La historia de amor y dinero de Agripina detrás de una casa fascinante en A Lama

A LAMA

Meses después de comprar una vivienda de 1880 y abrir un hotel de lujo en ella, Henrique y Patricia han logrado reconstruir su pasado. Es de película, ya que el inmueble es una réplica de otro que hay en la Riviera francesa
26 may 2025 . Actualizado a las 17:05 h.Cuando el amor se riega con dinero, con muchísimo dinero, a veces florecen cosas y casas impresionantes. Esa es la conclusión que se puede sacar en la aldea de Gaxate, en A Lama, un lugar fascinante por decenas de motivos, entre ellos la vivienda que ocupa esta historia. Es una casa que actualmente pertenece a Henrique Silva y Patricia Leiro, que la compraron y la convirtieron en un hotel de lujo con un encanto descomunal. Pero esta vez no toca hablar de ellos. O solo un poco. Porque Henrique, que es una enciclopedia andante y que siente una pasión desorbitada por bucear en el pasado, ha logrado reconstruir la historia de esa vivienda que adquirieron, que data de 1880 y que, entre otras singularidades tiene un lucernario de ocho caras y un tejado con una rosa de los vientos. ¿Quién y por qué encargó una casa tan especial en Gaxate a finales del siglo XIX? Amor, poder y Agripina. Esas son las claves.
Todo empieza mucho antes. De Gaxate debió partir a finales del siglo XVIII o principios del XIX un hombre llamado Domingo Piñeiro hacia la emigración. Llegó a Nueva Orleáns e hizo una gran fortuna fletando barcos cargados con caucho por el río Misisipi. Se hizo famosa su avidez con los negocios y acabó apodado como el Americano. Él tuvo cuatro hijas, que a la vez le dieron muchas nietas, una de ellas llamada Agripina Contreras Piñeiro.
La fortuna del Americano traspasó varias generaciones y Agripina, nieta de él, era una mujer pudiente con una herencia importante. Relacionado o no con ello, se casó con otro hombre poderoso, un constructor de Vigo llamado Manuel. La prueba evidente del dinero que tenían es que, en pleno siglo XIX, fueron a pasear su amor en una luna de miel por la Riviera Francesa. Allí, entre villas palaciegas y pajaritos cantarines, Agripina sintió un flechazo. Pero, ojo, que Manuel no tenía nada que temer. Porque ella de lo que se enamoró fue de una casa que vio allí; una vivienda de cuento con un lucernario octogonal y materiales elegantes.
Le gustó tanto y tenía tanto poder adquisitivo que actuó de forma fulminante. Preguntó quién había diseñado aquel inmueble francés. Le dijeron que había sido un arquitecto suizo y Agripina, decidida como otras muchas mujeres pudientes de Gaxate, contactó con él y le pidió que le hiciese una casa como aquella en la aldea de A Lama donde se hundían sus raíces. Al parecer, el profesional solo le puso una condición: que la vivienda fuese idéntica al 100 % a la de la Riviera francesa. Es decir, que no se admitían cambios de ninguna índole en el proyecto.
Parece que a Agripina le pareció bien y la casa se construyó exactamente igual que aquella que la había dejado prendada. Ni ella ni su esposo Manuel la utilizaron como primera vivienda, sino como residencia de vacaciones, así que la villa parece que fue sinónimo de alegría, brindis al atardecer y música.
Agripina murió sin haber tenido descendencia. Y, antes de fallecer, le vendió su encantadora vivienda de Gaxate a un sobrino, Álvaro Contreras, que también la mantuvo como residencia vacacional. Tras él fue dueño de ella un hijo suyo, un Álvaro Contreras segundo. La vivienda llegó a la tercera generación en la familia y hubo un tercer Álvaro Contreras que ostentó su propiedad. Él fue el que se la vendió a los actuales dueños, a Henrique y a Patricia. ¿Cómo logró Henrique bucear en toda la historia? Lo hizo hablando con distintos descendientes de los Contreras, que están repartidos por toda Galicia, preguntando también a vecinos de Gaxate y hasta escudriñando en algún papel perdido que apareció por la vivienda.
La habitación Louis Vuitton
Henrique, con una pasión descomunal por revolver en las tripas del pasado, quiere seguir investigando. Le gustaría llegar a ver alguna foto de Agripina. Y si fuese en esa casa que ahora es suya mucho mejor. Porque el objetivo es devolverle a este edificio, al que ellos bautizaron como Villa 1880, las mayores referencias posibles a su pasado. De hecho, aprovecharon cada cosa que fueron encontrando para ir poniendo nombres a las habitaciones. Por ejemplo, hay una que se llama Louis Vuitton porque entre las ruinas de la casa —ellos la restauraron totalmente— apareció una maleta antigua de esta exclusiva marca. Dice Patricia que los huéspedes se están animando a conocer este sitio fascinante de A Lama. Y tanto ella como Henrique están seguros de que más emprendedores seguirán pronto sus pasos en este lugar. Ellos, que tienen la empresa Galicia Villas, cuentan con casas de alojamiento también en Sanxenxo, Combarro y Cerdedo.