La Feira Franca lleva los fogones y las mesas a las calles de Pontevedra

Marcos Gago Otero
Marcos Gago PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

Las celebraciones en grupo y en familia son uno de los atractivos de esta cita anual

02 sep 2023 . Actualizado a las 17:31 h.

La Feira Franca es una de esas escasas oportunidades que vecinos y visitantes tienen a lo largo del año para disfrutar de una comida al aire libre y en plena vía pública en Pontevedra. El centro histórico, pero también plazas y calles del entorno inmediato a la Alameda, se convierten en una oportunidad de llevar los fogones a los espacios públicos y celebrar esas comidas o cenas para las que en muchos casos es difícil encontrar acomodo, por el número de comensales, en un piso. De esta forma, además de la programación oficial como la escolta de la barrica de vino, los torneos, el mercado de oficios o los puestos de cetrería, tiro con arco y esgrima, por citar parte de la oferta de este sábado, vecinos y visitantes tienen la ocasión se sentarse a la mesa a la sombra de los centenarios edificios de las calles empedradas o en los parques bajo toldos preparados con esmero.

Todas las mesas que se han colocado en la vía pública, sea por iniciativa de grupos de particulares como de los establecimientos hosteleros, se ciñen a las instrucciones del Concello de Pontevedra, que es el organismo encargado, como organizador del evento anual, de autorizar los permisos para estos momentos de diversión que, como en casi todas las citas festivas de Galicia, encuentran en la gastronomía una excusa para pasar un tiempo juntos. La Feira Franca, en este sentido, contribuye a construir convivencia entre los vecinos y amigos. Y solo basta ver las fotos que ilustran este reportaje para darse cuenta de que este objetivo se cumple. 

La meteorología, que amenazaba con aguar la festividad, fue benévola por la mañana, y aunque el cielo se cubrió de nubes a primera hora de la tarde, las comidas se pudieron desarrollar sin problemas. Los chubascos solo cayeron tímidamente en torno a las cinco de la tarde, pero la mayor parte de los comensales, advertidos de la posibilidad de la lluvia, habían montado toldos en las calles, por lo que las prolongadas sobremesas pudieron seguir sin sobresaltos excesivos en muchos casos.