Uxía Pais Iglesias, escritora de 13 años: «Sufrí mucho de niña, tanto por bullying como por amistades, y lo plasmé todo en el libro»

A día de hoy, desconoce cómo alguien en la Editorial Seleer supo que escribía, solo que se pusieron en contacto con ella «preguntándome si tenía algo escrito. Les dije que tenían que hablar con mis padres, ya que soy menor de edad, se pusieron en contacto y mandaron mi manuscrito. No tengo claro cómo lo supieron, simplemente me escribieron y dio la casualidad de que escribía. Les contesté y surgió». A sus 13 años, el próximo diciembre, Uxía Pais Iglesias publicará su primer poemario, Donde nadie mira, todo florece, donde «trato bastantes temas, la verdad, desde temas tristes hasta el amor. Hay mucha diversidad», remarca ante la atenta mirada de su madre.

—¿Cómo surge este libro?

—Surge de que yo no me sabía expresar. Intenté escribir para ver lo que sentía y se convirtió en un hobby, en un sueño y acabé pudiendo publicar. Estoy un poco nerviosa, pero también emocionada porque es mi primer libro. Hay muchas cosas que no sé cómo hacer o no sé cómo van. Tengo que ir descubriéndolo.

—A la hora de plasmar esos sentimiento, ¿qué fue lo más difícil?

—Darlo a conocer. Es algo que era tan mío que ahora, de repente, lo va a ver el mundo. Es pensar eso de que lo que era solo para mí, ahora lo puede ver el resto.

—¿Y siente algo de miedo?

—No mucho, la verdad. Simplemente un poco de nervios de saber cómo va a reaccionar la gente.

—¿Cómo fue el proceso de escribir «Donde nadie mira, todo florece»?

—Fue muy bonito. Era una forma de expresarme y también de explicarle a los demás, a mis amigas o a mis profesores, cómo me sentía porque así podían saber cómo ayudarme o qué me estaba pasando en ese momento.

—¿Cómo reaccionó su entorno cuando les dijo que iba a publicar?

—Muy felices. Se emocionaron mucho por mí porque sabían que este era mi sueño desde siempre, con muchas ganas de que salga ya para poder leerlo.

—¿A quién le recomendaría su lectura?

—Se lo recomendaría a la gente que ahora mismo lo está pasando mal, porque así puede ver que también hay gente que lo ha pasado mal, que hay gente como ellos, y, sobre todo, a los adolescentes. Estoy en la adolescencia y es un sentimiento más cercano que, por ejemplo, serían el de los adultos.

—Intuyo por sus palabras que lo ha pasado mal, ¿por qué?

—Sufrí mucho de niña, tanto por bullying como por amistades, y lo plasmé todo ahí, lo que sentía y es muy bonito.

—¿Considera que la escritura fue una válvula de escape?

—Sí, sí. Fue un escape de la realidad, básicamente. Cuando no sabía cómo hacerlo, llegaba a casa, me ponía a escribir y todo iba mejor.

—Echando la vista atrás, al pasado, ¿cómo ve esa etapa tan dura, tan difícil, tan complicada?

—La verdad es que me siento orgullosa de esa niña, de esa niña que tanto sufrió, que por tanto pasó. Me siento muy orgullosa de qué lo pudiera sacar adelante y cómo lo ha sacado.

—¿Y que le diría a esa niña si ahora la tuviera delante?

—Le diría que no se preocupe, que todo va a pasar de una forma u otra, antes o después, pero que todo va a pasar y que va a conseguir gente mejor que la rodee de la que la rodea ahora y que va a conseguir ser feliz.

—Me imagino que, al margen de la escritura, también contó con el apoyo de tu familia.

—Sí, mi familia me apoyó siempre.

—¿Cómo se plasma eso en papel? Cómo se explica todo esto a alguien que nunca lo ha vivido?

—Es como si le contarás a un amigo tus problemas, pero en lugar de un amigo se lo cuentas a un folio en blanco. Sabes que no lo va a leer nadie a menos que tú se lo enseñes, sabes que va a ser para ti, como un diario.

—Y ahora se lo vas mostrar al mundo

—Ahora, sí. Lo va a poder leer quien quiera.

—¿Cuando empezó a escribir imaginó que iba a llegar hasta este punto?

—La verdad, no. Lo veía como un sueño lejano de algo que podría pasar. Ahora que lo sé es algo muy grande.

—A lo mejor es muy pronto para preguntarlo, ¿pero habrá un segundo libro?

—Es probable. Seguramente sea un libro en narrativa, no poemas.

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