Los «bolazos» en la cárcel que la incombustible Silvia Superstar nunca olvidará

María Hermida
María Hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

A LAMA

Silvia Superstar en el año 2000, cuando actuó por primera vez ante los internos de la cárcel de A Lama.
Silvia Superstar en el año 2000, cuando actuó por primera vez ante los internos de la cárcel de A Lama. XOAN A. SOLER

En el 2000, la prisión de A Lama usaba el rock como herramienta de reinserción. Tocaban los internos, pero también bandas como The Killer Barbies. A la cantante le impactó cómo algunos reclusos «estaban en un bucle»

19 sep 2023 . Actualizado a las 19:53 h.

«¿Qué dices, que han pasado 23 años desde que tocamos en la cárcel de A Lama...? ¡No puede ser, qué fuerte me parece! Yo como voy como una moto siento que ha sido ayer. ¡Menudos bolazos hicimos en la cárcel!». La que habla así es toda una señora del punk rock patrio: Silvia García (Vigo, 1970), mundialmente conocida como Silvia Superstar. Sí o sí hay que charlar con ella para entender lo que supuso que, justo con el cambio de siglo, en el 2000, en la cárcel de A Lama se apostase por el rock como herramienta de reinserción y que llamasen a la banda de esta histórica roquera, a The Killer Barbies, para que actuasen ante los internos. Lo hicieron dos veces: en septiembre del 2000 y en el mismo mes del 2004, coincidiendo en ambas ocasiones con la fiesta de A Merced, que es la patrona de los presos.

Con perdón de Silvia Superstar, contaremos primero lo que sucedió dos días antes de que ella y su banda llegasen a la prisión de A Lama. Allí, casi como telonero de The Killer Barbies, actuó un grupo de rock muy especial. Era una banda hecha por los propios reclusos que se había bautizado como A Palo Seco —un nombre casi idéntico a los también míticos A Palo Seko de Madrid—. Habían formado el grupo dentro de un taller musical de la prisión y tenían dos cantantes, Vicky y Mónica. Dieron un concierto para sus compañeros y abrieron fuego versionando Torn de Natalie Imbruglia. Entrevistadas por este periódico, ambas contaban lo mucho que les ilusionaba actuar para sus compañeros y cómo el profesor del taller musical se entusiasmó tanto con su progresión que habló con la dirección de la prisión para comprar más instrumentos. Contaban ellas esta historia cuando faltaban 48 horas para que The Killer Barbies fuesen a tocar a la prisión y, entre risas, Mónica y Vicky decían: «Silvia Superstar viene a hacernos competencia» .

Silvia no conocía ese detalle. Pero al contárselo señala: «¡Qué riquiñas!». Luego, narra cómo fue eso de que The Killer Barbies, un grupo que llegó a hacer una película o irse de gira por Estados Unidos, acabase tocando en la cárcel. «Nos lo propuso una promotora musical, Ángeles Feijoo. El director de la prisión de aquel momento había insistido para que fuésemos y a nosotros nos pareció fenomenal, porque creíamos que en un sitio así, siempre tan cerrado y aislado, hacer algo que se saliese de la rutina podía ser bueno». Recuerda el impacto de pasar todos los controles de seguridad y de que el concierto se celebró en un patio cubierto. «Nos dijeron que no podíamos hablar con los internos pero, más allá de eso, fue un concierto normal, con mucha seguridad, con vallas de separación como en todos los bolos... fue maravilloso y la gente fue educadísima con nosotros. Todo fue positivo», cuenta. 

«Algunos estaban en bucle»

Dice que fue un concierto normal, pero de repente se acuerda de algo especial que, asegura, le impactó sobremanera: «Desde el escenario veíamos cómo muchos de los internos sí disfrutaban y se metían en el espectáculo, pero también a otros que no dejaban de dar vueltas por el patio, que estaban como en bucle, con sus movidas... eso, la verdad, es que era muy impactante. Mira que han pasado años y me sigo acordando». Habla así y añade después: «Mientras tocaba no podía dejar de pensar qué tendrían en la cabeza aquellas personas, porque ni siquiera en un día especial, en un acto que se salía de lo cotidiano, eran capaces de dejar su rutina. Caminaban y caminaban por aquel patio sin parar un minuto».

En ese primer concierto, habían tenido como compañeros al grupo Habana Abierta. Luego regresaron en el año 2004 para hacer otro bolo en la cárcel y, una vez más, las sensaciones fueron fenomenales. De hecho, dice que son muchas las ocasiones en las que habla de esas visitas a la cárcel y recuerda los conciertos por el impacto que le supuso ver cómo es un centro penitenciario por dentro y tocar ante personas privadas de libertad: «Imagino que ante nosotros habría personas que habría hecho cosas gravísimas y otras menos... pero todas tuvieron un momento de poder saltar y cantar. De hacer algo distinto a sus movidas diarias. Y eso, cuando estás allí dentro, no debe ser poco». Silvia reflexiona luego sobre la capacidad de la música de lograr cosas positivas en un sitio como una cárcel: «Estoy convencida de que esos conciertos fueron buenos. Meter la música en la cárcel me parece tan positivo como introducir el ejercicio», señala la cantante.

Indica que «volvería mañana mismo» a tocar para los internos de A Lama o de cualquier centro penitenciario y que, aunque The Killer Barbies actuó en decenas de lugares diferentes e irreverentes, el de A Lama es uno de los que jamás se le borra de la memoria. Así que ahí deja la invitación para el que quiera escucharla. Además, los Killer, que se subieron al escenario con la rubia muñequita americana, quitándole la ñoñería mil años antes de que todo el mundo se volviese loco con la película de Barbie, están en el mejor momento. Silvia viene de romper Ibiza con el Fabuloso Party y van a sacar disco.