llevaba una bufanda palestina puesta y que dijo que no entiende «aos que lles molesta que os cidadáns se manifesten pacíficamente contra un xenocidio»

09 sep 2025 . Actualizado a las 18:23 h.

No hubo disturbios. Ni siquiera un amago de los mismos. Pero eso no significa que Pontevedra no dejase clara su repulsa a que un equipo de Israel participe en La Vuelta a España, que en la etapa de este martes salió de Poio a las 13.05 y que llegará hasta Mos. Los corredores pasaron raudos y veloces sin impedimento alguno, pero los manifestantes les atronaron con sus gritos. «Israel asasina, a Volta patrocina», gritó la ciudad. Hubo manifestantes de todas las edades, desplegados sobre todo en el puente de A Barca y en Manuel de Palacio. Y algunos quisieron darle tanta crudeza a su presencia que incluso portaban en brazos mantas acurrucadas, como si fuesen los niños de Gaza asesinados por Israel. 

Sobre las diez de la mañana de este martes, numerosos coches policiales iban y venían por las carreteras pontevedresas. Era evidente que el despliegue policial iba a ser notorio después de los disturbios que acompañó el paso de La Vuelta en distintos lugares del mapa nacional. Así fue. Y, horas antes de que los corredores pudiesen los pies sobre los pedales, tanto Poio como Pontevedra estaban tomadas por las fuerzas del orden; desde Policía Nacional a Guardia Civil. Se identificaba a todo aquel que osaba a ponerse en un rotonda o algún sitio con vistas privilegiadas. Paralelamente a la llegada de agentes, también fueron apareciendo manifestantes en distintos puntos del recorrido. 

El primer punto caliente de movilización estuvo en el puente de A Barca, la frontera entre Poio y Pontevedra. Ahí, a los dos lados del viaducto, las banderas palestinas no dejaron de ondear. Tampoco dejaron de resonar gritos: «¿Onde están, que non se ven, as sancións a Israel?», se escuchaba alto y claro. Había quien llevaba las manos pintadas de rojo, simbolizando la sangre derramada en lo que los manifestantes gritaban que «non é unha guerra, é un xenocidio». Se congregaron varios cientos de personas, entre ellas algunas caras conocidas del nacionalismo gallego, como el histórico exalcalde de Poio, Nito Sobral, Bieito Lobeira o Iria Aboi. Cuando reloj pasaba de las 13.10 horas, los corredores pasaron y los gritos, antes ya bien audibles, se convirtieron en atronadores. Eso sí, tal y como se pidió, nadie interrumpió el paso de los ciclistas. Lo único que quedó sobre la calzada fueron unas octavillas cuya tirada, en todo caso, no puso en jaque la carrera. 

A los ciclistas les quedaba pasar, solo unos minutos después, por el centro de Pontevedra. Allí tampoco fueron bien recibidos. Volvieron los gritos de «Israel asasina, a Volta patrocina» y no se le dio ni un solo aplauso a los corredores. Todo al contrario, se les abucheó y se insistió con un «fóra, fóra» atronador. Allí, como un manifestante más, estaba el alcalde de Pontevedra, Miguel Anxo Fernández Lores, que llevaba una bufanda palestina al cuello, que no dejó de gritar y que, tras el paso de la Vuelta, concluyó: «Pontevedra manifestouse diante do paso da Volta porque hai moita xente responsable denunciando un xenocidio que é unha vergonza a nivel mundial e eu creo que non se pode un poñer de perfil ante esta masacre. Van xa máis de 70.000 persoas asasinadas vilmente por un Goberno que se di democrático. E eu a quen non entendo é á xente que lle molesta que os cidadáns manifesten as súas opinións dunha maneira libre, tranquila. Non me entra na cabeza que ninguén no mundo que sexa medianamente razonable e un ser humano poida parecerlle mal que os cidáns se manifesten ante unha masacre así». Hablaba así Lores en medio de la protesta ciudadana y rodeado por buena parte de su equipo de Gobierno. 

Tras los gritos, ya con los corredores lejos de la ciudad, los ciudadanos que se manifestaron aplaudieron. Fueron palmas de emoción y rabia por Palestina. No aplausos deportivos. Esos, este martes, en Pontevedra no los hubo. Aunque kilómetros antes, en la salida de La Vuelta en Combarro, la historia fuese bien distinta. Y, probablemente, en Mos, al término de la carrera, también. 

La burbuja de Combarro

Mientras en diferentes puntos de Poio y Pontevedra se preparaban las concentraciones propalestinas contra la participación del equipo Israel- Premier Tech, la Plaza da Chousa de Combarro se convirtió en una isla de entusiasmo ciclista, ajena al clima de tensión que ha acompañado esta edición de La Vuelta.

Desde primera hora, el pequeño puerto marinero se transformó en un hervidero de actividad. Un dispositivo de seguridad imponente con decenas de motos de la Guardia Civil, miembros de Protección Civil, Policía Nacional, funcionarios del Concello, trabajadores de La Vuelta y agentes locales garantizaban que la salida de la etapa se desarrollara sin incidentes. Y así fue.

En la zona de invitados, el hoy comentarista Perico Delgado se convirtió en una atracción más, posando con aficionados entre juegos, animación, puestos de comida y carpas de patrocinadores. Aquí las colas para conseguir merchandising fueron una constante a lo largo de la mañana y hasta el alcalde de Poio, Ángel Moldes, se atrevió a participar en uno de estos eventos patrocinados sobre una bici.

Entre el público deseoso de ver a los corredores de cerca, rostros conocidos como el olímpico Carlos de la Torre (Barcelona 92) se mezclaban con aficionados y vecinos. Las banderas que ondeaban decían mucho: predominaban las de Uruguay, con Thomas Silva jaleado por sus compatriotas y algunas de Colombia, en apoyo a Egan Bernal. Pero, sobre todo, había banderas de Portugal y aficionados lusos al ciclismo que se acercaron a dar aliento a Ivo Oliveira y João Almeida del UAE Team Emirates. Aunque sí se vio alguna, las banderas palestinas, tan visibles en otros tramos del recorrido, apenas se dejaron ver por el entorno de A Chousa.

Como era de prever, el equipo Israel - Premier Tech no participó en la rueda de presentaciones, una ausencia que no pasó desapercibida en un contexto de creciente presión social. Aún con todo, a medida que los diferentes equipos se subían al escenario del punto de partida, la expectación fue creciendo. Y es que todos querían ver de cerca al líder, quien se guardaba para el último momento. Jonas Vingegaard, maillot rojo de esta Vuelta, apareció entre vítores ya casi sobre la hora de salida.

Combarro vivió su momento de gloria como escaparate internacional, pero también como burbuja de celebración en una Vuelta que, fuera de sus límites, se ha convertido en escenario de reivindicación política.