La crisis la dejó sin trabajo y con una máquina de coser se reinventó

Nieves D. Amil
Nieves D. Amil PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

Capotillo

Tareixa Rodríguez aprendió a coser después de una vida como profesora e interiorista. Hoy disfruta de su tienda taller en Pontevedra y convierte trajes regionales y alfombras de rezar en bolsos

25 ene 2023 . Actualizado a las 10:33 h.

Tareixa tiene una tienda taller en Pontevedra. «La primera de la ciudad», apunta ella. En su interior expone (y vende) los sueños de decenas de artesanos de Galicia, pero en la trastienda tiene su máquina de coser, un aparato que le dio miedo cuando la crisis del 2007 hizo volar por los aires el mundo que ella conocía. La compró y la tuvo en casa hasta que un día decidió que entre telas iba a estar su futuro. «Yo, que hasta ese momento no cosía ni un botón», puntualiza. De esa «primera gran inversión» que durante semanas estuvo sin usar debajo de la mesa de la cocina hasta hoy pasaron casi 15 años. No sabía coser, pero sí decorar. «Yo no volvería a pelearme en las obras, pero siempre me fliparon los colores, dividir espacios», explica Tareixa, que si no fuese por la crisis de la construcción hubiese seguido en la vorágine de un sector en el que además daba clases. 

Fue un cambio forzado que llegó después de estar seis meses enviando el currículo a «todo lo que se movía». En esa llamada puerta a puerta, se dio cuenta de que la que estaba en el negocio podía ser su hija. Ese choque le dio un empujón más para iniciar el proyecto del que ahora no se bajaría. No habría querido cambiar de vida, pero echando la vista atrás una década no se arrepiente de nada. Con su máquina de coser como primera inversión, se apresuró a tejer. «Iba a las ferias de artesanía y a los mercadillos con las camisetas de mariquita y de ahí, salté a los bolsos, pero solo sabía pintar», apunta. Aprendió a usarla con soltura. Primero haciendo líneas paralelas, luego en zig zag. Cuando eso estaba controlado, dio un paso más. «Nos gustaba la artesanía, pero hasta que estas ahí, no te das cuenta de cuanta gente hay haciendo cosas increíbles con las manos. Si no estás en este mundo, piensas que solo existe Sargadelos», explica mientras de un vistazo, se pueden contar más de una docena de nombres propios en su local de la calle San Román

Su universidad fueron esas ferias de artesanía que le abrieron los ojos y la llevaron de la mano a abrir una de las primeras tiendas taller de Pontevedra. Cada año, viaja a algún punto del planeta guiada por las telas. Así se trajo de Creta unas que tejían María en la rueca, pero este año fue un paso más en su imaginación y rescató en Estambul las alfombras que los musulmanes usan para sus rezos. De lana 100 % tejidos en un telar y bordados a mano. Se enamoró de esas telas y le dio una segunda vida en Galicia en forma de bolso. Las alfombras de rezar musulmanas son en sus manos unos bolsos de edición limitada que han llamado la atención de sus clientes.

Pero Tareixa resta importancia a este puñado de telas que se trajo en una maleta desde Turquía y que están revolucionando su tienda este invierno. Y le resta importancia porque está acostumbrada a darle una segunda vida a cientos de telas cada año. «Además de las alfombras, utilizo los pañuelos tradicionales del traje de baile gallego o los de falleras», subraya Tareixa Rodríguez, que ya tiene en mente su siguiente destino: India. «Ir de viaje es la ilusión de cada año, son viajes sanadores y para comprar telas», comenta Tareixa, que lleva una maleta vacía en cada escapada para volver a su tienda taller llena de nuevos proyectos. 

Con la tienda empezó a superar los miedos de estar de cara al público. Esa máquina de coser en la que invirtió después de verse sin nada le abrió las puertas a un mundo esperanzador en el que sigue poniendo la misma creatividad que cuando decoraba los interiores de las nuevas viviendas. «Siete años después, el balance es más que positivo», concluye Tareixa antes de volver a sentarse en la máquina de su vida.