El entrenador que saca a los niños al parque para popularizar el skate en Pontevedra

Nieves D. Amil
nieves d. amil PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

Tato, profesor de la escuela On Air Skate Skull de Pontevedra, en el skate park de la avenida Reina Victoria
Tato, profesor de la escuela On Air Skate Skull de Pontevedra, en el skate park de la avenida Reina Victoria ADRIÁN BAÚLDE

Tiene una escuela con sesenta críos a los que enseña a ser felices sobre el skate. Y lo consigue

27 oct 2025 . Actualizado a las 17:58 h.

Es media tarde y Fernando Ezequiel Pintos, al que los niños conocen como Tato, ayuda a unos cuantos críos a patinar en el skate park de Reina Victoria. A unos les da la mano para hacerle más fácil el aprendizaje y a otros los deja volar más solos para que sigan mejorando. Conoce bien la inyección de dopamina que supone hacer tu primer flip. Así que cada vez que un alumno hace un logro, por muy pequeño que parezca para otro, él lo aplaude como si acabase de ganar unos Juegos. Y es que de una forma o de otra, este entrenador de la escuela On Air Skate Skull de Pontevedra disfruta de ver a los niños en la calle. Casi siempre entrenan a cubierto en la escuela que tiene en la avenida de As Corbaceiras, pero si el tiempo lo permite los lleva a entrenar al aire libre. Cree, tras una infancia feliz en Argentina, que es en la calle donde tienen que estar los niños, lejos de las pantallas, de los estímulos audiovisuales e incluso fuera de los parques infantiles acotados que los padres vigilan desde fuera (o desde dentro). Él se encarga de que encuentren esa felicidad sobre las ruedas de los skate. «Antes, cuando era un crío, íbamos a patinar y éramos los gamberros. Ahora te das cuenta de que a la gente le gusta ver a los niños practicar esta actividad», explica Tato. Por eso apuesta porque los skate park no estén en lugares alejados de los centros urbanos ni en zonas marginales y oscuras.

Le gustan los que se integran en el día a día de un ciudad y pone como ejemplo el de Reina Victoria. Asegura que las instalaciones no son de los mejores, pero la mezcla de edades que se da en el entorno es lo que le hace feliz y beneficia a los críos. «Tiene algo mágico, hay muchas generaciones y los mayores disfrutan de ver entrenar a los pequeños. Conozco un señor muy mayor que hace un kilómetro para ver patinar», añade Tato.

ADRIÁN BAÚLDE

Este entrenador argentino hace más de 20 años que vive en Galicia y salvo unos años en los que trabajó en negocios de la familia materna en Sanxenxo, pronto encontró camino en el skate. Era algo que ya hacía en Argentina y quería liberar de todos los estigmas una actividad que le apasiona. Y no habla de deporte. «El deporte lo cuantifica todo y el patín es algo libre. Estuve una temporada en la Federación de skate de Galicia y llevaba gente a competir hasta que una vez vi a un padre gritar porque creía que su hijo merecía haber ganado. Le llamé la atención y ahora en lugar de competiciones, hacemos excursiones», recalca.

Mantiene los valores del deporte, «la parte sana», como dice él, para enganchar a los niños. Tato asegura que ver cómo se van superando poco a poco y sumado logros es la mayor alegría y engancha mucho más que una medalla. «El patín te da superación porque para hacer cualquier cosa con el skate sabes que al principio siempre vas a fallar y a partir de ahí, solo se puede mejorar. Prueban y prueban hasta que lo consiguen y cuando lo logran, el chute de dopamina les vale la pena muchísimo», asegura este patinador, que advierte de que en la época de las «mil pantallas, eso los centra».

A sus 44 años, lleva patinando casi cuarenta. Se subió al skate y no se volvió a bajar. Cuando describe las sensaciones que deja esta actividad lo compara con la meditación. «Te mantiene la cabeza ocupada, cuando patinas no puedes pensar en nada más, no hay hueco para las tareas pendientes, repasar la agenda o darle vueltas a los problemas, estás centrado en patinar y la cabeza se relaja», explica este entrenador, que trabaja con algunos niños que tienen trastorno de la conducta y «muchos padres me dicen que el patín los calma».

Alumnos estudiosos

En On Air Skate Skull tiene unos 60 niños, muchos de ellos niñas que dan un paso al frente en esta actividad. Los agrupa por edades y por niveles, pero también se fija en que los grupos congenien porque por encima de todo, el skate es para aprender y para hacer amigos. «Me fijo en la personalidad de los niños para ver cómo encajar los grupos y que hagan pandilla. Esta actividad es una máquina de hacer amigos», comenta el entrenador, que asegura que si llegas a un parque con el skate pronto se te va a acercar alguien para darte un consejo o preguntar algo y a partir de ahí «se presentan y empieza una amistad».

Tato no quiere vagos en su escuela. No se trata de que los críos no tengan implicación en el skate, que eso sí sabe cómo conseguirlo. Lo que no admite es que sean malos estudiantes. Lejos está esa imagen que dejan las películas de los patinadores viviendo en zonas marginales. Así que no solo quiere que estén presentes en la ciudad y popularizar el deporte, sino que sean buenos alumnos. «Yo no enseño skate a vagos, para estar aquí tienen que tener buenas notas. Prefiero perder un alumno que tener un gamberro», advierte con seriedad.